Un inédito choque dentro del Ejecutivo en la recta final de la legislatura
La ley de vivienda ha provocado el principal desencuentro entre PNV y PSE, pero no ha sido el único: educación, sanidad o inmigración han dominado la agenda
Es verdad que en periodo electoral todo se sobredimensiona. De hecho, no hay que olvidar que además de ser socios de un Gobierno son partidos que se tienen que jugar los cuartos en las elecciones. Unos y otros están obligados a marcar perfil, sobre todo unos socialistas que tienen muy presente el dicho de que en política, el 'pez grande siempre termina engullendo al chico'. Eso sí, tanto el PNV como el PSE-EE siempre han tenido muy claro que su bien superior se llama «estabilidad», de ahí que la posibilidad de una ruptura ni siquiera sea contemplada como una remota hipótesis. Y menos ahora, cuando queda menos de un año para las elecciones autonómicas (la fecha probable es el 9 de junio de 2024). Este miércoles, Urkullu recordó a su Gobierno que queda mucho por hacer y que no toca hablar de adelantos.
Pese a todo, el choque que ambos están protagonizando por la ley de vivienda no es uno más. Nunca hasta ahora esta legislatura los consejeros socialistas se habían plantado en la aprobación de una iniciativa gubernamental. Los socialistas han decidido poner pie en pared por todo lo que conlleva una norma de la que Pedro Sánchez ha hecho bandera al considerar que ponía la guinda a su «ambiciosa agenda social».
Para más inri, la cartera de vivienda del Gobierno vasco está en manos del PSE, lo que no dejaba otra alternativa al partido liderado por Eneko Andueza, que no ha ahorrado en reproches durante estos últimos meses. «¿Qué no le gusta al PNV, que nuestros jóvenes puedan acceder a una vivienda a un precio asequible y desarrollar un proyecto de vida?»
Lo cierto es que hace ya meses que los socios de coalición vienen protagonizando sonados desencuentros; en algunos casos, con reproches y términos gruesos inusuales en su larga historia de pactos en Euskadi. Por mencionar sólo algunos casos recientes, jeltzales y socialistas han registrado enfrentamientos por la ley vasca de Educación, por Osakidetza, por los descuentos en el transporte público, por el proceso de transferencias, por las sentencias sobre el euskera, por la elección de una festividad feminista, por la semana laboral de cuatro días... El caso más llamativo fue sin duda el del centro de refugiados de Vitoria, que precipitó en enero un descarnado cruce de acusaciones tales como «xenofobia» y «demagogia».
Calculado al milímetro
Unos y otros, eso sí, han hecho un esfuerzo por tratar de que todos esos rifirrafes se limiten al plano partidista y no se contagiaran a la acción diaria del Gobierno de coalición. Iñigo Urkullu e Idoia Mendia han cerrado filas en varias ocasiones. En el caso del centro de refugiados, por ejemplo, tras una semana de reproches a todos los niveles, el lehendakari y los consejeros de ambas formaciones acordaron en una reunión «no suscitar ninguna polémica pública» al respecto.
Sólo ha habido dos casos en los que PNV y PSE han votado diferente en el Parlamento. El primero se registró en noviembre, cuando Elkarrekin Podemos-IU llevó al pleno una proposición no de ley para «condenar la brutal actuación policial» y exigir la depuración de «responsabilidades políticas» por la tragedia de mayo en la valla de Melilla. Los nacionalistas la apoyaron, mientras que los socialistas la rechazaron para no poner en más aprietos al ministro Fernando Grande-Marlaska. Y la segunda llegó este pasado marzo, cuando el PNV se alió con los morados y EH Bildu para reactivar la reivindicación del derecho a decidir.
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