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Placas en memoria de víctimas de ETA Javier Etxezarreta / EFE

¿Falta en el relato la voz de los victimarios?

Un paso más. ·

Expertos, educadores y víctimas coinciden en que escuchar a terroristas críticos con su pasado es muy útil para deslegitimar la violencia

Domingo, 6 de julio 2025, 18:11

¿Cuando deja uno de ser un asesino? ¿Cuando cumple condena? ¿Cuando se arrepiente y pide perdón? ¿Nunca? Las diferentes respuestas a esas preguntas configuran los cimientos de un debate que está llegando con fuerza al ámbito académico y al mundo de las víctimas. ¿Hace falta la voz de los perpetradores para completar un relato veraz? No hablamos de alegatos justificativos, sino del testimonio de aquellos que han completado un largo camino de autocrítica y cuya voz sirve para deslegitimar el uso del terrorismo.

Hace unos años que el Gobierno vasco empezó a barajar la posibilidad de llevar el testimonio de etarras, críticos con lo que hicieron, a las aulas. El único motivo por el que se evita la palabra arrepentidos es porque aún levanta llagas en ese colectivo pero son aquellos que expresan claramente que matar fue un grave error. Gentes como los exmiembros de ETA Lourdes Auzmendi y Josu Elkoro, que en marzo ofrecieron una emocionante charla en Gogora. «Vengo y lo hago con pudor para hablar de lo que hicimos y el dolor que causamos. Cuesta mucho. Pero debemos contárselo a los jóvenes», dijo ella.

El historiador Gaizka Fernández Soldevilla explica que «en marzo de 2021, el Consejo Vasco de Participación de las Víctimas del terrorismo pidió que se incluyese el testimonio de etarras arrepentidos en los colegios». No es algo tan rompedor. «Se ha hecho en otros países; no es algo que haya que inventar. Se ha hecho en Alemania, donde el programa 'Exit' -Salida- lleva a las escuelas a antiguos neonazis. Se ha hecho en otros países de Europa donde se ha comprobado que funciona». Fernández Soldevilla no duda en asegurar que «estoy muy a favor de utilizar esos testimonios».

Hasta ahora, ha habido algunas experiencias y encuentros puntuales con jóvenes, tanto en universidades como en algún colegio, pero los perpetradores siempre han pedido una extrema discreción. La idea tiene todos los parabienes pero no acaba de coger vuelo y el motivo es que despierta recelos. ¿Qué pasa si ese recorrido autocrítico no ha sido suficiente o se mantienen ribetes justificativos respecto de determinadas acciones violentas? «Hay aristas. Hay que mirar mucho los perfiles de los perpetradores porque es común que mantengan esa idea de la 'ETA buena' y la 'ETA mala' -en relación a la banda en los años de la dictadura, por un lado, y la del periodo democrático, por otro-. Eso hay que evitarlo porque no estás desradicalizando. Hay que estudiar los perfiles con detenimiento y dar paso a los que más pueden aportar. Ese análisis se hace también con las víctimas, donde también hay filtros. No todas ellas van a las aulas. Y con los victimarios es mucho más importante».

En el mundo de las víctimas no hay dudas sobre los beneficios que aportan estas voces. «Ojalá hubiera más terroristas sinceramente arrepentidos que lo dijeran en público. El poder deslegitimador del terrorismo de un etarra arrepentido es muy poderoso», valora Consuelo Ordóñez. La presidenta de Covite es consciente de que «la realidad es que la mayoría de etarras o no están arrepentidos o, si lo están, no lo dirán jamás porque prefieren seguir bajo el redil de la mafia de la izquierda abertzale, que les prohíbe precisamente arrepentirse». A su juicio, «el terrorismo de ETA no solo ha producido un daño personal a sus víctimas, sino también un daño social y un daño político, un daño en el conjunto de la sociedad y al Estado de derecho. Y eso solo lo pueden reparar quienes lo han producido».

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