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Hace un año terminábamos el 2023 sabiendo que el año nuevo nos iba a traer un nuevo lehendakari, aunque todavía no tuviésemos fecha para las ... elecciones. Por aquel entonces, la sociedad vasca se mostraba mayoritariamente preocupada ante la sensación de problemas no resueltos. El PNV acusaba el desgaste en la gestión de casi cuarenta años gobernando Euskadi (excepto el periodo de Patxi López) y la transformación de una sociedad que había evolucionado más rápido de lo que las estructuras del partido y de gobierno habían sido capaces de anticipar.
La campaña electoral se libró en un contexto donde la agenda social, las preocupaciones de la ciudadanía, ocuparon el centro de los debates. Emergían nuevos problemas que mostraban una sociedad en transformación que demandaba políticas más adecuadas a una nueva realidad social.
Osakidetza despuntaba como el gran asunto del momento ante una situación de decadencia y necesidad de actualización que la pandemia había dejado al descubierto. La vivienda, por su parte, empezaba a dar síntomas evidentes de convertirse en uno de los asuntos más trascendentes para la sociedad vasca.
Si bien el sistema de salud y la situación de la vivienda son dos problemas estructurales que afectan a las sociedades occidentales, según la Encuesta de Familias y Hogares de Euskadi publicada este viernes, la sociedad vasca presenta datos que explican la emergencia de estos dos grandes asuntos en la escala de prioridades porque ofrecen una panorámica no de lo que seremos, si no de lo que ya somos: una sociedad más longeva, donde crece el número de hogares, pero con familias más pequeñas porque desciende la natalidad, aumenta la edad en la que las mujeres son madres y sube el número de personas que viven solas.
Unos datos que nos hablan de una vejez que se hace larga y que requiere de otras perspectivas, miradas y narrativas, ser viejo ya no es lo que era. Datos que nos muestran hogares más pequeños y diversos, que requieren de viviendas más adecuadas a su realidad, lejos de aquellos de largos pasillos y habitaciones a los lados. Cifras que piden políticas que consideren la realidad de las personas que viven solas y políticas de conciliación y flexibilidad laboral para el creciente número de familias monoparentales que hacen de su vida un malabar. Datos que gritan que los jóvenes se emancipan tarde porque ni su bolsillo ni el parque de viviendas da lo suficiente de sí.
No se equivoca el lehendakari, Imanol Pradales, cuando habla de una Euskadi Berria, y acierta cuando crea un área dentro de su gobierno que se encargue de hacer prospectiva y de modelar escenarios de futuro. Anticipar un futuro que es ahora es el primer paso para acertar con las medidas.
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