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El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, con otros miembros de la cúpula jeltzale en el aniversario de la muerte de Sabino Arana en noviembre en Sukarrieta. Ignacio Pérez

Ortuzar, la gran decisión

Arranca la cuenta atrás para que el líder del EBB comunique si se marcha o se postula para continuar. De fondo, el enorme reto de 2028

Domingo, 29 de diciembre 2024, 00:01

Lo lógico es que se marche». «Irse siempre da vértigo, mucho más que quedarse». «Sabe que enfrenta resistencias internas, no imagino que pueda tener los ... arrestos para seguir». «Lo que hace falta es debate interno, confrontar proyectos. Mientras eso no exista, da igual lo que haga, el partido seguirá sin pulso». «Puede escudarse en que está abierto el proceso del nuevo Estatuto para continuar». Lo que antecede son opiniones distintas de otras tantas personas, de dentro (la mayoría) y de fuera del PNV, sobre el asunto central que marcará no sólo la entrada de año en la política vasca sino también el futuro de la formación jeltzale a medio plazo, la gran decisión de Andoni Ortuzar. La de marcharse por voluntad propia tras tres mandatos consecutivos al frente del primer partido del país, o postularse para seguir cuatro años más pese a haber dejado caer, ya en 2018, que «en los cargos no hay que estar mucho tiempo, y yo empiezo a estar al límite».

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La expectación y la controversia son comprensibles porque el presidente del EBB lleva con absoluto secretismo sus deliberaciones -Sabin Etxea rechaza hacer comentarios sobre el asunto-, pero, al mismo tiempo, ha emitido en público señales contradictorias que inducen a pensar una cosa y la contraria. La última, la entrevista publicada en EL CORREO el pasado 15 de diciembre, en la que aseguraba que «en mi cabeza tengo ya decidido lo que quiero hacer», pero, al mismo tiempo, se declaraba dispuesto a «escuchar a la gente» y depositaba en las bases «el 50%» de la decisión final, que, según él mismo ha avanzado, desvelará más o menos para la tamborrada del día de San Sebastián -20 de enero-, el día en que arrancan las votaciones en los batzokis, aunque es posible que la incógnita se acabe despejando antes. Unas reflexiones, en todo caso, que añadieron confusión al debate interno y dejaron boquiabierto a más de uno en el partido. «¿Pero no tenía la decisión tomada? ¿Hay que entender entonces que no lo está?», se preguntaban.

Confusión

El líder del EBB lleva su reflexión en secreto pero ha emitido en público señales contradictorias

Distintas fuentes jeltzales consultadas por este periódico coinciden en interpretar el mensaje del líder como una forma de dejar entreabierta la puerta para seguir, con el argumento de que la militancia se lo ha reclamado. Si así lo decidiera, debería someterse, igual que cualquier otro candidato, a un proceso a doble vuelta pensado para tiempos analógicos y cada vez más extenuante al exponer de manera descarnada la vida interna del partido. Sin embargo, en contra de lo que pudiera parecer, nadie se atreve a vaticinar, pese a que la elección de las ejecutivas territoriales ha revelado la existencia de significativos sectores descontentos con el aparato, que los críticos reúnan fuerzas para dar la batalla interna. Ni a Ortuzar, ni a un hipotético recambio que representase, a grandes rasgos, lo mismo, como Aitor Esteban, el nombre que ha sonado insistentemente como posible sustituto. «O se hace un proceso como el que hemos visto en ERC, con debates y voto telemático, o no merece la pena. No es democrático», argumentan.

Bicefalia engrasada

De hecho, hay quien cree que la victoria del oficialismo, cómoda en Bizkaia y con algún apuro en Álava, ha podido llevar a Ortuzar a reconsiderar su salida. Además, algunas voces de peso están trasladando puertas adentro su opinión sobre tan trascendental paso, y habrían animado al actual presidente a seguir precisamente por lo complejo del momento, con Bildu lanzada con su estrategia de mano tendida a por el cetro de primera fuerza y de partido de gobierno, y por la necesidad de mantener bien engrasada la bicefalia con el lehendakari Pradales, con quien existe una relación de confianza bien cimentada que habría que construir de cero con cualquier otro candidato.

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«Vértigo»

En su decisión pesará lo mucho que se juega el partido en la pelea con Bildu por la hegemonía

Sin embargo, quienes conocen bien a Ortuzar creen que, a la hora de deshojar la margarita, pesará sobre todo lo que se juega el PNV en este próximo cuatrienio, que es básicamente el todo por el todo. «Seguir siendo referente o dejar de serlo», apuntan, para algunos «el mayor reto de este siglo y del anterior». Efectivamente, en las municipales y forales de 2027 y en las autonómicas de 2028, el próximo presidente o presidenta del EBB se jugará a cara de perro con Bildu la hegemonía política en Euskadi, tras evitar 'in extremis' el 'sorpasso' en las autonómicas del pasado abril, donde ambas fuerzas nacionalistas empataron a 27 escaños. Pero no sólo eso, también saldrá a la palestra el posible cambio de agujas en el mapa de alianzas, ahora copado por la coalición PNV-PSE vigente en la inmensa mayoría de las instituciones. Una entente que Bildu busca romper para convertirse en potencial socio de gobierno del PSE o incluso del PNV, el indisimulado objetivo de la estrategia de institucionalización plena desplegada con su oferta pactista en la última negociación presupuestaria.

Ortuzar, por lo tanto, se juega mucho en una decisión «complicadísima», en la que quedarse podría suponer emborronar el fin de su carrera política si Bildu logra sus objetivos o añadirle laureles si Pradales, ya como candidato consolidado, logra impedirlo. Lo que es evidente es que las reflexiones de 2018 no sirven para 2024 porque entonces el PNV no contemplaba verse en la situación en la que se encuentra, en plena tendencia electoral descendente por el abstencionismo de buena parte de su electorado tradicional. «La pandemia nos hizo mucho daño a todos», asumen en el partido. La ponencia organizativa que debate el PNV en este proceso interno rechaza por «imprudente» una limitación estricta de los mandatos que pueden encadenarse, aunque, en todo caso, nada de lo que apruebe la próxima Asamblea General tendría efectos retroactivos. Son pistas, sí, pero la suerte no está aún echada. Aunque la cuenta atrás ha comenzado.

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