La vivienda se dispara como uno de los principales problemas de los vascos

El sondeo se hace público en un momento en el que el debate sobre cómo frenar la escalada de precios y aumentar el parque público centra el debate político. La preocupación cada vez es mayor y eso va calando en las muestras demoscópicas. A finales del año pasado, el Deustobarómetro apuntaba una tendencia similar. Solo hay un precedente en el que todo lo relacionado con la vivienda inquietaba más a los vascos: en 2007, justo antes de que estallase la burbuja inmobiliaria y cuando los precios de las casas estaban disparados. Ese fue el techo, cuando el dato rondó el 60%. El suelo fue hace apenas una década, en 2015 (9%).

El Sociómetro, además, muestra que se trata de un malestar transversal. Da igual el territorio en el que se viva, la clase social e incluso la edad. Aunque en principio es una cuestión que puede afectar más a los jóvenes al complicar al máximo su emancipación, su preocupación no es muy diferente a la que tienen los más mayores. En la franja que se mueve entre los 18 y 29 años, el dato se eleva al 50% -es decir, tres puntos por encima de la media-, muy similar a la de los la horquilla entre los 46 y 64 años (49%). Los más tranquilos a la hora de afrontar el tema de la vivienda son los que están entre los 30 y los 45 años (43%).

A día de hoy, solo el epígrafe vinculado con los problemas en el mercado de trabajo genera más incertidumbre. Se trata de una cuestión que los vascos sitúan siempre en primera posición, aunque está lejos de los datos de 2012, en plena crisis económica, cuando el 82% de los vascos la colocaban en cabeza. Desde entonces ha ido cayendo y en los últimos años está en mínimos históricos. Sin embargo, aquí también se nota un ligero repunte al pasar del 45% que señalaba la encuesta de noviembre al 49%. En estos meses se ha anunciado el cierre de Guardian en Llodio, un ERTE en la planta de Mercedes en Vitoria y ha aumentado la incertidumbre mundial tras la victoria de Donald Trump y la complicada situación económica que viven alguna de las principales locomotoras europeas, como Alemania.

Tampoco cae la preocupación por Osakidetza. Todo lo contrario. A pesar de los esfuerzos del Gobierno vasco por reconducir las tormentas que se generaron a finales de la pasada legislatura, cuando arreciaron las críticas al sistema público de salud, los vascos no lo acaban de ver claro. En noviembre, el porcentaje de ciudadanos que la situaban entre sus principales temores era del 32%. Ahora escala hasta el 35%, el máximo histórico. Otras cuestiones, como los problemas económicos o la inseguridad ciudadana, se mantienen estables.

En todo caso, la visión que tienen los vascos sobre la situación general es bastante optimista. Cuando se les pregunta cómo les va, los encuestados se ponen un siete, y cuando se les pregunta cómo estarán dentro de un año, repiten la misma nota. Vuelve a darse una paradoja habitual en la mayoría de los sondeos. Los consultados creen que Euskadi está peor que ellos. A cómo está el país le ponen un 6.

Esa brecha entre la sensación personal y la percepción general es mayor si se analiza por partidos. Entre los votantes del PNV, PSE y Sumar la oscilación no es muy exagerada. Los de EH Bildu y los del PP se puntúan con un 7,3, pero consideran que la situación del País Vasco no merece más de un 5,9. En Vox la diferencia se abre todavía más: 6,4 en lo personal; 3,7 para Euskadi.