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El lunes, en su primera reunión oficial como lehendakari, Imanol Pradales proclamó todo un alegato por la «unión» entre Bizkaia, Álava y Gipuzkoa. A sus ... respectivos diputados generales -todos ellos del PNV- les emplazó a aparcar la visión localista porque, en una sociedad de poco más de dos millones de habitantes que quiere competir en un mundo cada vez más globalizado, los retos deben ser unitarios, «de país». Una teoría que, en cambio, a veces choca inevitablemente con la práctica de un entramado institucional complejo como el de Euskadi, máxime en el campo de las infraestructuras, inagotable fuente de agravios territoriales.
Por lo pronto, el nuevo inquilino de Ajuria Enea y su búsqueda de unidad se enfrentan desde ya al primer gran rompecabezas. Tras sucesivos retrasos por la falta de consenso y las convocatorias electorales, el Gobierno central está a punto de tomar la decisión definitiva sobre el nuevo trazado ferroviario de alta velocidad que unirá Euskadi con Navarra. Y, de forma irremediable, habrá un vencedor y un vencido. Sobre la mesa, dos alternativas: una, defendida por Álava, que supone enlazar la red a través de Vitoria; y otra, pretendida por Gipuzkoa, que plantea hacerlo por la pequeña localidad de Ezkio-Itsaso. Cada una con sus pros y sus contras.
La pugna no es ni mucho menos nueva, pero sí lleva meses recrudeciéndose a medida que se acerca el desenlace. Y aquí poco importa que el reto sea «de país» o que ambos territorios estén regidos por la misma fórmula de gobierno, una coalición entre PNV y PSE-EE. Cada uno barre para casa en un debate en el que afloran las discrepancias internas de los partidos políticos. Jeltzales y socialistas defienden cosas diferentes a cada lado de la muga siendo conscientes de que en algún momento, y este llegará más pronto que tarde, la balanza se inclinará a uno de los dos lados.
El Ejecutivo central, de hecho, lleva tiempo dando evidentes muestras de que optará por la vía alavesa. Aunque es un trazado más largo (75 kilómetros frente a 55), es más sencillo de ejecutar técnicamente y tiene un coste ostensiblemente menor: 700 millones de euros frente a los 2.000 del guipuzcoano, según cálculos realizados hace más de un lustro que habrán quedado desfasados por la inflación. La gran complicación de la otra alternativa es que requeriría construir un túnel de 22 kilómetros para atravesar la sierra de Aralar. Sería el tercero más largo de la alta velocidad en España tras los de Guadarrama y Pajares.
Pese a que a estas alturas las probabilidades de éxito de su fórmula son nulas, Gipuzkoa no está dispuesta a arrojar la toalla. Tanto es así que la diputada general sigue asegurando que la conexión de Ezkio-Itsaso es «irrenunciable». A su favor esgrime que esta solución acortaría en casi 25 minutos la duración del trayecto entre Pamplona y San Sebastián, punto estratégico para enlazar después con Francia. La rapidez en los desplazamientos es «el principal valor del TAV», según la responsable foral, quien incide en el impacto sobre la competitividad económica no sólo de su territorio, sino de toda Euskadi.
Al otro lado, su homólogo en Álava se muestra más confiado. Ramiro González, sabedor de que la opción de Vitoria cuenta con todas las papeletas para imponerse, se muestra «convencido» de que los análisis técnicos le darán la razón. Esta vía también es la que más adeptos tiene en el Gobierno de Navarra de la socialista María Chivite, que en todo caso siempre ha evitado posicionarse con claridad e incluso ha realizado catas para estudiar la opción guipuzcoana, reivindicada por su principal socio de gobierno, Geroa Bai, coalición en la que se integra el PNV.
Entre dos mares, el recién constituido Gobierno vasco de Pradales aguarda la decisión tratando de prevenir un conflicto territorial. El propio lehendakari evitó posicionarse el lunes tras la reunión en la que estuvieron presentes González y Mendoza, y ayer la portavoz del Ejecutivo, Maria Ubarretxena, ahondó en el mensaje de unidad: «Todos vamos en el mismo barco, que es Euskadi». La disyuntiva también tiene derivadas en el socio minoritario, el PSE-EE. Con posturas contrapuestas entre Álava y Gipuzkoa, será el irunés José Antonio Santano, secretario de Estado de Transportes y 'número dos' del ministro Óscar Puente, uno de los principales artífices de la sentencia.
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