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isabel lópez
Miércoles, 2 de agosto 2017, 11:21
Verde, redonda y pequeña, la ciruela claudia aparece en el mercado ya entrado el mes de julio y desaparece, como muy tarde, a mediados de septiembre ya que su recolección se limita a apenas dos meses. Este breve periodo de tiempo contribuye a que sea una de las frutas más esperadas y consumidas en el periodo central del verano, aunque otras variedades de ciruelas de las trescientas catalogadas pueden encontrarse ya desde el mes de mayo.
Nuestras fruterías ofrecen habitualmente dos tipos de claudia: la reina verde y la Oullins. La primera es más oscura por fuera, con la pulpa más clara y con un hueso leñoso y aplastado, que se desprende fácilmente y que a su vez alberga una almendra no comestible de sabor amargo; la claudia reina verde es la más dulce de las ciruelas y, por eso, la más apreciada. La Oullins es algo más grande de tamaño, con un verde más pálido, un hueso más agarrado a la carne y un sabor menos dulce. Otra de las claudias más comercializadas en los últimos años es la denominada Tolosa, de forma elíptica redondeada, algo aplastada en los polos, de un color verdoso claro, con la carne más amarilla. Es más tardía que las anteriores ya que madura a primeros de septiembre.
A la hora de adquirir cualquiera de ellas conviene elegir las piezas más firmes ya que la ciruela es una fruta de rápida maduración por lo que es aconsejable conservarla en el frigorífico y no retrasar su consumo más de dos o tres días. Antes de comerla hay que lavarla bien con agua ya que es recomendable tomarla con piel.
Además de consumirse en fresco, la ciruela se utiliza para la elaboración de mermeladas, compotas, jaleas, helados y confituras, además de para tartas y otros dulces. Desecada, puede emplearse como acompañamiento de carne de ave o caza. En todas sus formas, la claudia es una delicia.
La ciruela es una fruta rica en vitaminas y minerales, aporta gran cantidad de fibra y sus componentes laxantes hacen de ella una fruta beneficiosa para favorecer el tránsito intestinal y evitar el estreñimiento siempre que se coma con su piel. Su contenido en agua ronda el 80% y, en contra de una creencia extendida, aporta pocas kilocalorías, en torno a 60 por cada 100 gramos, por lo que comer dos ciruelas equivale a consumir una manzana pequeña. Es perfecta, por tanto, para picar entre horas, y más aconsejable que otros tentempiés más perjudiciales.
Murcia, Andalucía, Comunidad Valenciana y Aragón son las principales comunidades productoras de ciruelas en España, seguidas en el ránking por Cataluña y La Rioja. En Euskadi es raro el caserío que no cuente con ciruelos, siquiera unos pocos árboles, para el consumo particular de okaranak, como se denominan en euskera. Y en estas semanas de verano es fácil encontrar el producto autóctono en los mercados tradicionales del País Vasco, ya que muchas aldeanas las incluyen junto a otros productos de temporada como pimientos, tomates o calabacines.
Las ciruelas claudia poco tienen que ver en aromas, gustos y colores, con las negras, rojas o amarillas. Estas últimas poseen un sabor ácido y zumo más abundante, mientras que las rojas son más jugosas y dulces. Las negras tienen en realidad la piel azulada y son las más adecuadas para cocer.
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