Mil kilómetros durante veinte años para recordar a su hijo asesinado por ETA
Aniversario. ·
José de Jesús, padre de uno de los dos guardias civiles asesinados por la banda terrorista en la localidad oscense de Sallent de Gállego, cuenta su historiaSonó el teléfono a las seis de la mañana. Un compañero de la Guardia Civil le explicó a José de Jesús que su hijo José ... Ángel había sufrido un atentado en Sallent de Gállego y que su compañera de patrulla, Irene Fernández Perera, había fallecido en el acto.
- José Ángel está muerto, ¿no?
- No.
- Y... ¿cómo está?
- Está muy mal.
Una ambulancia le trasladó a Sabiñánigo y desde allí al hospital de Huesca, donde ingresó sin vida. La bomba lapa adosada al Nissan Patrol en la madrugada del 20 de agosto de 2000 se había cobrado dos vidas. José Ángel tenía 22 años, Irene 32. ETA había vuelto a golpear con saña en uno de sus veranos más sangrientos.
Sallent es un pequeño pueblo de montaña, en plenos Pirineos, muy cerca de la estación de Formigal. A José Ángel le encantaba aquel lugar y es fácil de entender. Tejados de pizarra, calles empedradas, el Puente Viejo con su arco apuntado, un río al que llaman Aguas Limpias y 1.500 habitantes que saben acoger sin preguntar la procedencia. Un paraíso para los amantes del deporte y la montaña.
«Podía elegir porque era buen estudiante y tenía un buen número de promoción. Y pidió Sallent. Y yo no sabía ni dónde estaba y me explicó que muy cerca de la frontera con Francia. «Es muy bonito», me dijo. Yo quería que eligiera algo más cerca, pero él sólo quería Sallent porque estaba en el Pirineo y cerca de la escuela de alta montaña de la Guardia Civil, el GREIM», explica su padre. «Estaba tan emocionado que, meses antes, se fue un día a visitarlo en tren y autobús. Estaba enamorado de Sallent».
Cuando José de Jesús habla de su hijo se le mezcla en la voz el orgullo y la tristeza. «Era un portento físico. Jugaba de portero en la Unión Deportiva Talavera y en cadetes fue campeón de Castilla La Mancha». Disputaron la final en Gandía en 1994. «Fuimos allí a verle, claro», cuenta su padre, y se le escapa la primera sonrisa alegre de la charla. «Un deportista nato, tocaba todo. Era un atleta, hacía cross, larga distancia, era socorrista desde los 15 años...». Con aquel currículum a nadie le extrañó que dijera pronto que quería estudiar INEF (Instituto Nacional de Educación Física).
En el horizonte, ser profesor de gimnasia, preparador físico, entrenador. Todo cambió un verano, cuando José de Jesús acababa de regresar de vacaciones. «Él nunca antes había dicho que quisiera ser guardia civil. Me lo soltó de buenas a primeras. 'Oye papá, que han salido vacantes para el colegio de guardias jóvenes de Valdemoro y me voy apuntar a los exámenes. Yo le dije que eran en noviembre y que no le iba a dar tiempo. Pero se hizo sus apuntes, se presentó y aprobó con buena nota», recuerda.
Antes de Sallent, donde apenas pasó tres meses, su primer destino como guardia civil fue a Hinojosa, a veinte kilómetros de Talavera, donde «todo el mundo le apreciaba». Cuando le mataron le hicieron un busto para recordarle. Él era de charlar con todo el mundo. «Entrenaba a niñas, a baloncesto y fútbol, y lo mismo hablaba con niños que con las personas mayores que se sientan a las puertas de la casa».
Y, entonces, José de Jesús cuenta uno de esos gestos que estremecen. «Le quería mucha gente. Hasta la pandemia llenábamos un autobús de 50 plazas para ir el 20 de agosto a Sallent». Familiares y amigos recorrían cada año los 581 kilómetros que separan Talavera de la Reina y la localidad oscense donde le mataron. Un bus grande, de medio centenar de plazas, en 24 horas ir y venir. Año tras año. «En la pandemia no se podía y paramos. Luego hemos seguido yendo pero con coches», relata. «Vienen los vecinos, el obispo, las autoridades y hasta se acercan los gendarmes. Y este año, por el 25 aniversario, le van a poner su nombre a una calle en Sallent». Ojalá una de esas callejuelas hermosas y pintorescas que le encantaban.
El polideportivo de Talavera lleva su nombre y hay una escultura frente a él de José Ángel vestido de portero. Tenía solo 22 años y dejó una huella profunda. «Era el que movilizaba a todos los amigos y también era muy familiar. Los compañeros de cadetes todavía juegan un partido en Navidad para recordarle». Suelen comentar que «él nos juntaba antes, y nos junta ahora».
A José de Jesús los tribunales médicos le jubilaron con 46 años tras el asesinato. Llevaba media vida en el destacamento de Tráfico en Talavera. «Fue un palo muy grande para todos». Habla de la madre de José Ángel y de su hermana, que tenía 17 años cuando le asesinaron. Todos tuvieron que pedir apoyo especializado para salir adelante. Sigue presente en sus vidas. «Hablamos de él mucho y eso nos reconforta. Y yo me emociono porque soy muy sentimental», confiesa su padre. Es imposible no entenderlo. Por este atentado fueron condenados Xabier García Gaztelu, 'Txapote'; Asier Arzalluz, Aitor Aguirrebarrena y José Ignacio Guridi.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión