Sumar se registra como partido en Euskadi en plenas negociaciones con Podemos
Se constituye como una marca vasca para dotarse de estructura y ganar fuerza en el acuerdo para concurrir en coalición a las autonómicas de 2024
Durante los últimos meses, en los que el espacio no nacionalista a la izquierda del PSE-EE viene redoblando el ritmo de sus conversaciones para ... presentar una coalición unitaria a las autonómicas de 2024, voces de Podemos insistían en una idea para reivindicar su fuerza en la negociación y desdeñar la ajena: «Sumar no es nada en Euskadi». La falta de estructura de la plataforma de Yolanda Díaz en suelo vasco lastraba en la práctica su capacidad para lograr un acuerdo beneficioso de cara a una entente que también aspira a incorporar a Ezker Anitza-IU, Berdeak Equo, Alianza Verde y Más Euskadi.
Desde esta semana, Sumar ya es algo en Euskadi. Su inscripción oficial como partido en el registro el pasado lunes, bajo el nombre 'semieuskaldunizado' de Sumar Mugimendua, es el primer paso para su constitución definitiva, de manera que se convierta en una organización política al uso, con liderazgos, estructuras, estatutos, bases... «Nos va a permitir iniciar una nueva etapa que es la primera de un proceso ilusionante de trabajo político colectivo para que los principios que nos inspiran sean la palanca de movilización ciudadana que necesitamos», reza una carta enviada este martes a los inscritos.
La formación en Euskadi, encabezada por el diputado Lander Martínez, replica así el movimiento que efectuó la plataforma a nivel nacional antes de las generales. Fue a finales de mayo, apenas un día después del inesperado anticipo electoral por parte de Pedro Sánchez, cuando Díaz dio la orden de registrar la marca para ganar fuerza en las negociaciones con Podemos y el resto de formaciones que, no sin enfrentamientos internos, terminaron por sellar la coalición para el 23-J. Ahora se persigue lo mismo, aunque se hace todavía con mayor antelación por el posible adelanto de los comicios vascos a marzo.
Hoy por hoy, y tras meses de diálogo, las principales fuerzas concernidas –esto es, Podemos, Ezker Anitza-IU y Sumar Mugimendua– se encuentran en un tira y afloja para tratar de acaparar el mayor trozo posible de la tarta. La formación morada intenta hacer valer su peso –tiene 1.500 afiliados y unos 9.000 inscritos– para asegurarse el control de la coalición, una notable representación en las listas y, sobre todo, ostentar el liderazgo de la plancha. El aparato del partido liderado por Pilar Garrido ya ha lanzado públicamente a Miren Gorrotxategi como candidata a lehendakari, al igual que en 2020, si bien deberá someterse a unas primarias, previsiblemente en diciembre.
Podemos se afana así por marcar el paso mientras el resto de fuerzas optan por todo lo contrario, por no precipitar los acontecimientos y no dar nada por sentado. La semana pasada, la dirección de Ezker Anitza-IU incluso afeó a los morados que proyectaran ya a Gorrotxategi como aspirante a Ajuria Enea porque «no es el momento de hablar de candidaturas», sino de «construir una propuesta unitaria de cambio». Por parte de Berdeak Equo también han advertido de que «hay mucho por hacer como para perdernos en debates estériles y disputas perdedoras».
Bajas expectativas electorales
Las negociaciones afrontan ahora, por si fuera poco, factores exógenos como la disputa de incalculables consecuencias entre Sumar y Podemos en Madrid. A nivel vasco, ambos actores reivindican su «autonomía» frente a sus respectivas cúpulas nacionales –Sumar Mugimendua dice que tendrá una «relación federal» con la dirección de Díaz–, pero una ruptura definitiva allí podría tener su réplica aquí. Por lo pronto, aquí se está tratando de articular una coalición para las autonómicas, puede que en marzo, cuando allí Podemos ya está dando señales de querer concurrir en solitario a las europeas de junio tras ser excluido del Gobierno de coalición.
En Euskadi, las bajas expectativas electorales juegan a favor de un matrimonio de conveniencia,. Si Elkarrekin Podemos-IU logró seis parlamentarios en las autonómicas de 2020, ahora las primeras encuestas alertan de una caída incluso hasta la mitad, con sólo tres. Los interesados se enfrentan, por tanto, a un delicadísimo equilibrio de fuerzas: cómo repartir un menor botín entre más interesados.
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