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El pasado domingo, 15 de diciembre, se cumplieron doce años desde que Iñigo Urkullu juró por primera vez como lehendakari, el punto de arranque de ... la primera de las tres legislaturas que permaneció en el cargo hasta su relevo, decidido en Sabin Etxea. El anterior jefe del Ejecutivo vasco ha considerado que esa efeméride, unida a la de los seis meses que lleva ya fuera de Ajuria Enea, abría la puerta a su regreso a la vida pública.
Hasta ahora apenas si se había dejado ver en un puñado de actos más bien protocolarios y sin perfil político, comprometidos antes de cesar en el cargo: el 75 aniversario de la escuela de Magisterio Begoñako Andramari en junio, la inauguración del batzoki de Mungia y la distinción como socio de honor de UNetxea, la asociación vasca para la UNESCO, en septiembre y la concesión de la condecoración de la Orden del Sol Naciente en la residencia del embajador de Japón en Madrid en noviembre.
Como otros de sus predecesores, y a la espera de lanzar ya en 2025 la fundación europeísta Bask-Atlantik que prepara junto a estrechos colaboradores como el catedrático Juanjo Álvarez, Urkullu ha aprovechado su experiencia y sus contactos para reinventarse como conferenciante. Es llamativa la primera 'parada' elegida: Cataluña, a la que siempre ha estado unido. De hecho, sus intentos de mediar en el 'procés' provocaron su alejamiento sin remedio de Carles Puigdemont, que decidió declarar la DUI y huir a Waterloo en lugar de convocar las elecciones que había pactado con Urkullu. El testimonio documentado por el expresidente vasco en aquellos días convulsos de 2017 quedó depositado en el monasterio de Poblet y posteriormente en su declaración ante el Supremo.
Y, la semana pasada, como si de la otra cara de la moneda se tratase, Urkullu regresó a Barcelona par a, entre otras cosas, llamar a recuperar la esencia democrática de la política como antídoto frente a los «populismos» y «al auge del individualismo como cultura social» frente al compromiso cívico y comunitario propio de décadas anteriores. «Hoy vivimos tiempos de populismos y populistas. Tiempos maniqueos, de buenos o malos. Estoy convencido de que Cataluña y Euskadi podemos ser ejemplo de otra manera de hacer política», animó Urkullu en su conferencia ante la Fundación Catalunya-Europa, un acto en el que se entregaron los premios Legado Pasqual Maragall, y en el que la hija del expresident destacó cómo el mensaje de Urkullu evocaba el de su padre.
El exlehendakari -que, en un mensaje que también se le ha escuchado a Pradales, pidió dar prioridad a «la política de las cosas frente a las cosas de la política»- hizo un llamamiento al consenso alentado desde la periferia, en un momento en el que el hervidero catalán se ha desinflamado bajo la presidencia de Salvador Illa y en el que la pulsión independentista ha caído a mínimos, tanto en Cataluña como en Euskadi. «Es fundamental seguir construyendo acuerdos y consensos desde el respeto, la empatía y la ambición transformadora», animó Urkullu ante un nutrido auditorio en el que destacaban el expresident Pere Aragonès -con el que se reunió más tarde-; el presidente del Parlament, Josep Rull; el conseller de Justicia Ramón Espadaler o la líder de los comunes Jessica Albiach.
Habló del tablero geopolítico, del cambio climático, de desigualdades sociales, de su «europeísmo», de las dificultades para impulsar una relectura de la Constitución.., y no se le escapó uno de los temas hoy recurrentes: la «desinformación», los bulos y la «estrategia perversa» que, según dijo, hay «detrás» de X, Instagram o Tik Tok. «O regulamos estos medios o los cambios en nuestras vidas van a ser impredecibles», alertó.
Más jugo político destiló aún la intervención de Urkullu, más privada, ante el Cercle d'Economía, en la que, además de aplaudir el 'informe Draghi' y su apuesta por la inversión pública y privada, aprovechó para apoyar sin fisuras la financiación singular para Cataluña que Pedro Sánchez pactó con ERC a imagen y semejanza del Concierto Económico vasco. En su charla con representantes empresariales catalanes, el exlehendakari consideró «muy razonable» que Cataluña y «otras comunidades» se «inspiren» en los sistemas forales para desarrollar su propio modelo de financiación.
Para Urkullu, el riesgo unilateral «incentiva una rígida disciplina presupuestaria», una «virtud» que dijo echar en falta en una España que prefiere disparar el déficit y la deuda. En su opinión, querer hacerse cargo de la recaudación de impuestos y de su gestión es «una muestra cívica de responsabilidad». «Siempre es más fácil reclamar más y más fondos cuando no se corre con el coste político de su recaudación».
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