Las haciendas forales gestionarán el impuesto a la banca, la exigencia que pedía el PNV para votar 'sí'
Los jeltzales ya habían adelantado la necesidad de incluirlo en el sistema del Concierto para poder «graduarlo»
El apoyo del PNV para convertir en permanente el impuesto a los bancos y a las energéticas dependía de una única cuestión. Lo habían trasladado ... los responsables jeltzales al PSOE tanto en público como en privado. Que ambos tributos –hasta ahora definidos como gravámenes– pudiesen ser gestionados por las haciendas forales.
En realidad, a SabinEtxea no le terminaban de convencer ninguna de las dos medidas aplicadas de forma temporal por el Gobierno de Pedro Sánchez desde hace dos años para incrementar la recaudación. Pero tampoco quería aparecer ante la opinión pública como el partido que podría ayudar a grandes multinacionales y entidades bancarias ahorrarse millones de euros.
La fórmula era aplicar el sistema foral. Reformular el gravamen como un impuesto 'normal' para poder incluirlo en el sistema del Concierto Económico. «Graduarlo», afirmó el pasado jueves Aitor Esteban. En la práctica, las instituciones vascas podrán aplicar toda una serie de bonificaciones y abrir la puerta a diluir al máximo el impacto del nuevo impuesto bancario. La idea del PNV, tal y como se reconocía en el comunicado hecho público ayer, era que también se concertase el de las energéticas, pero al final esa posibilidad decaerá, en palabras del PNV, «por factores ajenos a la formación jeltzale». Es decir,Junts.
La posibilidad de que esos tributos fuesen asumidos por el régimen foral generó una tormenta política, más por el factor energético que por el bancario. Y golpeó en varios frentes. En el interno, Eneko Andueza llegó a acusar al PNV de querer practicar el 'dumping' fiscal. La bronca tiene su trascendencia porque para hacer ese régimen más laxo que en otras comunidades las Juntas Generales de cada territorio deberían aprobar las respectivas normas forales.Y eso solo se puede hacer con el apoyo del PSE. Y en Álava y en Gipuzkoa, con el de un tercer socio. A esto hay que sumar el malestar generado en otras comunidades, que temían que Euskadi hiciese competencia desleal, un miedo que ahora queda mitigado al quedar derogado el energético.
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