España todavía está muy verde
El auge de los partidos ecologistas en el norte de Europa no ha llegado al sur, cuyos ciudadanos siguen más preocupados por la resaca de la crisis
Los Verdes ya tienen su propio espacio político en Europa y todo apunta a que ese color teñirá en el futuro amplias zonas del continente ... bien como una oposición fuerte al poder establecido o bien desde las propias instituciones. Lo han hecho piedra a piedra, poco a poco, en silencio, con una efervescencia calculada que les ha permitido convertirse en algunos países en una eventual alternativa a los grandes partidos sin que estos se hayan dado cuenta.
Las formaciones de tinte ecologista integran el paisaje habitual en las naciones nórdicas y en Estados más cercanos como Alemania y Holanda, donde han obtenido resultados extraordinarios en las últimas citas electorales. Pero esta ola general en favor de la defensa del medio ambiente y de otra manera de gestionar los recursos no termina de calar en el Sur -España, Italia y Portugal- ni en los Balcanes, donde las desigualdades económicas, y por tanto sociales, impiden a amplios sectores de la población mirar más allá si sus necesidades básicas no están cubiertas del todo.
El movimiento verde todavía está muy verde en España. Hace una década experimentó un ligero repunte impulsado por una mayor concienciación de la ciudadanía y porque las principales siglas políticas añadieron asuntos como las consecuencias del cambio climático en su agenda. Pero fue un crecimiento efímero. La crisis de 2008 entró de lleno en los hogares, puso en jaque el Estado del Bienestar, resucitó el espíritu materialista de supervivencia -con el debate de la inmigración como telón de fondo- y reactivó los discursos cortoplacistas, enemigos declarados de los mensajes ecologistas. La ausencia de una cultura medioambiental consolidada hizo el resto.
«En Alemania este movimiento surgió en los 80 y el porcentaje de voto que se exige tanto en ese país como por ejemplo en Holanda para obtener representación es sólo del 5%», apunta Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid.
Envueltos en la corriente surgida en el norte de Europa para denunciar los efectos del cambio climático, cientos de miles de adolescentes se han manifestado en todo el mundo para pedir a sus mayores que presten atención a la imparable degradación del planeta. En España los jóvenes también se echaron a la calle pero, más allá de las palabras, los partidos no han apostado de verdad por abordar una problemática cuyas soluciones, muy lentas, sólo empezarían a verse dentro de muchos años. Dicho de otro modo, electoralmente no es rentable porque los españoles aún tratan de recuperarse de una recesión que ha dejado numerosas secuelas y quieren escuchar promesas tangibles y de desarrollo inmediato.
«En Alemaniael movimiento verde surgió ya en los años ochenta»
Ignacio Molina | Instituto Elcano
Al otro lado del mapa está Alemania, donde la ola verde logró el segundo puesto en los últimos comicios europeos, sólo por detrás del partido de Angela Merkel. Una encuesta posterior la sitúa ya como primera fuerza en unas eventuales elecciones nacionales. El movimiento también creció en Holanda, Bélgica y Luxemburgo y alcanzó notoriedad en Reino Unido y Francia, aunque los politólogos creen que en los dos últimos casos puede ser una explosión esporádica.
Los Verdes tienen ahora mismo 70 europarlamentarios y todos los sondeos auguran su consolidación. Pero en nuestro país este pensamiento es aún minoritario. «Lo tienen difícil, pero no es un problema estructural», concede Molina, quien rompe en cierta manera con el estereotipo de un ecologismo vinculado a la izquierda a tenor del importante avance de esta corriente el 26-M en los Estados mencionados, donde buena parte de los votos recolectados surgieron de «urbanitas burgueses» porque Los Verdes «no están estigmatizados».
«La educaciónes fundamental para cambiar la percepción social»
Juantxo López Uralde | Diputado Equo
Desencanto
Algunos expertos sostienen que detrás del auge de estas formaciones no sólo está su mensaje, sino también la reacción a la extrema derecha de electores que apuestan por opciones europeístas y más abiertas. Este análisis explicaría que los partidos verdes hayan sido respaldados por ciudadanos desencantados con las siglas tradicionales de izquierdas, pero también por potenciales votantes conservadores que han detectado un giro radical de sus partidos hacia el extremismo.
Juantxo López de Uralde, coportavoz de Equo y diputado de Unidas Podemos, coalición en la que está integrada su partido, cree que, además de que en España la degradación del medio ambiente todavía no se considera socialmente un problema de primera magnitud, su formación quizás no ha sabido vender bien algunas iniciativas que han surgido de sus programas. Por ejemplo, el proyecto Madrid Central, ahora cuestionado por la llegada del PP al Ayuntamiento de la capital. Y añade que, para cambiar la percepción de los ciudadanos, «el papel de la educación es fundamental».
En Equo Berdeak están convencidos de que, «aunque de manera más lenta», la sociedad del sur de Europa «seguirá la misma progresión» que el resto de países del continente. «Ya se están dando movimientos entre la juventud vasca y española reclamando acciones urgentes frente a la crisis climática. Por ello, es fundamental seguir afianzando proyectos políticos verdes como el nuestro que van a responder a esa demanda», subrayan sus portavoces.
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