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Siempre ilustrativo, el último Sociómetro vasco nos ha vuelto a arrojar algunas luces en forma de sombras y algunas sombras en forma de luces sobre ... lo que piensan y sienten los ciudadanos de la CAV. La percepción acerca de la situación económica vasca no ha parado de mejorar desde el 2013 (peor año de la serie) y es una de las más altas de Europa, solo detrás de Dinamarca y Luxemburgo. Los servicios públicos también reciben una buena valoración, colocándose a su vez en el grupo de cabeza en Europa. El interés por la política sigue creciendo, y se sitúa en un 40 %, el más alto desde que se mide (1995), y se ha doblado desde 2011, donde solo el 20 % declaraba estar interesada por la política. Hasta aquí las luces.
Junto a estas tendencias, aparecen inquietudes que laten en las conversaciones ciudadanas: la vivienda, la seguridad y la inmigración se han disparado en la lista de los percibidos como principales problemas, y se suman al de la sanidad y al del mercado laboral. Entre las cuestiones que relativamente menos preocupan están la corrupción, la igualdad entre hombres y mujeres, el medio ambiente y otros que no pasan del 2 %. Hablemos de estas sombras.
Apoyándose en años de investigación, el politólogo estadounidense Ronald Inglehart mostró que a medida que un país se desarrolla se produce un cambio global en las orientaciones de los valores de los individuos: estos se interesan menos por la provisión de recursos inmediatos como el trabajo o bienes de consumo, y más por cuestiones relacionadas con el estilo de vida como el medio ambiente, la justicia social o los derechos humanos. Los primeros serían materialistas y los segundos posmaterialistas. El apogeo de estos últimos sería un indicador de la modernización económica y desarrollo de una sociedad.
Nuestro Sociómetro parece que nos lanza aquí un mensaje ambiguo: por un lado, la situación económica se valora como buena, pero en las preocupaciones de la ciudadanía se disparan aquellas relacionadas con indicadores materialistas. El propio Inglehart advirtió, años más tarde de lanzar su teoría, que fenómenos como el de Trump indican un claro retroceso respecto a la situación anterior, diagnosticando como causa de esta reacción que todas las ganancias económicas de las últimas décadas habían ido a parar a las élites económicas mientras los de abajo veían cómo empeoraban sus salarios.
En Euskadi, mientras hablamos de oasis y de anticuerpos contra la extrema derecha, empiezan a aparecer algunas señales que no podemos ignorar. Si damos por bueno que las preocupaciones materialistas indican una carencia de desarrollo, entonces empezamos a tener un problema. Hablar solo en clave posmaterial a una sociedad que se vuelve hacia lo material, sería desconectar de la realidad social. Más si lo hacemos culpando del retroceso a esa misma sociedad, como han hecho algunos analistas del Partido Demócrata. Por fortuna, estamos a tiempo de evitar acabar como ellos.
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