La Retreta del confinamiento
El trompetero foral Mikel Delika llamará a la fraternal fiesta alavesa desde la terraza de su casa en Berrostegieta
Mikel Delika cumple todos los requisitos habidos y por venir del VIP o 'vitoriano important person'. Coloquen los dedos sobre las teclas del ordenador, que la lista es larga y no contiene desperdicios: trompetero foral, txistulari municipal, blusa en Los Txismes, miembro de la sociedad gastronómica Irrintzi donde sus componentes integran la peña albiazul Aitor Arregi, socio del Alavés y del Baskonia y criado en la 'Pinto'. «Sólo me falta el Celedón de Oro», ríe el protagonista a través del móvil que nos une en esta era de reclusiones forzosas. Y el interlocutor piensa, al otro lado de la línea que se decía cuando primaban los teléfonos fijos, que la estatuilla dorada, Óscar local o sueño húmedo de todo VTV, anda al caer con su nombre en la peana. Algunas manifestaciones le postulan bien, desde luego. «Si eres de Cuenca tienes que ser del Conquense. Yo soy del Alavés y del Baskonia porque soy de aquí». A esto se le llama juego directo.
El artista del vidrio que abrió su taller en la calle Txikita –no deja puntada sin hilo de lábel local– cuando Peret cantaba a la Barcelona olímpica se ha propuesto que nada se imponga a las sacrosantas tradiciones de la tierra. Ni siquiera admite el triunfo del maldito virus coronado de maldad que enluta familias aturdidas por los efectos devastadores del bicho y nos tiene al resto agarrados por el alma y con el miedo rondando los pulmones. Ningún contratiempo, incluso éste tan fiero, por encima de las entrañables fiestas que hermanan a la Álava extraña para tantos foráneos por la macrocefalia de una capital que casi todo absorbe. Es a finales de abril y el Primero de Mayo (Estíbaliz) cuando el resto de municipios y la geografía rural reclaman el puesto que les corresponde en la orden de mérito. Y a ese propósito vuelca Delika una hormigonera de apoyo más que un simple granito de arena.
A su casa de Berrostegieta se ha llevado el traje 'estilo Robin Hood' que viste a los trompeteros de la Diputación, la peluca y una bandera de Álava que colgará en la terraza de su domicilio antes de pegar sus labios a la boquilla del instrumento. ¿Para qué? Pues para interpretar la Retreta del confinamiento y que los libros de historia no incluyan a pie de página que el rotundo 2020 se quedó sin la llamada a la fraternidad lúdica de la provincia. Mikel, como ser arbóreo de raíces profundas, se resiste a que la pandemia devuelva el toro de San Prudencio al corral «pese a la tristeza». Él, que aportaba música a los cambios de tercio en la plaza cuando había toros por La Blanca.
El protagonista de este relato que trata de disolver su dosis de ánimo en las aguas bravas de la incertidumbre pertenece a la curiosa estirpe laboral de los fijos-discontinuos. Se gana la vida con el vidrio, pero desde 1988 integra la plantilla 'sui generis' foral. Entonces le llamó Jesús Moraza, el jefe de los txistularis de la Diputación que ejerció como profesor suyo en el Conservatorio, para enrolarlo en el grupo de trompeteros por su demostrada afición en la fanfarre Indarra. Y desde entonces Mikel no falla a ningún acto protocolario que ensalce la imagen institucional que reúne a la población alavesa en torno a sus símbolos. Los plenos de Tierras Esparsas y Santa Catalina que celebran las Juntas Generales, el pregón de San Prudencio y la Retreta foral.
«Sólo me falta el Celedón de Oro», ríe el protagonista y el interlocutor piensa que el Óscar local le ronda
– Pregunta para subir nota. ¿San Prudencio o La Blanca?
– Me gustan las dos, pero es que son muy diferentes. Sólo se parecen en el nombre 'fiestas'. (Atención al diccionario de sinónimos que despliega a continuación). Las de Vitoria son la explosión, el alboroto, la alegría desbordada, la anarquía, el comer cuando sea… Las de Álava tienen más orden, sentido familiar, de romería, sus caracoles y perretxikos...
Lo afirma un tipo que sin dárselas de nada hace de todo y sí admite algunas vivencias intransferibles. «En la Retreta te sientes un poco como Celedón dando inicio a las fiestas».