PNV, Bildu y PSE intensifican los contactos para tratar de llegar a un acuerdo estatutario
La posibilidad de un pacto a tres bandas sigue siendo complicada, pero las tres formaciones apuestan por el posibilismo
Hace poco más de un mes, Aitor Esteban lanzaba un plazo y ponía sobre la mesa dos opciones. Situaba a finales de año o «como muy tarde enero» la fecha para aclarar «si hay o no agua en la piscina» o si está «la cosa absolutamente atascada». El presidente del PNV se refería a las conversaciones abiertas entre su formación, Bildu y el PSE para alcanzar un pacto estatutario a tres bandas, un debate que se eterniza pero que en los últimos meses ha cogido velocidad, aunque sin que nadie tenga claro que ese intercambio de pareceres y papeles vaya a concretarse en algo. Los contactos se han intensificado con el objetivo de cumplir con ese plazo que puso el dirigente jeltzale y con la duda de cómo salvar los principales escollos, donde surge, una vez más el derecho a decidir.
La discusión gira sobre dos cuestiones: la temporal y el contenido. La reflexión lanzada por Esteban no es baladí. Aunque las tres fuerzas lograsen cerrar un acuerdo, este tendría que lograr el aval del Congreso. Y eso solo se podría hacer con una mayoría similar a la que existe ahora. Con el PP y Vox controlando la Cámara baja, se da por hecho que no habrá 'fumata blanca'. La rapidez pedida por Esteban tiene que ver con que nadie tiene muy claro hasta cuándo durará la legislatura. Un posible consenso entre las tres principales fuerzas vascas tendría que ser ratificado primero por el Parlamento vasco y luego por la Cámara baja, y requiere un largo proceso legislativo. Si Pedro Sánchez adelante las elecciones, todo este castillo de naipes se vendría al suelo.
«Segundo campo base»
Pero antes tiene que firmarse el acuerdo a tres. Y continúa siendo complejo alcanzar un pacto de mínimos en el que todos acepten ceder algo sin que se les pueda acusar de traicionar sus principios. El consenso sobre buena parte de las materias está cerrado desde hace tiempo. Sobre todo las que tienen que ver con cuestiones sociales o la necesidad de actualizar al siglo XXI un texto aprobado en 1979. El problema está vinculado con los epígrafes relacionados con la identidad y el peso político de Euskadi.
Hay tres puntos sobre la mesa: reconocimiento nacional, blindaje de competencias y derecho a decidir. En lo que tiene que ver con el último epígrafe, las diferencias de partida eran enormes, con una izquierda abertzale que hacía bandera de ello y un PSE que se negaba en redondo. ¿Cómo se puede resolver el entuerto? Las tres formaciones estarían explorando diferentes vías para tratar de lograr un acuerdo en el que se abandonarían los planteamientos más maximalistas. Sobre todo por parte de EH Bildu.
Desde la izquierda abertzale se considera que se vive una oportunidad histórica que puede cambiar todo el tablero político de Euskadi. Un pacto a tres, señalan, podría abrir el campo de juego de las alianzas de cara a futuro. Supondría un nuevo giro histórico en la trayectoria de lo que ahora representan Bildu y Sortu, que en 1979, y bajo la marca HB, rechazaron el actual Estatuto. Una actitud que han mantenido con igual de dureza desde entonces.
Pero la izquierda abertzale actual, como se reconoce en sus propios textos internos, no es la misma que la de hace 40 años. Ya no se apuesta por una llegada abrupta de la independencia. Se reconoce que no habrá un «día D» y que todo será gradual. Ahora se considera que, aun siendo muy insuficiente para la izquierda abertzale, el actual texto autonómico fue un primer paso para avanzar en el autogobierno y que un nuevo pacto a tres bandas con el PNV y el PSE supondría llegar al «segundo campo base».
En esa búsqueda de un punto común, desde la formación soberanista se pone el foco en la importancia que tendría el reconocimiento de que España es un estado plurinacional. Se trata de un concepto que el propio Sánchez ya defendió en 2017, pero que luego no se ha concretado en nada. Admitir ese «carácter plurinacional», sostienen en la izquierda abertzale, supondría un paso histórico sobre el que se podría seguir avanzando con fórmulas más o menos ambiguas en las que se aludiría a la «capacidad de decisión» y a los derechos forales, una vía en la que EH Bildu también lleva poniendo el foco en los últimos tiempos.
Derechos forales
Aprovechar la Disposición Adicional Primera de la Constitución que «ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales» y señala que su «actualización general se llevará a cabo en el marco de la Constitución y de los Estatutos». Un precepto legal que las dos formaciones abertzales quieren explorar para ahondar en el «blindaje» de las competencias, pero que, en todo caso, la mayoría de los juristas consideran que tampoco se puede estirar demasiado y convertirse en un cajón de sastre en el que quepa todo.
Una filosofía no muy diferentes a la que los mismos protagonistas plasmaron hace casi dos décadas en Loiola para tratar de desencallar los problemas que habían surgido en las negociaciones abiertas tras la tregua de ETA en 2006. La banda terrorista cerró la puerta a una salida con el atentado de la T4 en el que murieron dos personas y muchos dirigentes de la izquierda abertzale todavía se llevan las manos a la cabeza porque cualquier logro que se alcance ahora será inferior a lo que se pactó entonces. Aquello saltó por los aires, pero ahora confían en que lo que se lleva negociando meses se concrete para cerrar un acuerdo que se consideraría histórico y que podría remover la política de alianzas en Euskadi.