El Vaticano empuja en contra del independentismo catalán
La Santa Sede defiende una Europa con «nacionalismos sanos», mientras la Iglesia española trata de evitar la independencia
«Y el Vaticano ¿no dice nada?». Oriol Junqueras, vicepresidente de la Generalitat catalana y con influyentes contactos en instancias eclesiásticas, esperaba un pronunciamiento público ... de la Santa Sede cuando el pasado 1-O las imágenes de la Policía Nacional cargando contra quienes acudían a votar en el referéndum daban la vuelta al mundo. El periodista italiano Andrea Nicastro, de ‘Il Corriere della Sera’, recoge la decepción del líder de ERC cuando avanzaba la jornada del domingo y no se alzaba ninguna voz en Roma. En realidad, al filo de las cuatro de la tarde, el Papa Francisco se dirigía a los estudiantes concentrados en la piazza de San Domenico de Bolonia para alertarles del populismo y predicarles que «la unidad prevalece sobre el conflicto». A su lado, como testigo, asentía el arzobispo de la influyente diócesis italiana, Matteo Zuppi, figura preeminente de la comunidad de San Egidio y fedatario en la resolución de numerosos conflictos, entre ellos la entrega de armas de ETA en Baiona.
El pontífice, en el sesenta aniversario del Tratado de Roma, realizaba una encendida defensa de la casa común. «Non abbiate paura dell’unita! La logiche particulari e nazionali non vanifichino i sogni coraggiosi dei fondatori dell Europa unita. Non perdiamo la memoria di questi». El Vaticano celebra desde enero pasado numerosos actos en recuerdo de aquellos documentos, inicio de la Europa unida, que nació para tutelar el derecho a la paz, gracias a la generosa cesión de cotas de soberanía por parte de los pueblos. En marzo recibió en la Capilla Sixtina a los líderes de los 27 y este últimomismo fin de semana ha celebrado un foro sobre la contribución de los cristianos al futuro de la UE. En esa hoja de ruta, el procés es un obstáculo para la refundación de Europa. La Santa Sede empuja en la dirección contraria a la del independentismo catalán.
En el foro de Roma el Vaticano ha hablado por boca de Richard Gallegher, secretario para las Relaciones con los Estados. El ‘ministro’ de Exteriores cree que existe «un sano nacionalismo que normalmente se expresa con sentido patriótico». Por el contrario «los nacionalismos no sanos y los populismos presentan aquello que el pueblo quiere escuchar y no necesariamente aquello que es toda la verdad». El caso catalán ha generado un insano aire de división. El Vaticano siempre ha telegrafiado que rechaza la posibilidad de reconocer la independencia de Cataluña, al considerar que se trata de un asunto interno de España que debe resolverse en el marco de la ley. Bergoglio fue muy claro ante el embajador de España ante la Santa Sede, como se pudo comprobar en la filtración, seguramente pactada, del contenido de la reunión diplomática para apaciguar el fuego en sacristías y cenobios catalanes y contentar al Gobierno de Rajoy.
Pero el Vaticano juega en todas mesas y si bien no se ha prestado a una mediación, sí ha alentado y respaldado los movimientos de la jerarquía de la Iglesia catalana para evitar una ruptura irreversible. Moncloa, que se siente fuerte, no lo había pedido. De hecho, cuando convocó a los cardenales Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, y Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, no fue para pedirles que mediaran, sino para regañarles por el independentismo eclesial y por la nota de la Comisión Permanente, que le pareció excesivamente neutra.
Teólogo vasco
Había goznes para una cadena de mediación. El ‘núcleo duro’ del Govern está formado por hombres que han tenido una sólida formación eclesial. Carles Puigdemont, que proviene de una familia muy conservadora y católica, estudió en el duro internado del Collell, antiguo seminario y prisión, que describe Javier Cercás en su novela ‘Soldados de Salamina’. También pasó varios veranos con los monjes cistercienses de El Poblet en retiros espirituales. Su hermano Joaquín estuvo en el seminario menor de los misioneros claretianos y antes de abandonar su vocación tuvo tiempo para coincidir con Jordi Turull, ahora uno de los hombres de confianza del president. Joaquín Puigdemont ha sido archivero del Centro de Espiritualidad Claretiana y es traductor de la editorial Claret. Ha traducido al catalán muchos de los libros del teólogo vasco Jose Antonio Pagola, entre ellos el exitoso y polémico ‘Jesús. Aproximación histórica’.
El cardenal Omella, que ha protagonizado ímprobos esfuerzos por buscar una salida desde su posición de mando y con capacidad de interlocución, ha visitado esta semana al Vaticano. Viajó después del último pleno de la Conferencia Tarraconense, que fue incapaz de consensuar un comunicado. El arzobispo de Barcelona ha participado en el foro internacional con motivo del aniversario del Tratado de Roma, en el que ha coincidido con el Papa Francisco y con el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin. Ante ese auditorio ha proclamado que ama «profundamente Cataluña, así como España y Europa». Una posición muy clara del hombre fuerte del Vaticano en España. La doble jornada incluía una visita al cuartel general de San Egidio, en el barrio del Trastévere. En un guiño ‘in extremis’ Francisco y Omella posaron con una camiseta del Barça, pero ya estaban fuera de tiempo. Sacralizada la independencia, Cataluña prefiere la inmolación y el martirio.
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