El inesperado reto de la doctora Murga
La consejera aceptó el encargo de Urkullu hace un año de forma temporal tras la dimisión de Darpón y ahora es el rostro de la lucha contra el Covid-19 en Euskadi
Una de las anécdotas a las que siempre apela el entorno de la doctora Nekane Murga (Bilbao, 1963) para subrayar su alta valía profesional -y ... quizá también su vocación- es la que recuerda que son ya cuatro las veces que ha tenido que atender a personas que se han desplomado delante de sus ojos cuando estaba fuera de servicio. Una de ellas en el patio de butacas de un teatro, en el primer acto de una ópera. Otra en el aeropuerto de Málaga. Todas sobrevivieron.
La última emergencia que le ha obligado a remangarse fuera de un hospital es de otra índole bien diferente. Hace justo un año fue nombrada por sorpresa consejera de Salud del Gobierno vasco en sustitución de Jon Darpón, que renunció al cargo presionado por el escándalo de las filtraciones en las OPE de Osakidetza. La designación era temporal, un discreto salvavidas para calmar las aguas y culminar los meses que quedaban de legislatura, pero la crisis sanitaria generada por el coronavirus ha catapultado a Murga a la primera línea política. Hasta convertirla en uno de los rostros de referencia en la lucha contra la pandemia en Euskadi.
Nekane Murga se mueve desde hace años entre la élite sanitaria, pero nunca aspiró a tamaña relevancia pública porque es una tecnócrata de manual. De las mejores en lo suyo, dicho sea de paso. Licenciada en Medicina con honores, jefa del Servicio de Cardiología Clínica del Hospital de Basurto, profesora de la Universidad del País Vasco, divulgadora en foros internacionales... Darpón la 'fichó' en enero de 2017 para ponerla al frente del área de Planificación, Ordenación y Evaluación Sanitaria del Ejecutivo. En marzo de 2019, horas antes de que el exconsejero dimitiera, preparaba el relevo en un despacho del Parlamento sin que nadie, ni políticos ni periodistas, reparara en ella. El pasado domingo secundó al lehendakari en la videoconferencia de presidentes autonómicos convocada por Pedro Sánchez.
La filtración de exámenes en las OPE era su gran caballo de batalla hasta que irrumpió la pandemia
su mandato
Es, sin duda, el ascenso más duro y complejo de la consejera, que tiene ante sí uno de los retos de su vida: coordinar Osakidetza y el Departamento de Salud -3.941 millones de Presupuesto en 2020- en el momento más extremo e incierto de su historia. La situación también supone una reválida personal para Murga, que si consigue salir bien parada del choque con el Covid-19 puede dar un golpe de timón extraordinario a su carrera política. De recambio de emergencia a referencia. A ver quién la saca entonces del nuevo Gobierno que, si las encuestas se confirman, tendrá que conformar Iñigo Urkullu para la próxima legislatura, sean cuando sean las elecciones. Sustituir a Darpón también en el selecto grupo de confianza del lehendakari no parecía a su alcance, pero ahora está por ver.
De momento, puede decirse que Murga dedica casi las 24 horas del día -«porque algo duerme»- a la lucha contra la pandemia. «Como cualquier profesional de la sanidad, está acostumbrada a lidiar con la muerte, pero no a estos niveles», explican fuentes cercanas a la consejera. La semana pasada estuvo a punto de romper a llorar en plena comparecencia al anunciar el fallecimiento de una enfermera de Osakidetza. Aguantó. Las ruedas de prensa y las entrevistas son uno de esos campos en los que busca mejorar a marchas forzadas. Prácticamente en directo, porque comparece casi a diario. Sigue leyendo ante los micrófonos, un tormento para los expertos en comunicación de Lakua. Tampoco sabe euskera, otro quebradero de cabeza para la Administración autonómica en tiempos de sobreexposición mediática.
Llegó como una solución de emergencia y las circunstancias la han convertido en un peso pesado del Ejecutivo
más protagonismo
Listas de espera
Muy lejano suena ahora mismo el caso de las irregularidades en las OPE, el gran caballo de batalla al que Murga pensaba que iba a tener que enfrentarse durante su breve mandato al frente de la consejería de Salud. El asunto no era menor. Osakidetza, la joya de la corona, frente al espejo de la corrupción. Lo ha afrontado todo este tiempo arropada expresamente por el lehendakari y todo el Gobierno, y con un mensaje nítido: si algo ha ocurrido con los exámenes, la Administración lo desconocía.
Pese a su prudencia, la consejera no pudo bordear la polémica el pasado verano, cuando se desveló un audio grabado hace varios años en el que Murga daba a entender que conocía las filtraciones. «Para no tener el examen, lo has hecho muy bien», se le escuchaba decir en una conversación rescatada por una testigo en la investigación judicial abierta. El Gobierno, y la propia implicada, salieron en tromba a negar cualquier relación.
En el último año la consejera también ha tenido tiempo para convocar la mayor OPE de la historia del Sistema de Salud Vasco, en diciembre, y para anunciar, en enero, que las listas de espera de Osakidetza son algo más cortas pese al envejecimiento de la sociedad. Luego llegó el coronavirus y nada más importa. Como en la ópera y en el aeropuerto de Málaga la doctora Nekane Murga afronta la inesperada urgencia según viene. «Todo está sobre la mesa», suele repetir.
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