Como se esperaba, la agenda mediática mundial se ha pintado de verde las últimas semanas al calor de la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26). ... Por suerte, el respiro que nos ha dado la crisis pandémica nos permite concentrar las miradas en el reto compartido más importante que tenemos como humanidad. Bajo estas circunstancias, todos los partidos han percibido que el tema del ecologismo no divide, que la conciencia medioambiental es transversal a la ciudadanía y que el negacionismo y el inmovilismo es una posición residual dentro de una opinión pública que es partidaria de medidas fuertes.
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Euskadi no es una excepción, como casi siempre. El 66% de la ciudadanía vasca cree que el cambio climático ya tiene un efecto en su vida diaria y el 90% considera urgente la implementación de nuevas medidas. Todos los partidos, ya estén en el Gobierno o en la oposición, se han puesto sus mejores galas verdes esta semana y han fijado su identidad y su posición junto a los valores ecologistas con los que se identifica la ciudadanía vasca.
En el Deustobarómetro previo a la pandemia habíamos preguntado por sus posiciones y su identificación con los valores ecologistas. Y nos encontramos con que los valores ecologistas son mayoritarios dentro de los votantes de los principales partidos vascos. Y también es mayoritario y transversal el apoyo a medidas como la prohibición de los plásticos de un solo uso, la moratoria a nuevas incineradoras, la expulsión de los coches del centro de las ciudades o el aumento de la presión fiscal a las empresas más contaminantes.
Preguntábamos también a la ciudadanía qué partido está mejor preparado para afrontar el cambio climático en Euskadi. El 55% cree que ninguno. El 16% señala al PNV como el más eficaz para la gestión medioambiental, el 12% a EH Bildu y el 11% a Elkarrekin Podemos. El PSE solo es visto como el partido verde preferido por el 2%. No llegan al 1% los que ven al Partido Popular y Vox como los campeones medioambientales.
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Lo importante de estos datos es que la mayoría de la ciudadanía no identifica a ningún partido con la etiqueta verde. Y nos recuerda la existencia de un espacio político que todavía no se ha llenado como en otras democracias europeas. Y no solo hay que pensar en un posible nuevo partido verde. Sino que hay espacio para que los partidos actuales sitúen en su discurso central de forma nítida y coherente sus prioridades medioambientales.
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