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jose ibarrola

Oficina de infiltrados

ANÁLISIS ·

Lunes, 25 de abril 2022, 00:13

Hace algunos años, cuando la democracia se empezaba a asentar en nuestro país, algunos periodistas bromeábamos cuando hablábamos por teléfono: «Un saludo al ministro del ... Interior, que nos estará escuchando». Eran otros tiempos en los que el escrupuloso respeto por la legalidad era una práctica sin pulir desde las instituciones. Pero ahora estamos en otros momentos políticos. La democracia no debería abusar del ciberespionaje como parece haber ocurrido contra una sesentena de políticos independentistas catalanes y dos vascos. Todo empezó con el 'procés'. Si nos atenemos a las fechas y al cruce de agendas concluiremos que los servicios de espionaje no fueron tan eficaces como suelen aparecer en tanta literatura policiaca. En la novela autobiográfica de Stella Rimington (la primera directora general del MI5 británico) o en series como 'Oficina de infiltrados'. Porque si el presunto espionaje no fue capaz de detectar la mudanza clandestina de urnas y papeletas en el referéndum ilegal, su misión fue un fracaso.

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