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EH Bildu entra en la recta final de cara a su tercer congreso, el cónclave que le convertirá en un partido con todas las consecuencias. ... Y no es poco. Porque lo que nació como una «simple coalición», en sus propias palabras, ha transitado hacia una formación al uso, «un sujeto político con militancia, estructura y espacios de decisión propios», un camino en el que a partir del 8 de febrero, cuando se celebrará esa cita, se ahondará todavía más. El papel de los partidos que la crearon quedará diluido al máximo y todo estará bajo el control de una ejecutiva cuyos integrantes se darán hoy a conocer. Todo cambia, pero Arnaldo Otegi continúa.
EH Bildu nació en 2012 como una casa común del soberanismo integrada por Sortu, Eusko Alkartasuna, Alternatiba y Aralar. Se iban repartiendo las portavocías. No había una estructura propiamente dicha. Pero todo cambió en 2016. Otegi salió de prisión tras cumplir su condena por el 'caso Bateragune' y la sombra del principal referente de la izquierda abertzale empezó a condicionarlo todo. Un año después se celebró el denominado congreso de la «refundación».
EH Bildu se dotaba de un primer órgano de dirección, la Mesa Política, una ejecutiva en la que Otegi se convertía en coordinador general y en la que, aunque la mayoría de sus miembros procedían de la izquierda abertzale, todavía podían verse rostros de Eusko Alkartasuna, Alternatiba e incluso Aralar. Aparecía una figura: el 'bilkide'. EH Bildu contaba ya con su propia militancia. Ese proceso se intensificó en 2021 y ahora da otro «salto».
La coalición apuesta por lo que denomina «un modelo directivo de dos cámaras». Seguirá existiendo la Mesa Política, pero en la práctica quien dirigirá la nave será la ejecutiva, que estará compuesta por una quincena de personas. De hecho, la primera solo se reunirá una vez cada dos meses. Esa dirección estará liderada por Otegi, que ahora será secretario general.
A partir de ahí, una cascada de cargos con funciones 'tradicionales' -Organización, Programa, Acción Política...- a los que se sumarán los responsables territoriales y los portavoces parlamentarios en Euskadi y Navarra. Hasta ahora también había un representante por cada uno de los tres partidos: Arkaitz Rodríguez (Sortu), Eba Blanco (EA) y Oskar Matute (Alternatiba). Pero ahora quedarán relegados a la Mesa Política.
En la práctica, eso supone que las dos últimas formaciones tendrán un papel residual en la toma de decisiones. En estos momentos, la única persona que podría estar en esa ejecutiva en representación de alguno de ellos podría ser Asier Vega, líder de EH Bildu en Bizkaia y miembro de Alternatiba. Caso diferente es el de Sortu porque, en la práctica, hace tiempo que la coalición soberanista está controlada por la izquierda abertzale. Sobre todo, a partir de 2021.
Fue ahí cuando pasaron a la Mesa Política de EH Bildu dirigentes como Sonia Jacinto o el propio Pello Otxandiano, quien durante años pilotó en la sombra el cambio de estrategia de la formación y ahora tiene cada vez más protagonismo público. Nadie duda de que seguirá teniendo un papel relevante. Lo mismo que Miren Zabaleta, actual líder en Navarra, procesada junto con Otegi, Jacinto y Rodríguez por 'Bateragune' y una de las encargadas de coordinar la nueva ponencia.
Ese será el núcleo principal que liderará EH Bildu los próximos años, aunque también se prevén novedades. No está del todo claro el papel que tendrán otros dirigentes que han estado al frente de la coalición en la últimas etapas. Por ejemplo, Gari Mujika y Unai Urruzuno. El primero, que lleva siendo el 'número dos' de Otegi desde 2017, apunta a salir mientras que el segundo ha tenido un notable protagonismo interno desde 2021.
Lo que no cambiará es la línea estratégica. EH Bildu está convencida de que, a pesar de que el año pasado no se logró el 'sorpasso' al PNV y de que la alianza entre jeltzales y socialistas se mantiene firme y, en la práctica, limita su capacidad para gobernar las principales instituciones, a corto plazo todo va a cambiar.
Lo que se busca es «aumentar la capacidad de la organización para la batalla ideológica» porque tanto «los ataques» que la coalición soberanista considera que va a recibir «como las contradicciones que tendremos que gestionar serán triviales a la hora de asumir responsabilidades de alto nivel institucional». En el horizonte, las elecciones municipales y forales de 2027. De hecho, se califica la «escala local» como «estratégica».
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