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Política en tiempos de guerra

Martes, 15 de marzo 2022

En política y en la vida hay personas que son incapaces de quitarse sus gafas monocolores y nunca renuncian a llevarse toda el agua a ... su molino, aun a riesgo de alejarse de la realidad y de perder reputación y la graduación de sus propias lentes. Por desgracia, los últimos tiempos han sido extremos y han desbordado las agendas locales y las sectoriales. La guerra en Europa nos vuelve a mostrar las debilidades de los partidos políticos como representantes de la sociedad civil y las limitaciones de las instituciones nacionales y subnacionales para defender nuestra forma de vida y nuestro planeta.

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Es de agradecer que la Conferencia de Presidentes Autonómicos no nos haya abochornado en esta ocasión con sus pequeñeces y estrechez de miras y hayan sido conscientes de los tiempos que corren y de la necesidad de no crear más problemas a una ciudadanía que no acaba de salir del destrozo emocional que supuso la pandemia, para introducirse de lleno en la ansiedad, la angustia y el miedo que provocan las guerras que se desarrollan en tu comunidad. En nuestro caso, en la comunidad europea.

La cronificación de la guerra ya es un escenario real al igual que se acabó cronificando la pandemia. En estas circunstancias, es difícil celebrar el impacto de la nueva reforma laboral en la reducción de la temporalidad de los nuevos contratos firmados en el último mes, atender a la alarma que ha saltado en Castilla y León con la entrada de Vox en el Gobierno autonómico, seguir cómo evoluciona la tan necesaria nueva ley de educación del Gobierno vasco o cómo se hace justicia con la familia de Mikel Zabalza. No solo la economía está en guerra, los medios de comunicación están sincronizados con la emergencia bélica que nos tiene atenazados a toda la sociedad occidental.

La catástrofe humanitaria que suponen los miles de muertos de la guerra y los millones de refugiados que han tenido que abandonar su hogar en la última semana, el miedo a un conflicto entre potencias nucleares que desencadene la tercera guerra mundial, los costes en calidad de vida y de aumento de la pobreza y el riesgo de exclusión que están pagando ya los ciudadanos, hace imposible conectar emocionalmente con otras agendas.

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La política que se sigue estos días tiene que ver con la diplomacia internacional, los actores son jefes de gobierno y representantes de las instituciones internacionales. Sabemos de la impotencia de otros espacios y es normal que las movilizaciones que se están produciendo en toda Europa están enmarcadas en la defensa de unos valores superiores de la política que no tienen nada que ver nada con las tácticas, estrategias y argumentarios cortoplacistas de los partidos cuya vocación de maquinarias electorales les dificulta estar a la altura de las circunstancias excepcionales que nos están tocando vivir.

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