Pradales: «Siento pena y rabia al ver a jóvenes vascos sembrando la violencia en nuestras calles»
«Cómo puede entenderse que un chaval de 20 años se despierte en su casa un domingo y se encapuche para atacar, especialmente a la Ertzaintza», reflexiona el lehendakari
Los rescoldos de los graves incidentes que el 12 de octubre pusieron «patas arriba» el centro de Vitoria llegaron este viernes el Parlamento vasco. Después ... de dos semanas de cruces de críticas y reproches entre el Gobierno vasco y EH Bildu por el alcance y responsabilidad de las algaradas, el lehendakari y el consejero de Seguridad tuvieron que dar explicaciones a preguntas de los grupos de la oposición. Es cierto que las dieron, pero sobre todo volvieron a poner el foco en la actitud violenta de los radicales, que retrotrae a escenas de la kale borroka de décadas pasadas, y en los discursos de algunos partidos justificando las algaradas. En ellas resultaron heridas 40 personas, la mitad ertzainas, que tuvieron que repeler los ataques de los violentos que trataron de reventar un acto de Falange.
El primero en responder fue Imanol Pradales a una pregunta de Sumar. El lehendakari lanzó dos mensajes claros y contundentes. El primero, que le parece «inaceptable» escuchar como «responsables políticos dan alas y justifican a los violentos». Y el segundo, que siente «vergüenza, pena y rabia al ver a jóvenes vascos sembrando la violencia en nuestras calles».
Las palabras de Pradales llegaban después de que el consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, criticase el miércoles a EH Bildu y Sumar por poner más el foco en la actuación de la Ertzaintza y en reprochar al Ejecutivo por permitir la concentración de Falange que en censurar las acciones violentas. De ahí que el único parlamentario de Sumar, Jon Hernández, no ocultara su malestar al subir al estrado y acusara al Gobierno vasco de usarles como «cabeza de turco», además de reprochar al Ejecutivo su permisividad con el grupo de extrema derecha.
Porque, para Hernández, el Gobierno vasco tuvo «una importante inacción en previsión de que se iba a cometer un acto de estas características, contrario a la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Euskadi». «Un acto ilegal, en el que se exhibieron símbolos, consignas y cantos franquistas y, sobre todo, fue un acto de desprecio, de humillación y de menosprecio a las víctimas de la dictadura», apostilló.
A Pradales no le gustaron estas acusaciones. «Soy antifascista», respondió el lehendakari, antes de recordarle a Hernández que Falange es un partido político legal y que su acto en Vitoria no podía prohibirse. «Contra los fascismos y totalitarismos no todo vale», le puntualizó
A partir de ahí, el lehendakari volvió a poner el foco en que los representantes políticos deben recriminar los actos violentos «sin medias tintas, sin equidistancias y sin justificaciones». «El umbral ético sobre el uso de la violencia no puede ser relativo, ni dependiente del fin», añadió Pradales, para quien «es responsabilidad de todos deslegitimar el uso de la violencia en todas sus formas y, especialmente, la violencia con fines políticos». Y en un claro mensaje a Bildu, dudó de que «todos en esta Cámara estén de acuerdo con ello».
Como ya ha ocurrido estas dos últimas semanas en varias ocasiones, el lehendakari volvió a equiparar como fascistas tanto a la Falange como a los grupos de extrema izquierda radical. «Me repugna ver a miembros de la Falange en Gasteiz con proclamas franquistas. No los queremos aquí, ni en ningún lado, pero tan claro como eso, siento vergüenza, pena y rabia al ver a jóvenes vascos sembrando la violencia en nuestras calles», añadió. «¿Cómo puede entenderse que un chaval de 20 años se despierte en su casa un domingo, se vista de negro, se ponga guantes blancos y se encapuche, para amedrentar, arrasar con escaparates y con terrazas y atacar a las personas que encontraban a su paso, especialmente a la Ertzaintza?», se preguntó.
Tras Pradales, le tocó dar explicaciones a Zupiria a preguntas de EH Bildu y PP. El consejero de Seguridad ya había entonado días atrás algún mea culpa por el ineficaz despliegue de la Ertzaintza -«no logramos garantizar la seguridad»-, pero este viernes aportó algún detalle más tras el chaparrón de críticas que recibió de la parlamentaria popular Ainhoa Domaika.
Repetir el 'caso Cabacas'
El consejero confesó en primer lugar que se vieron sorprendidos por el «nivel de organización y la violencia utilizada» por los radicales. Es decir, que faltaron «tareas de información previa» para calibrar lo que se les venía encima en Vitoria, con decenas de alborotadores procedentes de toda Euskadi, organizados para una guerra de guerrillas en el centro de Vitoria. «No fuimos capaces de prever la gravedad de los hechos a los que nos enfrentábamos», añadió
Eso provocó que en primera línea de los incidentes estuvieran agentes de Seguridad Ciudadana, patrulleros que tuvieron que enfrentarse cuerpo a cuerpo con los radicales. «No tenían la formación precisa para hacer frente a situaciones que nunca antes habían conocido», confesó Zupiria, quien pese a admitir estos errores, mostró su «respeto absoluto» a los responsables policiales que diseñaron el dispositivo. «Saben lo que hay que hacer mejor que nadie», afirmó.
Bildu, como Sumar, insistió en la «absoluta impunidad» con la que actuó Falange y volvió a deslizar que «algunos ertzainas» actuaron en connivencia con los ultraderechistas. Además, su parlamentario Gorka Ortiz de Guinea puso el foco en la persona herida supuestamente por una bala de foam disparada por la Policía y «lo cerca» de «repetirse lo ocurrido con Iñigo Cabacas».
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