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La renovación del Euzkadi buru batzar del PNV echa hoy a andar con la gran incógnita, si Andoni Ortuzar optaba o no a un cuarto ... mandato, despejada. El proceso culminará el próximo 29 y 30 de marzo en la Asamblea General en San Sebastián. Las organizaciones municipales tienen hasta el próximo 2 de febrero para proponer candidatos a la presidencia del EBB y a burukides (son ocho los puestos a elegir, cinco están ya ocupados por los líderes territoriales). La duda ahora es el papel que jugarán las corrientes críticas, sobre todo en Bizkaia y Álava, que ya expresaron su malestar durante la renovación de las ejecutivas territoriales aunque demostraron no tener músculo suficiente para vencer al aparato. «Nadie tiene fuerza para hacer nada», asumen en el partido.
El objetivo de Sabin Etxea, proyectar una imagen de cierre de filas en torno a Ortuzar y reeditar los acuerdos internos con el PNV guipuzcoano que han mantenido aplacadas las disensiones internas durante los últimos doce años. Los jeltzales en ese territorio, comandados por María Eugenia Arrizabalaga, conscientes de su posición de fuerza, buscan aumentar su influencia en la ejecutiva y pasar de tres a cuatro burukides: la propia Arrizabalaga, el sociólogo Xabier Barandiaran, que tiene papeletas para continuar, y otros dos más para los que han sonado nombres como el del exdiputado general de Gipuzkoa Markel Olano o el de Imanol Lasa. Por Bizkaia circulan los nombres de los redactores de las ponencias, Unai Rementeria e Izaskun Bilbao, y por Álava el del portavoz parlamentario Joseba Díez Antxustegi.
Las denuncias por falta de democracia interna durante y después de los procesos territoriales han dejado agraviados que podrían estar considerando volver a plantar batalla. En Álava, el sector aglutinado en torno a Iñaki Gerenabarrena habría sondeado la posibilidad de volver a presentar un candidato alternativo, pero no cuenta ya con el heterogéneo grupo de dirigentes que se unió para promover la candidatura de Gorka Urtaran contra el aparato del saliente Suso.
Está por ver, también, si finalmente Aitor Esteban juega algún papel en el proceso. El portavoz jeltzale en Madrid era, en teoría, la única alternativa a Ortuzar. Ambos son miembros del grupo de los 'jobuvis', los jóvenes burukides vizcaínos que, con Iñigo Urkullu al frente, renovaron el PNV tras el enfrentamiento entre Imaz y Egibar. Desde entonces, Esteban siempre ha sido fiel a Ortuzar, por lo que un enfrentamiento directo es del todo improbable. Pero las señales que le apuntaban como relevo -una entrevista en la que él mismo calificó tal posibilidad de «honor» y la salida del Bizkai de su esposa, Itxaso Atutxa- han dejado un poso de extrañeza en la militancia.
De tener finalmente un rival, sería toda una novedad para un Ortuzar que las tres veces que ha sido elegido ha recibido el apoyo unánime de los miembros de la Asamblea. Con su paso al frente, hecho público el sábado en forma de carta a la militancia, y que la consejera Amaia Barredo consideró ayer un «acto de generosidad», Ortuzar aspira a estar 16 años al frente del PNV.
El reto es evidente: reconectar con la sociedad y recuperar los miles de votos que el partido ha perdido en las últimas citas con las urnas. Sin embargo, el riesgo tampoco es menor. Perder la hegemonía del país en favor de EH Bildu supondría un enorme borrón en la hoja de servicios del líder jeltzale tras llevar al partido, en tándem con Urkullu, a las mayores cotas de poder institucional de su historia.
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