El «'guipuchi'» que gastaba «la pasta de fiesta en Madrid»
Antxon Alonso trataba de llevar una vida «sencilla» a pesar de su «gran relación» con Koldo García y Cerdán
Oskar Ortiz de Guinea | Javier Legorburu
Jueves, 19 de junio 2025, 06:58
Joseba Antxon Alonso Egurrola, nacido en Elgoibar pero residente en Elorrio, era un auténtico desconocido hasta hace un mes. El 21 de mayo informaciones periodísticas ... sacaron su nombre a la palestra porque la UCO le investigaba a raíz de dos denuncias sobre la adjudicación de las obras de los túneles de Belate, en Navarra. Un contrato de 75 millones de euros que se llevó una UTE formada por Acciona, Osés Construcciones y Servinabar 2000. Ahí se puso nombre y apellidos al titular de esta última empresa radicada en Pamplona, que pasaba por ser su administrador único.
Siete años antes, en marzo de 2018, Koldo García hablaba de Alonso Egurrola -lo llamaba «el Guipuchi» (sic)- en un wasap que envió a su exmujer. Lo definía como un empresario que estaba en Madrid «de fiesta en fiesta gastándose la pasta» con el exdirigente socialista Santos Cerdán. Así consta en el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que ha provocado la dimisión de Cerdán. Aunque nacido en Elgoibar, el empresario lleva ya tiempo residiendo en Elorrio.
El contrato que despertó sospechas sobre su figura fue el del desdoblamiento del túnel de Belate, aunque Servinabar ya había conseguido otras licitaciones en comunión con Acciona -como la mina de potasa Mina Muga entre Sangüesa y Aragón, que fue paralizada por la justicia, o la adecuación de oficinas en el Navarra Arena en 2017-. Este logro por parte de una empresa que con solo 9 trabajadores representaba el 15% de la UTE formada con Acciona y Osés llamó la atención de UPN, que en marzo de 2024 preguntó por ello a Chivite. En su respuesta parlamentaria, fechada el 14 de mayo, la presidenta navarra apuntó que solo se había reunido cuatro veces con Antxon Alonso entre 2020 y 2021, y siempre a solicitud de él y con motivo del proyecto de la mina.
Un paseo por Elgoibar y Elorrio revela la sorpresa que sus vecinos se han llevado al comprobar la «importancia» que la UCO atribuye al «Guipuchi» en esta red de adjudicaciones irregulares. No es fácil encontrar personas que contribuyan a dibujar un perfil del empresario. En Gipuzkoa, porque «hace 25 o 30 años que se fue del pueblo», donde aún viven su madre y su hermano, «una persona muy fina, muy diferente a Antxon». Y en Bizkaia, porque «lleva una vida muy discreta», coinciden varios vecinos de Elorrio, incluido algún residente de su portal y clientes de un bar cercano al que suele acudir. «Nunca sospecharías que alguien como él pudiera codearse a esos niveles. Aunque puede ser un poco 'haundiki', no hace ostentaciones: vive en un tercer piso, tiene un coche normalito... Los fines de semana le puedes ver con ropa de monte. La mujer también es muy normal. Ha sido andereño aquí y en Apatamonasterio», explican.
Desde que está en el ojo del huracán, Alonso Egurrola ha dado un paso atrás en sus exposiciones públicas. «A mí no me ha cogido el teléfono», apunta una mujer de su entorno profesional. Tampoco ha respondido al interés de este periódico por hablar con él.
Pero hace apenas tres semanas mantenía su vida más o menos normal. De hecho, el 24 de mayo, tres días después de que su nombre apareciera en la prensa, Antxon Alonso acudió a la fiesta que los 'quintos de 1965' celebraron en Elgoibar con motivo de sus 60 años. «Se había apuntado, y pensamos que con todo el lío no vendría -recuerda uno de los participantes-. Pero vino». Muestra de ello es la fotografía que acompaña estas páginas. La misma fuente asegura que hubo quien le inquirió por qué su nombre había aparecido en los medios de comunicación «y le quitó importancia, dijo que era porque tenía muy buena relación con Cerdán».
En la quintada poco aportan sobre él. Unos, «por no querer líos». Otros, porque «el Antxon que conocimos nosotros» como alumno de la ikastola o del instituto del pueblo «no es el de ahora». «Menudo disgusto tendrá su madre», que regentó una modesta tienda de ultramarinos en el barrio de San Roke.
Al frente de veinte firmas

Alonso Egurrola estudió Magisterio en Eskoriatza antes de emprender su vida laboral. «Que sepamos, se dedicó a la compraventa de pabellones y terrenos -cuentan en Elgoibar-. Pero así como sabes a qué se dedica su hermano, con él no pasaba eso». Esto concordaría con ese deseo por volar bajo el radar que observan los investigadores.
Porque Koldo García y Antxon se conocen al menos desde 2015, cuando el 26 de junio constituyeron Noran Coop. Se trata de una cooperativa domiciliada en un edificio de oficinas en la calle Portuetxe del barrio donostiarra de Igara, a la que la UCO adjudica el desvío de fondos públicos procedentes de adjudicaciones irregulares. Según la investigación remitida al juez, Noran habría recibido más de 360.000 euros de la sociedad que el propio empresario de Elgoibar fundó en Pamplona, la ya 'famosa' Servinabar. En un primer informe, la UCO sostuvo que Cerdán tenía «capacidad decisoria» en la empresa de Pamplona y ayer se supo que además el ex 'número dos' del PSOE habría adquirido el 45% de la empresa investigada en la trama.
Unas semanas antes, el 1 de junio, Koldo se había dado de alta en la Seguridad Social como autónomo en Gipuzkoa, en concreto «como agente de la propiedad inmobiliaria», según señala la UCO. No consta que tuviera ninguna actividad. De hecho, el Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Gipuzkoa confirma que nunca se colegió, condición indispensable para poder ejercer como tal.
Rastrear la pista empresarial de Alonso Egurrola es labor compleja, porque incluye multitud de ramificaciones. Su nombre figura en cerca de una veintena de sociedades mercantiles o cooperativas, la mayoría del sector de la construcción, servicios e inversiones. También de los seguros. Las más significativas son Noran Coop, Servinabar 2000, Residencial Merindades SL y Alegure SL, una sociedad en principio unipersonal con la que participó en UTE con Acciona para la construcción de un colegio público en Arbizu (Navarra) por 3,1 millones de euros.
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