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Carmen Torres Ripa, la viuda, supo «perdonar», centrarse en la familia y rehacer su vida. Maite Bartolomé
«Era un periodista muy valiente que intentó buscar el final de ETA»

«Era un periodista muy valiente que intentó buscar el final de ETA»

La familia de José María Portell reivindica su figura en el aniversario (2016) de su asesinato a manos de la banda terrorista, crimen que sigue sin resolverse

Carmen, viuda de José María Portell (28 de junio de 1978, Portugalete)

Miércoles, 18 de abril 2018, 14:00

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Texto: Alba Cárcamo

El 28 de junio de 1978 ETA cruzó una línea que parecía infranqueable. La banda terrorista asesinó por primera vez a un periodista, José María Portell, cuya esencia pervive cuatro décadas después en un nutrido legado de crónicas que recogen la escalada de violencia de la organización. El redactor jefe de 'La Gaceta del Norte' y director de la 'Hoja del lunes' se había labrado con sus palabras enemigos peligrosos, también en la extrema derecha, que le amenazaba desde meses antes de su temprana muerte, con 44 años.

Su familia, lejos de recordar la dureza de vivir sabiéndose en peligro, de resucitar el vacío que les causó su pérdida, quiere reivindicar en el aniversario de su asesinato en 2016 el carácter incansable de este baracaldés. Portell llegó a mediar entre el Gobierno de Adolfo Suárez y la banda terrorista para que se sentaran a negociar y, al final, su ahínco por poder escribir el titular «Por fin hay paz en Euskadi» le terminó costando la vida.

Su crimen es uno de los más de 300 que siguen sin resolverse. El caso nunca llegó a la Audiencia Nacional y, en 2008, el Juzgado de Instrucción Número 3 de Bilbao, sin competencias, destruyó el sumario. Lo único que saben sus allegados es que unos pistoleros con chándal rojo le descerrajaron tres tiros cuando se montaba en su coche, frente a su vivienda en Portugalete. Su viuda, la también periodista Carmen Torres Ripa, piensa que «igual tenía que haber hecho algo más» entonces para descubrir quién le había asesinado.

Sin embargo, optó por centrarse en sacar adelante a sus cinco hijos, de entre 3 y 11 años, y «al momento» se puso a trabajar. Reconoce que tuvo «una gracia, un don de Dios que me hizo perdonar» y eso, asegura, «me ayudó mucho con mis hijos y a vivir con cierta naturalidad». O al menos con la normalidad que les permitía una Euskadi que se desangraba.

Apenas cuatro días después del asesinato de José Mari, en un macabro verano salpicado por atentados de distinto signo, el grupo de extrema derecha Triple A atacó en Francia al exdirigente de ETA Juanjo Etxabe. Él sobrevivió, pero su mujer, Agurtzane Arregi, murió acribillada. Etxabe era «muy amigo» de Portell, que le visitaba con asiduidad al otro lado de la muga. Carmen rememora que su marido, «un periodista muy valiente, buscó una solución» para poner fin al terror. Etxabe, ingresado en el hospital, le envió un mensaje cuando conoció su muerte: «Nos hemos quedado los dos viudos».

Por su trabajo, Torres tuvo que cubrir atentados de ETA, como el del ataque a la casa del pueblo de Portugalete, en el que fallecieron Maite Torrano y Félix Peña. La escalada de la violencia no se detenía y otros periodistas llenaban las páginas que había dejado vacías Portell, el rey de las «grandes exclusivas». Disponía de una importante red de contactos que trabó con militantes etarras, fuentes policiales y políticos. Era uno de los periodistas más conocidos en aquel momento y publicó dos libros: 'Euskadi: amnistía arrancada' y 'Los hombres de ETA'.

Sucesos de Montejurra

Su éxito y su objetividad no gustaban a la banda. Su sentencia de muerte respondía, según un comunicado emitido por la organización, a que «daba una imagen infantil y desorientada de ETA». Le acusaron además de ser «un agente del Gobierno dedicado a calumniar». Los «polimilis» condenaron el atentado en un momento de máxima tensión entre las dos ramas. En casa, Carmen encontró papeles que intuye que le dejaban a su marido en el coche en los que la extrema derecha le amenazaba. Él no se lo contó, aunque «en los últimos meses salíamos por diferentes portales del edificio, otras veces por el garaje...». El miedo estaba cada día más presente, aunque Portell seguía informando, buscando el titular que tanto ansiaba mientras compartía su pasión por el periodismo con su familia. De hecho, cuatro de sus cinco hijos siguieron sus pasos y se formaron como periodistas.

A veces, los dos mayores, Gabriel y Miriam, le acompañaban a cubrir noticias. En 1976, el matrimonio y los dos chavales se desplazaron a Navarra a informar de la romería que cada año celebraban los carlistas a Montejurra. Fue el año de los sucesos. Los sectores más ultraderechistas, agrupados en torno a Sixto de Borbón, hermano del pretendiente al trono Carlos Hugo y enfrentado a él, organizaron una operación violenta contra el Partido Carlista que costó la vida a dos personas. «Estaba arriba con él y me decía que me agachara, aunque yo levantaba la cabeza para mirar y veía disparos», rememora Gabriel, con una sonrisa cuando recupera las mil y una aventuras que vivió junto a su padre.

El hijo pequeño, Jesús, apenas se acuerda de él. La viuda no quiere que el legado de su marido caiga en el olvido, como tampoco le gustaría que se «utilice» a las víctimas y que «se embrolle» a unas con otras. Aunque sí tiene claro cuál será el futuro de Euskadi: «Dentro de poco, nuestros nietos verán a ETA como algo muy triste que pasó en nuestra tierra, pero nada más», algo que le hace sentirse «esperanzada».

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