Una Retreta en prudente diferido
Los alaveses viven otra noche previa a San Prudencio recogidos. Los tambores grabados se escucharon pero no se sintieron en las calles
Creíamos que sí, que este año sí, que para estas alturas (harturas, visto lo visto) todo o casi todo habría recobrado aquella añorada normalidad. Confiábamos ... en que nuestra mayor preocupación para la noche de este martes volviera a ser la de siempre: no terminar de decidirnos entre coger el paraguas por aquello del 'santo meón' y optar por la chamarra o la rebequita de entretiempo. Y creíamos que hoy ya amaneceríamos otra vez, bien puntuales, para enfilar para Armentia con todo el día por delante en esas campas llenas, otra vez juntos, otra vez sin miedo, brindando por los que se nos han ido. Pero no. Por más que se le ha rezado al patrón -y miren que se ha hecho con ahínco-, por más que esos sanitarios a los que hace un año tanto venerábamos han echado el resto pinchando y repinchando al personal, este asqueroso virus nos ha vuelto a arrebatar el día de Álava tal como era. Sólo nos queda la esperanza de que algún día será. Volverá a ser.
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A media tarde, ya al frisar las 19.00 horas, la plaza de España y la plaza de la Provincia mostraban una imagen tan distinta a la del 27 de abrir de 2019 como a la de 2020. Desde luego, aquello no tenía nada que ver con todo ese jaleo, con todos esos grupitos que antes atiborraban el espacio, con toda esa alegría desbordante de siempre. Pero tampoco el panorama se parecía al del más absoluto vacío del confinamiento. A pesar del mal tiempo, de esa llovizna antipática, las terrazas estaban animadas. Las cuadrillas alzaban copas de cuatro en cuatro, como toca. Incluso se pudo ver algún que otro crío vestido de cocinerito aporreando el tambor y a alguna que otra aldeanita. Claro, hay que amortizar los trajes que, a este paso...
Algo parecido a aquellos días festivos se pudo palpar en las colas frente a las cajas de los supermercados del centro de la ciudad. Se ve que muchos, demasiados, tenían planeado montarse la retreta en casa, dándole al tuntún del J&B y chocando mucho cristal. «Hemos estado tomando algo y ahora hemos quedado unos amigos en casa, pero seremos pocos y estaremos de 'tranquis'», prometía Jon Mikel. Muy convincente, desde luego, no sonaba. Seguro que ha habido fiestas y más de una que otra de esas reuniones sociales que a las autoridades tanto traen de cabeza. Pero otros, la inmensa mayoría, bastante más responsables, se recogieron pronto, para seguir a través de la pantalla, en casa y sin jarana, los actos que las instituciones habían preparado.
Cansados del balcón
Para las 19.00 y desde el Félix Petite, el Ayuntamiento ofreció un número de danzas y música tradicional. Mientras, en el Iradier Arena preparaban esa 'Retreta de los balcones' que buscaba sustituir a la de siempre y que apenas consiguió transmitir un poco de ánimo en la ciudad. Enlatada y en rigurosísimo diferido, los primeros compases sonaron -que no resonaron- a las 21.00 horas desde los altavoces colocados en seis torres de las iglesias de la ciudad. Al primer toque, alguno se asomó con curiosidad a la ventana. Al segundo, la mayoría ya había bajado la persiana. Tampoco a la hora de la tamborrada, a las 22.00, el personal se animó a salir a los balcones. Se ve que el año pasado ya tuvimos sobredosis de 'performances' de ventana.
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Tal y como pudieron ver los usuarios de elcorreo.com, la Diputación ofreció una grabación con los trompeteros y los atabaleros entonando los compases en las salinas de Añana, frente al dolmen de la Chabola de la Hechicera en Elvillar, ahí arriba, en lo alto de la Cruz del Gorbea... Estuvo bonito aquello. Pero no tuvo nada que ver a lo de siempre, a lo que fue. «Por segundo año consecutivo, esta pandemia nos ha robado nuestras queridas fiestas de San Prudencio y Estíbaliz. No vamos a poder celebrarlas como nos gustaría», reconoció en su tradicional discurso, también pregrabado, el diputado general, Ramiro González, que agradeció «de todo corazón la labor de quienes siguen cuidando de nosotros y nosotras ante la covid-19» al tiempo que quiso mandar un «mensaje de esperanza» a todos los alaveses. «Cada vez estamos más cerca de acabar con la pandemia -aseguró González- y el instrumento para derrotarla viene de la mano de la vacuna. Estoy convencido de que dentro de un año habremos dejado todo el dolor, la incertidumbre y la tristeza que ha ocasionado». Ojalá.
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