La tercera declinación de Rosa
Su acercamiento al PP se explica por su 'obsesión' por la unidad territorial y su enfrentamiento con Sánchez, y sobre todo, con Albert Rivera
Ha sido, sin duda, una de las imágenes de la semana. La de Rosa Díez (Sodupe, 1952) compartiendo en el Congreso de los Diputados charla, ... risas y mano dura contra los nacionalismos con Pablo Casado y, sobre todo, con Cayetana Álvarez de Toledo. Porque es la portavoz del PP en la Cámara baja, la misma que a punto ha estado de incendiar el partido con sus invectivas contra la formación en Euskadi, la verdadera artífice del regreso a primera línea de una figura clave de la política vasca y española desde hace décadas que a pocos deja indiferente. «Una mujer valiente, un espíritu libre, una impresionante política», según Álvarez de Toledo, a quien Díez ya respaldó en su campaña en Cataluña. Una personalidad «extraordinariamente versátil», en sardónica definición de Alfonso Alonso. Una exdirigente en busca de «protagonismo», para antiguos compañeros de UPyD como el exportavoz vasco Gorka Maneiro.
Desde luego, una trayectoria que no ha escrito aún su punto final. Aunque se define como activista «sin partido», quienes la conocen -ella prefirió esta semana no hacer declaraciones, requerida por este periódico- no descartan «en absoluto» que pueda acabar engrosando las listas electorales del PP. «Es que solo le queda el PP. Y ella quiere que le pidan que se presente. Si es con manifestaciones en la calle, mejor», ironiza un excompañero en la formación magenta, convertida hoy en una sigla testimonial. La mera posibilidad de que Díez pueda engrosar las planchas del PP vasco desataba risas nerviosas en la convención que el partido ha celebrado en Vitoria. «Ha estado enfrente del PP, haciendo mucho discurso contra nosotros. Las evoluciones ideológicas de la señora Díez son admirables, pero para mis listas confío en mi gente», ha zanjado Alonso.
Pero, ¿qué conjunción astral ha llevado a una socialista que llegó a pelear en primarias por la secretaría general del PSOE y del PSE, a la exconsejera de Turismo en los Gobiernos de José Antonio Ardanza (1991-1998), a la lideresa que se resistió a diluir la sigla de UPyD (cofundadora en 2007) cuando su agonía era más que evidente, a coquetear sin disimulo con la cúpula del PP?». Rosa, rosae, rosarum..., ¿cómo se explica esta tercera declinación de Rosa, tras su larga etapa en el ala vasquista y más a la izquierda del PSOE y la aventura progresista, liberal y regeneradora -en sus inicios- que fue UPyD?
Hay varios factores que ayudan a desentrañar el misterio. El principal, sin duda, es la estrategia de Álvarez de Toledo para tomar la delantera a Ciudadanos. La portavoz, a quien hasta sus más acérrimos adversarios reconocen una fina astucia política, hace tiempo que ha decidido rodearse del llamado constitucionalismo cívico -intelectuales de izquierda y de derecha unidos por su defensa de la unidad de España (Félix Ovejero, José María Fidalgo, Francesc de Carreras, el propio Fernando Savater)- para seducir a un tipo de votante muy determinado.
En ese afán debe leerse la creación de la plataforma 'Libres e Iguales' en el fragor del 'procés' catalán en 2014. Ya entonces Álvarez de Toledo quiso contar con Díez para un manifiesto que suscribieron, entre otros, Albert Boadella y Mario Vargas Llosa pero se tuvo que conformar con otra ilustre 'ex' de UPyD, Irene Lozano, que sufrió también su propia metamorfosis y acabaría coescribiendo el 'Manual de Resistencia' de Pedro Sánchez. «Irene se dio de tortas en la escalinata del Congreso por salir en la foto, pero Rosa y Carlos (Martínez Gorriarán) no quisieron entrar porque seguían empeñados en liderar su proyecto», recuerda un compañero de los tres.
«Bolivarianos»
No obstante, lo que sí había desarrollado Díez ya entonces, según coinciden varios observadores políticos, es un paulatino proceso de «derechización» y «radicalización» avivado por el órdago del soberanismo catalán. «Está obsesionada con la unidad territorial», apuntan. Un germen que ya había prendido en los años de persecución de ETA en Euskadi, que la llevaron a ser blanco frustrado de la banda y uno de los rostros visibles de movimientos de resistencia como 'Basta Ya' y a trabar amistad con María San Gil, cercana a su vez a Álvarez de Toledo. Lejos habían quedado ya entonces los tiempos en los que proclamaba que «si una mayoría defendiera en Euskadi la independencia, la democracia se adaptaría» ('La Vanguardia', junio de 1999).
Todos esos renglones de su biografía son claves para entender la foto del jueves. También algo que la diferencia de Lozano, su posición extremadamente crítica con Sánchez. Solo hay que echar un vistazo a su 'timeline' de Twitter, donde le pone de «peligro para la democracia» para arriba. Provocadora y deliberadamente transgresora, reventó la red social en junio al pronunciarse a favor de «gobiernos progresistas» de PP, Cs y Vox. «Nada hay más reaccionario que los bolivarianos y los supremacistas», justificó. Pero hay alguien con quien la declarada animadversión es mayor: Albert Rivera. A la sazón, el claro rival del PP en la batalla por la hegemonía del centroderecha. Los intentos del líder naranja de fusionarse con UPyD se saldaron, en 2015, con un sonoro portazo de Díez. Poco después, la lideresa abandonaba el partido que ella misma fundó ante los desastrosos resultados en las urnas, mientras Cs se disparaba. Hoy, muchos creen que a Díez le ha llegado la hora de tomarse la revancha.
Las claves
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Estrategia electoral Cayetana Álvarez de Toledo, en su afán por tomar la delantera a Cs, es la artífice del regreso
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Su futuro Sus excompañeros en UPyD no descartan que acabe engrosando las listas del PP
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