El Gobierno apuesta por el PNV como aliado «estable» y por la mayoría de la investidura

No obstante, a los jeltzales les ha enfadadado sobremanera el pacto con la izquierda abertzale por las formas, por el fondo y por su inoportunidad política, en puertas de una campaña vasca en la que el PNV pretende explotar, como siempre, su papel de 'conseguidor' en Madrid. Un rol por el que ahora también compite, y de qué manera, la izquierda abertzale.

En ese clima, como aperitivo de la undécima conferencia de presidentes que se celebró este domingo, Sánchez se desayunó con las durísimas críticas del lehendakari Urkullu, que, en una entrevista en EL CORREO, lamentaba que el Gobierno hubiese cerrado un acuerdo «absolutamente peligroso» con el que se arriesga a una «quiebra de confianza» de sus interlocutores en el Congreso, pero también de los mercados internacionales y de la Unión Europea, de la que España espera obtener ayuda para encarar la recuperación tras la pandemia. Ya cara a cara con el presidente, y en presencia del resto de mandatarios autonómicos, el lehendakari insistió en hacerse de cruces por un acuerdo «desconcertante» cocinado al margen de la mesa de diálogo social que, de momento, ha dinamitado.

Con ese panorama, tocaba mandar de nuevo un mensaje tranquilizador a Sabin Etxea, con quien el Ejecutivo PSOE-Podemos mantiene, según subrayó María Jesús Montero, «contacto permanente» como corresponde, dijo, a una «alianza estable». Y, a renglón seguido, la portavoz de Sánchez hizo una matización no menor, sino de calado, porque responde exactamente a las exigencias que puso Andoni Ortuzar sobre la mesa, cuando, el pasado viernes, advirtió de que el «depósito de confianza» del PNV en el presidente estaba entrando «en la reserva». Avisó el presidente del EBB a Sánchez de que la geometría variable «sin coherencia» lleva a «circos políticos» como el de la pasada semana e instó al Gobierno a recuperar la mayoría «nítida y suficiente» que permitió alumbrar en diciembre el actual Gabinete de coalición.

En ese sentido, Montero dejó claro este domingo que «una cuestión son las alianzas con las formaciones políticas para la investidura del señor Sánchez y otra cuestión son los acuerdos puntuales después de que estuviera en riesgo la salud de los ciudadanos». O sea, que los pactos con EH Bildu -y con Ciudadanos- solo buscaban garantizar el mantenimiento del estado de alarma, «el único instrumento eficaz para controlar la movilidad» y frenar los contagios. «Y nada más», apostilló la ministra, dando a entender que Sánchez volverá a buscar el entendimiento con el PNV y con ERC una vez quede atrás la crisis del coronavirus.

Eso sí, no descartó acudir de nuevo a los acuerdos a diestra y siniestra si el Ejecutivo se decidiera a pedir una sexta prórroga de la alarma, una operación que podría resultar gravosa para La Moncloa y en la que no está nada claro que vaya a embarcarse, sobre todo si la nueva normalidad llega, como parece, antes de lo esperado. En el caso de solicitarla, confió la portavoz, «esperamos seguir contando con el PNV», que siempre «ha tenido clara la importancia de la salud y la seguridad en el conjunto del territorio». Los jeltzales se dejan querer, reconocen que los contactos con el PSOE se han mantenido a dia.

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