«¿Por qué me han secuestrado a mí?»
Un grupo de alumnos de Primero de la ESO inaugura las visitas teatralizadas al Centro Memorial de Víctimas de Terrorismo en Vitoria
Tienen 12 años y cursan Primero de la ESO en el colegio San Pelayo de Ermua. Uno de esos centros donde la memoria tiene mucho de compromiso. Es la historia propia, esa que hizo que el nombre del municipio diera la vuelta al mundo durante el secuestro de Miguel Ángel Blanco. En este colegio fueron pioneros en llevar una víctima a sus clases y ayer fueron el primer grupo en las visitas teatralizadas que ha preparado el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria.
«Todas las lágrimas existen. Llorar es como contar una historia», les recibe la actriz Arantza Cordero. El espectáculo se desarrolla en diferentes puntos del museo, según avanza el grupo, cada vez más interesado en la historia. Una de las primeras paradas es el zulo de Ortega Lara. «Nuestros pasos sólo tienen el límite de nuestra voluntad. Un hombre tuvo que luchar aquí contra los calendarios», lanza la actriz, que va cautivando a los jóvenes espectadores. «¿Qué os preguntaríais vosotros ahí dentro?», les cuestiona cuando salen de la réplica de ese habitáculo mínimo donde el funcionario de prisiones pasó 532 días. Las respuestas de la clase impresionan. ¿En qué día estoy? ¿Cuándo podré salir? ¿Por qué me ha pasado a mí? ¿Dónde estoy? ¿Quién me recuerda? ¿Qué cosas han cambiado ahí afuera?
Poco después del zulo, les espera la sala de inmersión, un espacio donde les rodean las imágenes televisivas de varios atentados y el testimonio de sus víctimas. En el centro, un paraguas. «Un paraguas de plástico sobre el asfalto mojado junto a alguien que ya no siente la lluvia». A los adultos les recorre la imagen imborrable de López de Lacalle. Ellos miran el paraguas con cierta inocencia. «Ya no existe esa epidemia de paraguas abiertos sobre el asfalto. A veces, hay que mojarse».
Arantza Cordero, antes de empezar, reconocía que «es un reto enorme esta historia y adaptarla para ellos». Sin embargo, les llega con facilidad. Les habla de «personas con nombres, con sueños, con deberes». A ellos les cuesta entender que los niños de varias generaciones tuvieran tan claro que no debían chutar jamás una bolsa de basura. «Por si en lugar de gritar gol, sonaba... el final». Ellos pueden gritar gol. Y lo gritan en el Memorial. La vida, once años después de ETA.
Dos baquetas
Hay imágenes poderosas esperando a los alumnos que quieran sumarse a las visitas teatralizadas del Memorial. Podrán conocer «el camión de las mudanzas forzosas», la Barcelona de los dragones que sacuden las Ramblas y a aquel superhéroe que cruzaba Londres en patinete. ¿Quiénes son vuestros superhéroes favoritos? «Flash». «Superman». «Mi familia». El mundo de los chavales y sus respuestas.
La visita acaba con el sonido de dos baquetas que en ellos retumban especialmente. Son de Ermua. Es «la batería de la resistencia». Luego, antes de salir, escuchan un aviso de bomba real, el que precedió al atentado de la T4. Allí preguntan lo que suelen preguntar todos los de su generación y las siguientes. «¿Por qué avisaban?». La lógica del terror y sus mecanismos no cabe en ellos.
A Nahia, de 12 años, le ha llamado la atención «cuando nos contaba la historia con el paraguas y la de los dragones pero sobre todo me ha gustado cómo nos contaba esas historias para que las entendiéramos». Su compañera Erika sale impresionada por «cómo tuvo que vivir secuestrado casi dos años y las fotos del museo. Me ha gustado mucho».
Nerea, su tutora, cuenta que «cada curso hacemos todos los años una salida. Me parece necesario venir al Memorial porque la mayoría no conocía muchas de estas cosas. Es necesario que escuchen a personas expertas en el tema para que no se dejen influenciar por opiniones menos formadas». Raúl López Romo, historiador y responsable de Educación y Exposiciones del Memorial, cree que «nunca ha habido tantos proyectos educativos y, a la vez, tanto olvido. Hay un olvido natural, generacional, y otro de tipo militante, que es deliberado, y ahí tenemos que actuar». Entre un cuarto y una quinta parte de los jóvenes todavía defiende la violencia para cuestiones políticas. Tenemos que hacerles llegar el mensaje y hacerlo de manera teatralizada es un buen complemento».