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El PNV se encomienda, una vez más, a Ignacio de Loyola. Porque es a la célebre máxima que aconseja no hacer mudanza en tiempos de desolación a la que se aferra Andoni Ortuzar, un líder ante todo pragmático, para continuar cuatro años más, hasta 2029, ... como presidente del EBB del PNV. Así es como debe interpretarse, según todas las fuentes consultadas en el partido, la carta abierta a la militancia que hizo pública ayer el líder jeltzale a primera hora de la tarde en la que se pone «a disposición» del PNV para «lo que necesite» con el argumento, que no explicita en la misiva pero que ponen sobre la mesa burukides y personas de su entorno más cercano, de que la revolución interna acometida desde la salida de Iñigo Urkullu exige la permanencia de la «cabeza» del EBB para dar «solidez» al proceso de renovación y «acompañar» a los recién llegados en un momento político clave por la feroz competencia de EH Bildu y la volátil situación política en Madrid.
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Olatz Barriuso
«Toca ahora escuchar las propuestas que salgan en nuestros batzokis. Yo estoy a disposición de este partido para lo que necesite. Donde la afiliación crea que soy más útil, allí estaré», se deja querer Ortuzar, que se postula así, en la práctica, para que la Asamblea General jeltzale, que se celebrará los próximos 29 y 30 de marzo en San Sebastián, le ratifique como timonel de la nave para un cuarto mandato. Si nada se tuerce y si, como parece, no le salen al paso rivales internos de peso para disputarle el liderazgo, cumplirá dieciséis años consecutivos en el cargo, pese a que él mismo recuerda en la carta que hace cuatro, en plena pandemia, ya tuvo que «reconsiderar» su decisión de marcharse porque una corriente «mayoritaria» de afiliados le pidió que se quedara. Según recuerda, prefirió primar «la estabilidad interna» que su convicción sobre la idoneidad de elegir un líder distinto que le diese el relevo e inaugurase una nueva etapa a largo plazo en el partido.
Ahora, con un lehendakari -Imanol Pradales- recién llegado a Ajuria Enea y con los liderazgos territoriales también renovados en su mayoría (salvo el de la ejecutiva navarra), esa nueva era está en marcha pero Ortuzar vuelve a recurrir al argumento del sentir de las bases para justificar su decisión de mantenerse cuatro años más en su despacho de la planta noble de Sabin Etxea. La decisión entraba dentro de lo probable y, de hecho, EL CORREO ya informó el pasado 11 de agosto de que «el PNV sopesa renovar las territoriales y el EBB pero mantener a Ortuzar al frente». Cinco meses después, el guion se va cumpliendo al milímetro y, de hecho, es más que posible que los ocho burukides que salgan del proceso interno a doble vuelta que arranca este mismo lunes sean caras nuevas en su mayoría.
Pero la cabeza, salvo sorpresa mayúscula, seguirá siendo la misma. Porque si Ortuzar sigue es, sobre todo, porque puede y porque, tras lograr que el aparato se impusiera a los díscolos en los procesos territoriales que culminaron el pasado noviembre, sabe que mantiene el control del partido sin mayores problemas. Eso sí, la decisión llega con la militancia sumida en el desconcierto y en mitad de una notable confusión tras las señales que apuntaban a Aitor Esteban como relevo. Que el portavoz jeltzale en el Congreso declarase este mismo jueves que «es un honor» presidir el PNV en una entrevista televisiva de ámbito nacional contribuyó al despiste general. Y que se apuntase a la jornada del viernes como el 'día D' en que podía despejarse la incógnita para después volver a amagar con apurar los plazos al extremo y posponer a este lunes, con San Sebastián volcada en su tamborrada, el gran anuncio tampoco ayudó a mantener la calma. «Parece que le estamos esperando como al Papa», se quejaban los más críticos. En el partido se asumió que la margarita sólo tenía dos pétalos -Ortuzar y Esteban- y se activó el compás de espera. La opción del diputado vizcaíno siempre estuvo sobre la mesa y se barajó desde octubre como una solución viable al dilema gatopardiano de cómo hacer que nada cambiara aun cambiándolo todo. El argumento con que se despachó la abrupta salida de Urkullu -el del necesario relevo generacional- y el desgaste electoral de la sigla en las últimas citas con las urnas aconsejaba tener preparado un 'plan B' que se pudiera vender como un cambio tranquilo y de transición.
Ha prevalecido, sin embargo, el 'plan A'. El entorno político más próximo a Ortuzar, al corriente del «proceso de consultas con la afiliación y de reflexión personal» que habría hecho el presidente del EBB «en las últimas semanas», justifica su decisión por la opinión de «numerosas y cualificadas voces internas» que le han «hecho ver» que los cambios, en el plano interno y en el institucional, que se han acometido en los últimos dos años necesitan «tiempo» para afianzarse y que por ello «es bueno» que permanezca en el cargo. El propio Ortuzar reconoce, sin embargo, en su escrito, que hay «dos posiciones» en el partido: quienes apuestan por una «renovación total» y quienes consideran «muy arriesgado» cambiar «todo al mismo tiempo» y proponen «un 'mix' de renovación y continuidad, que no continuismo».
Sin embargo, otras razones habrían contribuido a inclinar definitivamente la balanza, según el núcleo duro de Ortuzar, además de su «experiencia» y sus «contactos» en Euskadi, Madrid y Bruselas. Entre ellas, la «interlocución engrasada» que mantiene con Pedro Sánchez, clave para cerrar el Estatuto con todas las transferencias pendientes, y el «incipiente pero al parecer prometedor diálogo» que el propio Ortuzar ha liderado en conversaciones discretas con los líderes políticos vascos para alumbrar un nuevo estatus «en un plazo no muy largo de tiempo». Además, el líder jeltzale habría considerado aconsejable quedarse por la posibilidad de que Sánchez fuerce un adelanto electoral en Madrid «en cualquier momento». Una situación de emergencia política que exigiría contar con un líder «experimentado» en Sabin Etxea.
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