La Euskadi más abertzale da la espalda a la independencia
El País Vasco se convierte en una sociedad en plena transformación en la que la cuestión identitaria se «desdramatiza»
Hay una pregunta que para Ander Gurrutxaga es «clave» a la hora de analizar la sociedad vasca de 2024. «¿Qué significa ser nacionalista hoy en ... el País Vasco?». La reflexión viene a cuento para explicar, no tanto una «contradicción», sino «una cierta paradoja». Cómo teniendo el Parlamento más abertzale de la historia, donde PNV y EH Bildu suman 54 escaños (el 72% del total), el apoyo a la independencia está en sus mínimos históricos en una Euskadi cada vez más plural, donde las cuestiones identitarias se «desdramatizan», con buena parte de los ciudadanos sintiéndose cómodos «tan vascos como españoles» (42%) y donde lo que preocupa realmente a los jóvenes no es tanto en qué país viven, sino dónde vivir.
Los datos publicados por el Sociómetro del Gobierno autonómico la semana pasada son claros. El 43% de los vascos rechaza de forma explícita la independencia y solo un 19% estaría a favor. Nunca se habían dado porcentajes tan extremos, ni en un sentido ni en otro. La secesión ni tan siquiera supera el 50% de apoyo entre los simpatizantes del PNV y EH Bildu. Entre los jeltzales apenas la avala el 15% y en la coalición soberanista, el 47%.
¿Qué está pasando? Gurrutxaga, catedrático de Sociología de la UPV/EHU, considera que se trata de cifras que no se deben leer de forma «estática» y que «no es fácil obtener una fotografía fija». Y subraya: «En otro contexto, el apoyo a la independencia puede subir». La historia ofrece dos ejemplos. En 1998, los que estaban en contra de la ruptura con España solo representaban al 24% de los consultados. De hecho, los que se mostraban a favor estaban un punto por encima, un 'sorpasso' que no se ha vuelto a dar. ¿Qué ocurría entonces? Entre otras cuestiones, el Pacto de Lizarra.
La ofensiva terrorista que lanzó ETA tras la ruptura de la tregua hizo que aquel deseo de independencia cayese a mínimos, para luego repuntar en 2014 y llegar al 28% de apoyo, un dato récord hasta la fecha. Fue el año del referéndum de Escocia y de las movilizaciones masivas de Gure Esku Dago. A partir de ahí esa tendencia fue girando y cayendo de forma paulatina hasta el actual 19%.
María Silvestre, directora del Deustobarómetro, también llama a la prudencia, pero achaca «la pérdida de pulsión» del independentismo a tres factores. El primero, el pasado reciente de Euskadi y «la vivencia del terrorismo», que implicó durante décadas «la asociación del independentismo con la violencia», una herida que sigue abierta. El segundo, lo sucedido en Cataluña en 2017, un proceso que siempre se ha visto desde Euskadi con «escepticismo y racionalidad». Y el tercero, la política internacional y la sensación de que la independencia política puede suponer «la exclusión de la Unión Europea».
Silvestre echa la vista también hacia el Parlamento y recalca que el reparto de escaños demuestra que «el sentimiento nacional vasco es mayoritario». Pero otra cosa es que «se relacione directamente con la demanda de independencia política». Y es que, a su juicio, esa idea nacional ahora «se conjuga muy bien con una demanda de mayor autogobierno, con la reclamación de una relación bilateral con el Estado y con su vinculación con cuestiones de carácter más cultural e identitario, como puede ser el euskera».
Gurrutxaga parte, a su vez, de una constatación. «La Euskadi de 2024 poco tiene que ver con la de 2000, y ni te cuento con la de 1978». Y sus problemas son «los típicos de las sociedades avanzadas»: el trabajo, la sanidad, la vivienda... «Poder vivir como nos han dicho que podemos vivir». Una sociedad, en general, satisfecha, al menos, si se hace caso al Sociómetro. Un 78%, por ejemplo, considera «buena» o «muy buena» la situación económica del país. Según los datos comparados con el Eurobarómetro, solo en Dinamarca y Luxemburgo tienen una visión más positiva de su entorno. Una sensación de bienestar que, en su opinión, explica en cierta medida la caída del independentismo. Algo así como 'si vivo relativamente bien, por qué me voy a ir'.
Ander Gurrutxaga | Sociológo
«La pregunta clave es qué significa ser nacionalista hoy en el País Vasco»
María Silvestre | Socióloga
«Influye la vivencia del terrorismo, el 'procés' y lo que sucede en Europa»
Los más jóvenes
Y ahí surge otra pregunta. ¿Pero, y si no vivo bien? Un tercio de los vascos, y es un porcentaje que más o menos se mantiene estable siempre, apoyaría la independencia «según las circunstancias». ¿Cuáles? «Pues si ese Estado no me garantiza ese bienestar», señala Gurrutxaga. Una idea que ya se vio en Cataluña, según recuerda Santi Vila, exconsejero del Gobierno de Carles Puigdemont. «Se intentó vincular la idea independentista en torno a un país mejor en contraste con una España fratricida y corrupta».
Esa lejanía del sueño de una Euskadi independiente también se percibe entre los jóvenes, algo que destaca el catedrático de la UPV/EHU. La encuesta del Gobierno vasco señala que su principal inquietud es la vivienda y que es la franja de edad a la que menos le preocupa eso que se engloba como «situación política, políticos y conflicto político». Y tampoco cala demasiado lo de separarse de España. Si el respaldo medio es del 19%, entre los que se mueven entre los 18 y los 29 años apenas se eleva al 21%.
Una Euskadi que para Gurrutxaga funciona ahora mismo «sin negar al otro» y en la que nacionalismo se «identifica más con compromiso con tu gente, con tu ciudad, con solucionar problemas concretos... Ahora no se triunfa sin un discurso social y EH Bildu ha sido el que mejor lo ha entendido».
Toni Aira | Profesor UPF-BSM
«En Cataluña la caída tiene más que ver con redefinir liderazgos y discursos»
Santi Vila | Exconseller
«Siempre habrá independentistas, pero el 'procés' ha tenido muy mal envejecer»
La idea de separarse del Estado, además, se diluye en casi toda Europa. Ni en la Escocia que provocó un terremoto hace una década ni en Cataluña. Un día después de que saliese el Sociómetro, se hacía público el último barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat. Tampoco allí la independencia atraviesa su mejor momento, y solo un 30% de los consultados la ve como la mejor opción, el mínimo histórico. Toni Aira, profesor de Comunicación Política de la UPF-BSM de Barcelona, es de los que también cree que las encuestas hay que cogerlas con pinzas y reflejan «estados de ánimo». A su juicio, la caída del independentismo en Cataluña no tiene tanto que ver con las heridas del 'procés', como con que quienes lo impulsaron -Junts y ERC- están «en la oposición y tienen que redefinir liderazgos, discursos y objetivos en común».
Santi Vila piensa que aunque siempre habrá «catalanistas independentistas», esa etapa en la que era sentimiento mayoritario fue una «fase espasmódica, impropia de la tradición del catalanismo político moderno». «El 'procés' ha tenido muy mal envejecer», señala.
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