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Miércoles, 31 de octubre 2018, 18:21
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El jefe del dispositivo policial en la noche de abril de 2012 en la que murió Iñigo Cabacas ha acaparado gran parte de la atención de la novena jornada del juicio que se sigue en la Audiencia de Bizkaia por la muerte del aficionado del Athletic. El ertzaina N66M1 que entonces era subjefe de la comisaría de Bilbao, y que hoy desempeña un importante cargo en la Oficina Central de Inteligencia, ha defendido este miércoles que actuó de manera correcta desde que se produjeron los incidentes en el callejón de María Díaz de Haro y ha restado importancia al hecho de que, una vez que las furgonetas volvieron a comisaría, no ordenase separar las escopetas antidisturbios para que pudiesen ser analizadas con el objetivo determinar quién las había utilizado. Según ha explicado, no lo hizo porque en ese momento, a pesar de que antes había visto al joven tendido en el suelo del callejón, desconocía la «gravedad» de las lesiones que sufría Cabacas. E interpretó, además, que los agentes habían utilizado las escopetas en «sitios diferentes», «antes y después» de la carga que hirió de muerte al joven basauritarra. Y, en este sentido, cualquier escopetero podría haber alegado que habían sido utilizadas «antes y después». A su juicio, se trataba de un análisis que no aportaba «ningún elemento probatorio».
En todo caso, el que era 'número 2' de la comisaría de la capital vizcaína también ha insistido en que la tarea de comprobar las bolsas de pelotas de goma que habían sido utilizadas era del responsable del búnker y del jefe de operaciones que estaba aquella noche de turno, el conocido como Ugarteko. Además, ha querido recordar que la Ertzaintza había tenido antes «cientos de actuaciones antidisturbios». Y que nunca se realizaba la requisa de escopetas. Entre otras razones, porque de otra manera se hubiesen quedado sin material para los operativos. Sin embargo, ha admitido que más tarde se procedió a requisar el material de las furgonetas 12, 13 y 14 (en las que estaban los agentes procesados) porque se tenía constancia de que al menos ellos habían «actuado» en el callejón.
Estas respuestas no han satisfecho a la abogada de la acusación particular, que representa a los padres de Cabacas. Tampoco al letrado del oficial 3.389, uno de los tres mandos intermedios encausados, que lleva una línea de defensa radicalmente opuesta a la del resto de agentes procesados. De hecho, prácticamente todos los testigos de la Ertzaintza que han pasado por la sala de vistas han coincidido en señalar a este agente, hoy retirado, como el responsable de tomar las decisiones en la zona en la que se produjo la carga de pelotas. Así lo afirmó en su declaración el jefe de la Policía vasca, Jorge Aldekoa, y así lo han apuntado este miércoles los operadores de radio que estaban aquel día trabajando en la ertzain-etxea. En este sentido, la ertzaina 9.163 ha manifestado que el Ugarteko «tuvo que dar» la polémica orden de «entren con todo» al callejón porque este oficial no estaba haciendo nada cuando a comisaría estaban llegando avisos de que había «un herido sangrando» en la zona y las «ambulancias no podían entrar».
En este contexto, el jefe del dispositivo policial ha insistido en que él, a pesar de que se encontraba en la zona de San Mamés, no tuvo conocimiento de los incidentes que se estaban produciendo en el callejón hasta las 23.36 horas, cuando desde comisaría reclamaron a varias furgonetas que se dirigieran hacia María Díaz de Haro en apoyo de otras unidades que estaban cargando y que habían sido movilizadas previamente. ¿Por qué el subjefe no escuchó ese primer aviso? Según ha explicado, porque fue realizado por un canal de comunicación interno distinto al que él tenía puesto en la emisora. Aquel día, con motivo del partido de alto riesgo entre el Athletic y el Schalke 04, se establecieron dos canales de comunicación en la comisaría de Bilbao: uno para las actuaciones ordinarias (que fue el utilizado en un primer momento) y el segundo para el dispositivo especial del partido. La responsabilidad de comunicárselo, ha remarcado, era del jefe de operaciones.
El exsubjefe de Bilbao ha insistido en que, en todo caso, tardó en llegar 7 minutos desde la zona de Ingenieros hasta la plazoleta. Cuando llegó «semicorriendo», ha dicho, se hizo cargo de la situación y fue «recogiendo» a los agentes que se habían adentrado en la plaza. En ese momento seguía habiendo disturbios en Pozas, pero el incidente del callejón había pasado.
A pesar de que la formación que reciben los miembros de Brigada Móvil es superior, este responsable policial ha insistido en que los agentes de Seguridad Ciudadana de Bilbao que cargaron tenía una «destreza muy buena» para actuar porque, entre otras razones, habían recibido cursos de reciclaje y tenían «experiencia» en numerosas actuaciones antidisturbios que se habían producido en la capital vizcaína. También ha explicado que, aquel día, se decidió no incorporar patrullas de paisano para comprobar previamente los incidentes porque en otros partidos europeos de alto riesgo algunos de estos 'askatus' habían sido agredidos después de que fuesen confundidos por aficionados rivales por otros hinchas radicales.
Y al tercer día apareció. Arkaitz M., la persona que llamó en primer lugar al 112 alertando de una «batalla campal» en el callejón de María Díaz de Haro, ha ofrecido su testimonio en la Audiencia de Bizkaia después de dar 'plantón' dos veces al tribunal. El joven se excusó diciendo que el primer día no acudió porque la citación le había llegado en plena mudanza. Y el pasado martes tampoco fue al juzgado porque se despistó con las fechas.
Hoy ha llegado al juzgado conducido por la Ertzaintza y la presidenta del tribunal le ha advertido de que podría ser sancionado. Arkaitz M. ha reconocido que realizó esa llamada cuando vio una pelea «de un grupo contra otro» golpeándose «a diestro y siniestro», de forma «muy bestia». Esa llamada la hizo escondido en unas jardineras porque tenía «miedo» a que le escuchasen los que se estaban pegando. Posteriormente, sólo identificó a un agresor -un individuo grande con un tatuaje de un escarabajo en el cuello-, pero insiste en que iba con más personas.
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