Sortu pide a sus bases «disputar el sentido común» sin dejar de «legitimar» la «lucha»
La ponencia que marcará su congreso alerta del «riesgo» que corre el partido de quedarse atrapado en la «trinchera en nombre de una supuesta radicalidad»
Domingo, 2 de noviembre 2025, 01:27
Con una mezcla de autocrítica, reafirmación en el giro estratégico realizado hace una década y equilibrios dialécticos e ideológicos, Sortu avanza en el proceso congresual ... que culminará a principios de 2026 con la elección de una nueva dirección y la aprobación de una hoja de ruta de cara a los próximos años. Frente a los profundos cambios de citas anteriores, este cónclave apuesta sobre todo por la confirmación. Porque más allá de algunos retoques nominales -Arkaitz Rodríguez no seguirá como secretario general-, la matriz de EH Bildu tiene claro que de lo que se trata ahora es de profundizar en el camino emprendido, seguir gestionando contradicciones y adaptarse a una sociedad vasca cuyas «vivencias políticas han cambiado radicalmente en la última década».
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La base sobre la que girará el congreso es la ponencia 'Herri Gogoa', un texto de 56 páginas con 235 epígrafes. A día de hoy no se ha presentado un texto alternativo, pero no se descarta. En 2021, destacados militantes registraron 'Lurrari lotuz', un documento en el que se criticaba la aproximación a Pedro Sánchez. Se llegó a votar, y obtuvo el 22% de apoyo entre las bases. Un toque de atención que, en todo caso, no afectó al plan diseñado por la dirección. Más bien al contrario. El apoyo al Gobierno del PSOE y Sumar es total y se mantiene la idea de que supone una «ventana de oportunidad».
Cuatro años después, y a la espera de ver si se organizan los que siguen apostando por la ortodoxia, la izquierda abertzale se enfrenta a otros retos, como la implosión definitiva de GKS -el movimiento que ha penetrado con fuerza en un sector de la juventud- o el surgimiento de colectivos que apelan a las esencias. Grupos a los que se les da una importancia relativa, pero que están ahí y evidencian que aunque no existe un gran conflicto interno, sí hay movimientos.
El análisis que hace Sortu parte de una reflexión: que la sociedad se mueve. Y no solo de forma genérica. «El entorno social de la izquierda abertzale también ha cambiado», se sostiene en 'Herri Gogoa', donde se añade: «La izquierda abertzale no es la misma que hace diez o quince años». Unas transformaciones sociales que servirían para explicar las razones del giro estratégico de los últimos años porque «no podemos mirar a Euskal Herria con las mismas gafas que hasta ahora». De hacerlo, añade Sortu, «no percibiríamos adecuadamente las condiciones sociales actuales y estaríamos hablando a una sociedad que ya no existe».
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La izquierda abertzale mantiene la apuesta por lograr la independencia, pero como viene insistiendo en los últimos tiempos, sobre todo tras el fiasco del 'procés', sin movimientos traumáticos, «peldaño a peldaño». Y con autocrítica. En un contexto en el que todas las encuestas señalan que la apuesta por la secesión es mínima entre la sociedad vasca y con las negociaciones para la reforma del Estatuto sin que terminen de concretar un acuerdo definitivo, el documento reconoce que Sortu no ha conseguido «activar la decantación independentista de una mayoría ni formas eficaces de polarización», que hay una «pérdida de tensión», que «nos hemos ahogado en el camino» y que «es necesario formular el conflicto en términos actuales» porque «quizás no hemos acertado del todo a conectar con la evolución que, de la mano de los cambios en la sociedad, se ha producido».
«Mayorías alternativas»
Una autocrítica que, en todo caso, no modifica el plan de los últimos años. Porque, a día de hoy, para la izquierda abertzale el mejor modo para lograr la independencia es «alcanzar los gobiernos institucionales y gobernar bien». «La variable institucional es una de las claves principales en la estrategia actual, tanto para legitimar el proceso como para poner las instituciones al servicio de la ciudadanía y del proceso».
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¿Y cómo se consigue eso? Pues formando «mayorías, alternativas creíbles y disputando el sentido común». Una apelación a la moderación que Sortu refleja en otra reflexión que demuestra los cálculos ideológicos de una formación que no descarta la salida de Sánchez de La Moncloa, algo para lo que «hay que prepararse».
Para Sortu, de lo que se trata es de «combinar la visión estratégica con el pragmatismo». Un juego que conlleva unos «riesgos», entre ellos, que «ante la complejidad del camino a recorrer, quedarse anclado en una dinámica únicamente reivindicativa o en propuestas y estrategias estériles, sin poder salir de nuestra trinchera en nombre de una supuesta radicalidad». Sobre todo en un contexto en el que los actos de violencia callejera le están obligando a hacer equilibrios internos.
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Todo un mensaje a los sectores más ortodoxos, para los que en todo caso también hay algún guiño. Por ejemplo, «reivindicar la trayectoria histórica de lucha del movimiento de liberación y defender con todos sus claroscuros la legitimidad y fertilidad de esa trayectoria». Sin decirlo expresamente, un reconocimiento a ETA.
Formar «cuadros políticos» para un «movimiento» que controla Bildu
Una de las cuestiones más destacadas en la ponencia de Sortu es la propia organización interna de cara al futuro. Para empezar, se asegura que la formación de la izquierda abertzale es ya más un «movimiento» que un partido y que uno de los objetivos es «reducir la vida interna». Su función principal será, sobre todo, impulsar la independencia y formar «cuadros políticos». No tendrá «grupos estructurados» en los pueblos. El objetivo oficial de esta reestructuración es «liberar fuerzas». Pero otras voces apuntan a un 'mal' que afecta a todos los partidos y que también llega a la izquierda abertzale: la dificultad de mantener una estructura militante.
Ese vaciamiento aparente de Sortu también tiene otro motivo. En realidad, la izquierda abertzale no necesita tanto que Sortu funcione como un partido al uso porque ya tiene el control absoluto de EH Bildu. Lo que empezó como una coalición en la que también estaban Eusko Alkartasuna, Aralar y Alternatiba se ha convertido en una marca pilotada de forma absoluta por la izquierda abertzale. Aralar desapareció –aunque algunos de sus miembros todavía tienen puestos internos y públicos–, mientras que EA y Alternatiba cuentan con varios cargos institucionales de relevancia, pero orgánicamente cuentan bastante poco.
El trasvase de cargos ha sido constante en los últimos años, empezando por el propio Otegi, que comenzó como líder de Sortu y ahora es el secretario general de EH Bildu. Episodios similares se han repetido en los últimos años, con el salto de la matriz a la sala de máquinas de la coalición de los principales líderes de la izquierda abertzale. Todos los ideólogos del giro estratégico de los últimos años están en la sala de máquinas de EH Bildu: Pello Otxandiano, Gorka Elejabarrieta, Sonia Jacinto y el propio Arkaitz Rodríguez, quien desde hace unos meses es secretario de Acción Política.
Los últimos en entrar en la dirección como secretarios sectoriales han sido Kizkitza Gil de SanVicente y Haimar Altuna, que representan la línea ortodoxa y fiel a la dirección de Sortu. Aun así, queda por resolver la incógnita de quien tomará el relevo de Rodríguez como secretario general de una formación en la que su secretario de Organización sigue siendo David Pla, considerado uno de los últimos jefes de ETA.
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