En la puerta del despacho de Ludger Mees (Essen, 1957) en el campus de Leioa de la UPV reza una frase del artista alemán Joseph ... Beuys: 'Wer nicht denken will, fliegt raus'. O lo que es lo mismo, 'quien no piense, será expulsado'. Un aviso para sus alumnos. Catedrático de Historia, hace pocos meses ha publicado el libro 'The Basque Contention', en el que aborda el «conflicto vasco» con el final de la banda terrorista como eje conductor. Sus primeros mercados han sido Reino Unido y Estados Unidos, pero no serán los únicos. Pronto podría ver la luz una adaptación de la obra traducida al castellano. «Desaparecida la amenaza, hemos respirado todos, también en el ámbito académico», se congratula.
- Ha escrito el primer libro en inglés sobre ETA después de su disolución. ¿Es una forma de contrarrestar la propaganda de la banda terrorista?
- Esa es una de las razones que me llevó a escribirlo en inglés. Tengo muchos colegas en el extranjero y cuando hablo con ellos me doy cuenta de que existen dos puntos de vista que considero equivocados: Uno, que el conflicto es entre 'los vascos' y el Estado español por el autogobierno y la soberanía; y dos, que la violencia es una derivada directa del conflicto político. Hay que acabar con esos dos mitos simplistas. Hablamos de algo mucho más complejo.
- ¿Y qué le parece que se compare la situación de Euskadi con la de Irlanda del Norte?
- Son diferentes. Aquí existen identidades plurales, pero nunca se ha llegado a tener dos comunidades herméticamente cerradas y enfrentadas, cada una con su propio grupo paramilitar. Eso en Euskadi no ha existido.
- Habla de la disolución de ETA como un «suicidio inducido».
- El concepto es fruto de ese debate político en el que todo el mundo intenta colgarse la medalla de haber acabado con ETA. No estoy de acuerdo con la tesis de que la banda fue derrotada por la Policía. Es cierto que, sobre todo en los últimos años, caía una dirección tras otra. Pero también es verdad que ETA seguía manteniendo gente, cada vez menos, y armas. Fue la banda quien tomó la decisión de terminar. Pero lo hizo como un suicida que no ve otra salida. Ahí influyó la presión policial, la judicial, la social y por fin, después de tantas décadas, la decisión de una parte de la izquierda abertzale de salirse del dictado del grupo armado.
- De hecho, usted destaca el papel de Arnaldo Otegi.
- Fue una jugada arriesgada que, sin duda, llegó tarde. Presionó a ETA para que terminara. Lo hizo no tanto por cuestiones éticas y morales, sino por un cálculo racional político muy frío. Otegi hizo llegar el mensaje a ETA de que o paraba o se llevaría a las bases. Con las vías armadas, la izquierda abertzale no tendría futuro.
- Como coordinador general de EH Bildu, Otegi no ha sido capaz de decir que lo que hizo ETA estuvo mal.
- La izquierda abertzale ha dado pasos, pero no ha dado el definitivo, que es decir que matar fue malo. Es cierto que también hubo violencia en la otra parte. Y no es que lo digan ellos, sino el Tribunal de Estrasburgo y Amnistía Internacional. Desgraciadamente los GAL y las torturas existieron. Pero no podemos equiparar una cosa con otra. Deberíamos hacer una reflexión sin barreras en la que se reconozca que en una democracia matar a alguien porque pensaba de forma diferente no se puede justificar bajo ningún concepto. Y quizás, honradamente, la izquierda abertzale secundando, si no aplaudiendo, durante tantos años la actividad de ETA, tiene una corresponsabilidad. Yo entiendo que es difícil porque se trata de cuestionar muchas trayectorias vitales.
- Quizás un gesto podría ser poner fin a los ongi etorris.
- Si se quiere señalar que la izquierda abertzale de ahora es diferente a la de hace años, esos homenajes no deberían ocurrir. Otra cosa es que las familias expresen su alegría en privado, sin otorgarles ese carácter reivindicativo. Estos actos no solo son dañinos para las víctimas, sino para la sociedad en general.
«Una sociedad sana no puede vivir sin enfrentarse de forma abierta al lado más oscuro de su pasado»
Historia versus memoria
- Menciona en su libro el proyecto 'Herenegun!' con el que el Gobierno vasco llevará la historia del terrorismo y la violencia a los institutos. ¿Qué le pareció la polémica que surgió en torno a este material?
- Yo conozco a los asesores y no me imagino a Juan Pablo Fusi blanqueando el pasado de ETA. Creo que las emociones todavía están a flor de piel, aunque entiendo también que se hayan corregido los vídeos para buscar un consenso. Pero ojo, una cosa es la memoria, que es algo plural, y otra, la historia. Los historiadores no escribimos memoria.
- Hay quienes consideran que es demasiado pronto para llevar a las aulas la historia de ETA.
- Es cierto que es algo muy reciente y que una de las normativas básicas que rigen nuestro trabajo es el requisito de la distancia temporal. Pero siendo conscientes de este riesgo, creo que es necesario llevar este tema a las aulas. Una sociedad democrática y sana no puede vivir sin enfrentarse de forma abierta y libre al lado más oscuro de su pasado.
- ¿Qué le parece que se compararan los hechos violentos de Cataluña con la kale borroka?
- Eso denota una absoluto desconocimiento de la realidad. Aquí era una violencia organizada de una guerrilla urbana que por encima tenía a un grupo que no solo quemaba cajeros, sino que asesinaba.
- ¿Ve al nacionalismo vasco arrastrado por el 'procés'?
- El PNV tiene un olfato político bastante afinado para captar las tendencias ideológicas y actuar en consecuencia. Tras el final de ETA, de la experiencia fallida del 'plan Ibarretxe', la gente no desea experimentos. El PNV ha visto esto y ha obtenido los mejores resultados de su historia. Además, si miramos al Estado, con Vox y ese discurso nacionalista español que yo creía olvidado, lo normal es que aquí se piense 'virgencita, virgencita...'.
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