La confianza
La crisis de confianza que vive Pedro Sánchez supone una pérdida abrupta de la fe que tenían sus aliados -los partidos que apoyaron su investidura- ... en la certeza de que se trataba de la única figura política con capacidad para actuar como cortafuegos ante la llegada de la ultraderecha a las instituciones españolas. Ese era el hilo conductor de una legislatura hecha de retales donde diferentes formaciones que confrontan entre sí encontraban la justificación de asociar su futuro a la figura de Pedro Sánchez.
Es en esta ruptura, en esta pérdida de confianza de sus aliados, donde radica la gran debilidad actual del presidente del Gobierno. Una pérdida que hace presagiar que el final de la legislatura está cerca. Ninguna figura política es eterna y nadie es imprescindible, aunque Sánchez así se sienta: imprescindible para frenar a la ultraderecha, el único capaz de liderar su partido: «Oh capitán, mi capitán».
Esa necesidad un tanto narcisista de mostrarse como «el elegido», el único con capacidad para liderar ese espacio, pase lo que pase, ha roto las costuras de la confianza de los socios de investidura. No todo vale a cualquier precio y así se lo están haciendo ver al líder del PSOE. La situación es grave porque la confianza construye legitimidad, facilita la gobernabilidad y proporciona estabilidad social.
Un político que goza de confianza es percibido como alguien que representa auténticamente los intereses de la sociedad que dirige. Un político que cuenta con la confianza de sus aliados es capaz de buscar y aunar acuerdos que van más allá de los intereses partidistas (mirar en el largo plazo por los intereses de país). Y la confianza en los líderes políticos actúa como pegamento, mantiene la cohesión y previene la hiper fragmentación.
Dice Pippa Norris, experta en cultura política y legitimidad democrática, que la confianza en los líderes políticos y en las instituciones es un pilar esencial para la gobernabilidad, especialmente en sistemas políticos fragmentados y alejados de mayorías como el nuestro.
En el Congreso esa confianza está rota, está por ver si puede reconstruirla, si es capaz de mantenerla en el Partido Socialista y tendrá que refrendar, seguramente, en no menos de un año, si no está hecha pedazos ya entre la ciudadanía. Las elecciones parecen inevitables.
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