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Lejos de abandonar el foco, y al poco de presentar en Bilbao la nueva fundación europeísta que preside, el exlehendakari Urkullu prosigue con su actividad ... pública como conferenciante, que le ha llevado, de nuevo, a Cataluña, a la que siempre ha estado muy unido ya antes de su fallida mediación en el fragor del 'procés'. De la mano del exconseller Santi Vila, con quien mantiene una relación cercana, el anterior jefe del Ejecutivo vasco participó este martes en Barcelona en un coloquio con otro expresidente, Artur Mas, bajo el título 'De vocación, político. Experiencias de una vida de servicio público'.
En el acto, organizado por la facultad de Filosofía de la Universidad Ramón Llull-LaSalle, ambos compartieron sus vivencias durante el ejercicio del cargo y también a la hora de «ceder el testigo» a sus sucesores. Urkullu explicó cómo afrontó, en su caso, los compases finales de su etapa de doce años en Ajuria Enea, que acabó de manera abrupta al comunicarle la dirección del PNV que no contaban con él para optar a una cuarta legislatura. Abandonar el poder «para mí ha sido fácil», explicó, sin ocultar que habría estado dispuesto a seguir si se lo hubieran pedido, pero que estaba también preparado para irse. ¿Cómo lo hizo? Compaginando el día a día frenético de los últimos meses con la redacción, con sus colaboradores más estrechos, «de un legado escrito de más de 1.000 folios» sobre el 'estado de la cuestión' y la situación de cada departamento en el momento de su salida. Una tarea que, según explicó, le «ayudó» durante la transición y que pretendía sirviera de guía para el Gobierno posterior, el que encabeza Imanol Pradales.
Urkullu dejó en la charla otras píldoras sobre su visión de la sociedad actual y de la labor política, que aconsejó ejercer «con humildad y modestia, y la menor vanidad posible». También resultó llamativo su análisis de la desafección política y sus consejos a los jóvenes para recuperar el sentido «comunitario» de la política frente al «individualismo» galopante que diagnostica en las sociedades actuales y la dificultad para asumir responsabilidades colectivas en lugar de culpar a las instituciones en un ejercicio de «victimismo». Una visión comunitaria que, a su juicio, se debe impulsar desde la «inspiración cristiana» de partidos, organizaciones juveniles, escuelas de verano y centros educativos no públicos.
En sendas entrevistas ya este miércoles a medios de RTVE en Cataluña, Urkullu reconoció la «mayor serenidad y tranquilidad» en la vida política catalana desde la llegada del socialista Salvador Illa al Palau de la Generalitat, pero rechazó que el «conflicto» haya terminado porque es «inherente» a las comunidades que, como Euskadi y Cataluña, tienen pendiebte su «encaje en términos nacionales». También aplaudió en esas entrevistas la participación de Bildu como un actor político plenamente normalziado, pero recordó que les falta reconocer «el daño injusto causado» por ETA.
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