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El PNV dedica dos de los cinco documentos que someterá a debate en el marco de la Asamblea General a mirarse al espejo, hacer autocrítica ... y proponer los retoques necesarios para «reconectar con esta renovada sociedad, madura y sumamente emocional», aunque sin ceder a las demandas que habían levantado más polvareda interna, singularmente la limitación del tiempo de permanencia en los cargos y una gestión estricta de las incompatibilidades.
Tanto en el borrador que explora cómo volver a convertirse en la fuerza «aglutinadora de las aspiraciones de la sociedad vasca» que fue en los albores de la democracia -asume, nada menos, que ha dejado de ser «un movimiento» para convertirse en un «partido de cuadros» más enfocado en la gestión institucional que en la «movilización» de grandes metas colectivas- como en el texto que examina sus mecanismos de organización interna, la conclusión es la misma, que Euskadi se ha transformado tan deprisa que corre el riesgo de pasarles por encima, con lo que eso implica en términos electorales.
«Han cambiado las prioridades de la sociedad y desde el PNV no se ha sabido leer. Incluso, en algunos casos, se ha dado una invalidación emocional para restar importancia a las demandas e infantilizarlas», admiten los jeltzales en el documento 'EAJ-PNV, un partido al servicio de su/un pueblo. Vínculos con la ciudadanía' que, en la estela de las conclusiones del proceso de escucha 'Entzunez Eraiki', desliza algunas conclusiones demoledoras como, por ejemplo, que, pese a ser un partido que «respeta la diversidad» social, no es capaz de reflejarlo «ni en sus actos ni en las efemérides ni en las relaciones sociales». Traducido, una perniciosa endogamia que el EBB propone corregir con medidas llamativas como «revisar con osadía» el «formato, localización» e incluso las «fechas» de sus cuatro grandes celebraciones anuales: el Aberri Eguna, el Alderdi Eguna, la fundación del partido el día de San Ignacio y el aniversario de la muerte de Sabino Arana.
Sin embargo, al abordar la cuestión más espinosa, y la que incendió el arranque del proceso interno en septiembre, al registrar tres históricos exsecretarios del EBB una propuesta para impulsar la limitación estricta a tres de los mandatos que pueden encadenarse en el mismo cargo, el PNV no es igual de tajante, a la espera de las enmiendas que redacten las organizaciones municipales hasta que finalice el plazo el 27 de enero.
Aunque asume que el tiempo de permanencia en el poder -verdaderamente llamativa en casos como el de Joseba Egibar, que ha estado casi cuatro décadas al frente del GBB- es una «cuestión recurrente» en el debate interno, rechaza impulsar una normativa rígida en ese sentido porque, argumenta, el régimen electoral en los distintos ámbitos institucionales vascos no contempla «restricción alguna».
Mayoría cualificada
Si la mayoría política de Euskadi ha decidido no limitar mandatos en los cargos públicos, «sería una imprudencia autolimitarnos» desde el partido, apuntan. Lo máximo que el PNV considera «prudente» es que para optar a más de dos mandatos consecutivos -ocho años, por lo general- se exija «una mayoría de votos cualificada en el ámbito correspondiente».
La medida no va mucho más allá de lo que ya contemplaban los estatutos que el PNV aprobó en 2020, que autorizaban a la asamblea competente a «excepcionar, de manera expresa e individualizada» la aplicación de la limitación de poder ser reelegido sólo una vez. En el asunto de las incompatibilidades -que también planteaban veteranos como Josu Bergara, Belén Greaves y Ricardo Ansotegi-, el PNV se abre a «revisar» el sistema para impedir, como principio «universal», que se puedan simultanear cargos públicos e internos, aunque también aquí matiza que esa acotación «debería poder ponderarse» en función de la «idiosincrasia» de «determinadas organizaciones municipales y territoriales».
Habrá que ver cómo se plasman finalmente estas cuestiones -y otras- en el nuevo reglamento estatutario que el PNV se comprometió a aprobar también en el marco de la Asamblea General de los días 29 y 30 de marzo en San Sebastián. Sin embargo, y para que primero pueda debatirse y aprobarse la ponencia de organización, en una decisión inusual que delata la complejidad interna del asunto, el EBB propone que los estatutos se aprueben en una tercera sesión «diferida» del cónclave, a celebrarse no más tarde de 2025.
El objetivo general de los cambios que plantea el PNV, con hincapié también en la necesidad de abrirse a movimientos feministas y ecologistas, es «recuperar la centralidad» como partido «transversal» que dice ser «en lo económico, lo generacional y lo social», además de «regenerar la confianza» de la sociedad, y que Euskadi le vuelva a percibir como «un partido del pueblo».
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