Dos nietos de Fernando Múgica emplazan a Bildu a renegar de «su ideario sanguinario»

Fernando Múgica Herzog, de 62 años, casado con Mapi Heras y padre de tres hijos, José María, Fernando y Rubén, acababa de salir de su despacho de abogados en la calle Prim cuando el etarra Xabier García Gaztelu, 'Txapote', le disparó un tiro en la nuca.

Jorge Múgica tenía 4 meses cuando ETA asesinó a su abuelo y Claudia Múgica ni siquiera había nacido. A sus 27 y 26 años, respectivamente, los nietos mayores de 'Poto' denuncian, como anticipo de su intervención de mañana en el homenaje en el cementerio, que «las tiranías que perpetran estos crímenes», como el que acabó con la vida de su abuelo, «tienen unos objetivos muy simples de confrontación y destrucción. No cesan cuando la bala alcanza su objetivo. Y siguen apuntando». Reprueban en su escrito que se trata de «proyectos de ingeniería social con apéndices políticos que miran hacia atrás, hacia sus crímenes, con jactancia y orgullo. Con la complacencia y la satisfacción de haber logrado su cometido. El de limpiar de voces disidentes su camino». Jorge y Claudia Múgica van más allá y remarcan que «este proyecto nacionalista tiene hoy siglas en política. Las mismas que sus antepasados ilegalizados en las instituciones: EH. Y nombre: Bildu. Y un ideario racista, discriminatorio y sanguinario que ninguno de sus miembros aún ha desmentido o renegado».

Denuncian, por experiencia propia, que «a las víctimas de su crueldad no nos ha quedado otra que aprender que nadie, absolutamente nadie, quiere enterrar a un ser querido». «Nadie anhela padecer la persecución y amenazas de un grupo violento y sectario. Nadie quiere llegar a un enfrentamiento extremista que acaba en el cementerio», expresan con el recuerdo a su abuelo Fernando y con el pesar que comparten cada año cuando acuden, sin faltar puntuales a la cita, al lado de su abuela Mapi Heras, la viuda del abogado donostiarra. En ese grupo que encabeza cada año la comitiva en el camposanto donostiarra tampoco han faltado anualmente, ni lo harán mañana, los otros dos nietos, Álvaro y Fernando.

En su escrito citan a Simone Veil, superviviente del Holocausto y expresidenta del Parlamento Europeo, cuando hablaba de los «terrenos descampados donde reina el silencio» y del «peso terrible del vacío, que el olvido no tiene derecho de llenar y que la memoria de los vivos ocupará para siempre». En ese sentido, los nietos de Múgica describen que la visión desde el cementerio «no es voluntaria. Es impuesta». Según remarcan, «conlleva la claridad sobre lo más básico y universal: que todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona». «Algo tan elemental le negaron a nuestro abuelo Fernando hace 27 años», lamentan para incidir en que «la privación de esto es irreversible. Revivir a un muerto que yace bajo tierra es imposible».

Resumen que los «traumas» de 43 años de terrorismo, con su silencio, intimidación, extorsión, secuestros, asesinatos y exilio «permanecen eternamente». Los dos nietos del histórico dirigente socialista, «erigidos radicalmente contra la intolerancia y sus consecuencias», quieren dejar claro que lo que también perdura es su respeto y adherencia al legado democrático de las víctimas «que, por fortuna, es para todos. Y nos enseña que es cínico y peligroso pensar que alzar la vista por encima de las tumbas es lo que nos hará avanzar. Un combate del que no desistimos». En otra cita de Veil, reivindican que «el derecho y el deber de advertir y pedir que 'el nunca más' de nuestros compañeros se vuelva realidad».