La memoria de ETA sigue lastrando la apuesta de EH Bildu por las vías pragmáticas
El malestar que expresó la madre de Jorge Díez el sábado es el último ejemplo de cómo la violencia condiciona su estrategia
La imagen de Pello Otxandiano y Rocío Vitero abandonando el sábado la ofrenda floral en recuerdo de Fernando Buesa y Jorge Díez tras ser reprendidos ... por Begoña Elorza, madre del escolta asesinado por ETA junto al exvicelehendakari el 22 de febrero de 2000, evidencia de forma clara cómo el dolor infligido por la banda terrorista durante más de cuarenta años sigue vivo a pesar de que dejó de matar hace más de una década. El testimonio de las víctimas no sólo muestra cómo las heridas siguen abiertas, también las dificultades a las que se enfrenta EH Bildu para que su apuesta por las vías más posibilistas siga creciendo a pesar de la 'mochila' que tiene a sus espaldas la izquierda abertzale.
Los dirigentes de EH Bildu sostienen que durante los últimos años han dado pasos que demostrarían su apuesta por las vías democráticas y su empatía hacia las víctimas de ETA. Aluden, por ejemplo, a la declaración de Aiete leída de forma solemne por Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez en octubre de 2021, en el décimo aniversario del cese de la violencia por parte de la banda. Un texto en el que, entre otras cuestiones, se lamentaba el dolor causado por ETA y se afirmaba que «nunca debió producirse».
Aquella escenografía fue el colofón a toda una serie de movimientos realizados por la izquierda abertzale desde 2011, y que incluyen desde los propios estatutos de Sortu –en los que hay un explícito rechazo a la violencia de ETA–, a declaraciones de los presos o a la participación de dirigentes de EH Bildu en diversos homenajes de víctimas. De hecho, a la ofrenda floral en recuerdo de Buesa y Díez llevaban acudiendo representantes de la coalición soberanista durante los últimos años sin mayores contratiempos.
Pero esos pasos siempre han tenido varias líneas rojas que la izquierda abertzale nunca ha querido traspasar, convencida de que el propio transcurrir del tiempo terminará por hacerlo innecesario. A pesar de esa apuesta por las vías políticas, los dirigentes de EH Bildu siguen sin querer condenar los atentados de ETA o definir como «injusto» el daño causado.
En la coalición argumentan que ellos ya han dado los pasos suficientes en favor de la convivencia y que por mucho que digan siempre se les exigirá más. Aunque también subrayan que eso no significa que no estén dispuestos a hacer más gestos y mostrar su «respeto» hacia el sentir de las víctimas. Pero aún queda un largo camino por recorrer. Y no solo por el gesto de Begoña Elorza. La viuda de Buesa, Natividad Rodríguez, y los hijos del exvicelehendakari también ha pedido estos días más «gestos» a la izquierda abertzale. Otxandiano y Vitero optaron el sábado por abandonar la ofrenda floral en silencio y sin hacer declaraciones.
El problema para EH Bildu es que lo sucedido ante el monolito colocado en Vitoria no es algo excepcional. A pesar de sus intentos por recalcar que ETA forma parte del pasado y que la Euskadi de 2025 es muy diferente a la de hace décadas, el lastre que suponen los vínculos históricos que mantuvo la izquierda abertzale con la banda terrorista sigue pesando demasiado.
Lazos con su pasado
El propio Otxandiano –que trata de poner el foco sobre la defensa del sector público, la inteligencia artificial o las renovables– lo vivió en primera persona durante la campaña para las elecciones autonómicas del año pasado, cuando se negó a calificar a ETA como un grupo «terrorista». Destacados miembros de EH Bildu admiten que la tormenta que se generó fue uno de los principales motivos que impidió el 'sorpasso' al PNV. Algo similar sucedió un año antes, en los comicios municipales y forales, cuando EH Bildu tuvo que echar a varios candidatos condenados por pertenencia a ETA que habían sido incluidos en sus listas tras el malestar mostrado incluso por aliados de la coalición en el extranjero. Conscientes de que su imagen se estaba manchando, no tuvieron más remedio que dar marcha atrás y sacarles de las planchas electorales.
Los tres ejemplos demuestran que los esfuerzos de EH Bildu por normalizar su situación en el presente –algo que ha logrado en gran medida al convertirse en uno de los socios estratégicos de Pedro Sánchez– tienen unos límites anclados en su propia historia.
En la coalición soberanista creen que todo lo relacionado con la violencia, en realidad, está «amortizado». Pero, de vez en cuando, la memoria de lo que pasó resurge y tapa sus discursos más sociales, condiciona posibles alianzas y su acceso a mayores responsabilidades de gobierno, algo que EH Bildu considera prioritario. La realidad es que, a día de hoy, su negativa a romper de forma definitiva los lazos que le atan a su pasado le impide buscar socios, dar un salto político definitivo y lograr su principal objetivo: convertirse en una alternativa real a la entente PNV-PSE.
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