El mito de Alejandro Magno llega hasta Armentia
Primer románico. Los capiteles de la cabecera de la basílica de San Prudencio tienen un gran encanto pese a su rusticidad
Patxi Viana
Martes, 27 de abril 2021, 07:05
En el gran libro de la basílica de Armentia aún quedan muchas páginas por escribir. Una de ellas se encuentra en el exterior del ventanal ... central del ábside y, concretamente, en su capitel derecho. Sus figuras rústicas y toscas nos acercan a la leyenda de un personaje que adquirió la categoría de mito. Se trata del conocido como 'Ascensión de Alejandro Magno', considerado el símbolo de la soberbia.
En este capitel y en los que le acompañan en la cabecera no se pueden buscar personajes definidos y de claro mensaje porque su realización corresponde a una época anterior a la fundación de Armentia como colegiata. Esta fue iniciada a finales del siglo XII en un perfecto románico, pero los capiteles de la cabecera corresponden a un diseño distinto. Incluso diríamos que son algunas de las piezas del edificio donde se ubicaba la cátedra del lejano Obispado de Álava. Aquella sede, desaparecida en 1087, habría recibido las influencias del primer románico. Todos los capiteles de este ábside llevan los característicos caulículos enrollados en espiral que se incorporaron en aquella época. Son símbolos de la «doble elección» que ha de realizar todo cristiano ante su destino. Es la alusión al esquema de la «Y» que muestra la bifurcación de caminos.
Las versiones medievales de Alejandro Magno poco tienen que ver con la realidad histórica pero aportan un contenido moral relativo a la vanidad del esfuerzo humano.
La leyenda nos lleva al personaje histórico que, con sus conquistas, quiso llegar a los confines del mundo. Y ese personaje es el que ansía ir más allá de los límites e igualarse con los dioses para descubrir dónde se toca el cielo con la tierra. Para conseguir sus propósitos decide capturar dos míticos grifos. Estos son bestias muy poderosas, mitad águila (reina de las aves) y mitad león (rey de los animales terrestres), a las que ordena «no darles alimento en un plazo de tres días». Al tercero se sienta en una especie de cesto que ata a sus cuellos y logra que levanten el vuelo siguiendo el cebo puesto en el extremo de una lanza. Los grifos, en su intento de alcanzar la comida, logran que Alejandro se eleve para tocar el cielo.
Este es un tema que fue representado en Oriente y Occidente pero tiene un significado ambiguo porque es símbolo del orgullo y arrogancia. También se puede interpretar como muestra de su inteligencia y, en algún caso, como símbolo de la universalidad y armonía de las razas.
Capitel del caballero y el grifo
Con la leyenda de la ascensión de Alejandro Magno ocurre lo que con el resto de leyendas, es decir, que poco a poco se van desvirtuando a medida que pierden datos en su desarrollo. Las figuras de los legendarios grifos pasan en algunos casos a ser sustituidas por águilas y en otros, por leones. También se observa que el cesto o silla sobre la que se sienta el rey llega en muchos casos a desaparecer teniendo que agarrarse directamente al cuello de las bestias o que son dos la lanza para sujetar comida en unos casos y en otros es una simple vara que, incluso, tiende a desaparecer.
El mito de Alejandro Magno se encuentra extendido por todo el románico español. Se localizan desde Santa María Magdalena de Tudela hasta Santiago de Compostela pasando por el claustro de San Pedro de la Rúa de Estella o San Andrés de Revilla de Collazos (Palencia).
En Álava, el grupo de investigadores de Álava Medieval localizó en la ermita de Nuestra Señora del Campo de Maeztu un capitel con dos seres fantásticos y, entre ellos, una figura humana. Identificaron la escena con la conocida leyenda de Alejandro Magno aunque tenga diferencias significativas con la descripción clásica del llamado Pseudo Calístenes.
La escena que aparece en el de Armentia nada tiene que ver con el clásico enfrentamiento de un ser celestial con un dragón, sino que la identificamos con la leyenda alejandrina a pesar de las claras distancias con aquella descripción. En este caso las figuras que a primera vista se divisan son un caballero y el ser mitológico. El primero se asimilaría al legendario rey macedonio con su caballo, Bucéfalo, que nadie más que él podía montar. Le acompaña un fantástico grifo con un pico prominente, las características alas, garras poderosas y una larga cola. Pero si sólo nos fijamos en estas figuras, difícilmente podríamos asociarlas con la leyenda que nos ocupa. No nos darían suficiente información. El valor añadido se encuentra en las pequeñas figuras que el caballero alcanza con su mano. Se trata de un pez y una pequeña pieza de caza que son los dos ingredientes más importantes de la dieta medieval, el pescado para los días de vigilia y la carne para el resto de la semana.
En definitiva, son los alimentos que utiliza Alejandro Magno para dominar la descomunal fuerza de la bestia y así conseguir el objetivo propuesto. La escena del humano controlando con la comida al mitológico grifo sólo la encontramos en la leyenda medieval de 'Alexander Rex'. Y esa imagen la disfrutamos en el exterior del ábside de la Basílica de Armentia de Vitoria.
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