Ertzainas se asocian para organizar homenajes a compañeros que «se jugaron la vida» contra ETA
Dicen que la Policía vasca tiene «una deuda» con muchos agentes que tuvieron que irse «por la puerta de atrás, sin cariño»
«Todos los avances de la Ertzaintza tienen nombres y apellidos. Todos. Tenemos buzos ignífugos porque qusieron quemar vivo a Jon Ruiz Sagarna. Tuvimos coches ... blindados por la emboscada mortal que sufrió Totorika. Los chalecos llegaron después de que ETA asesinase a Ana Arostegui y a Javier Mijangos, cuando regulaban el tráfico en una rotonda de Beasain. Algunos compañeros murieron, otros sufrieron graves heridas. Muchos se jugaron la vida y se han dejado la salud en este trabajo y se fueron por la puerta de atrás, sin una sola muestra de cariño».
Los que hablan son Isi Aguayo y Julio Rivero, dos ertzainas de la unidad de Brigada Móvil que han decidido crear la asociación 'Mila Esker'. Su objetivo es reconocer a los agentes que, de una u otra forma, se dejaron el tipo luchando contra ETA. Un homenaje de ertzainas a ertzainas. Una «muestra de cariño». Sin más pretensiones que cubrir el «vacío institucional» que, en su opinión, existe en este sentido.
Su primer tributo tuvo lugar hace apenas unos días en la base de Iurreta, cuando se homenajeó por sorpresa a Jon Ruiz Sagarna. Fue un acto sencillo, pero cargado de simbolismo. Hay agentes que no conocen los nombres de algunos de los policías autonómicos que fueron asesinados por ETA. Pero todo el mundo sabe lo que le pasó a Ruiz Sagarna en Rentería en 1995. Aquella emboscada con cócteles molotov le abrasó prácticamente todo el cuerpo. Eran auténticas armas fabricadas para matar, hechas con una mezcla de gasolina y ácido sulfúrico, además de una capa de polvo de clorato de potasio aplicada al exterior de la botella para facilitar la reacción química. Las graves heridas que sufrió en el ataque conmocionaron a la sociedad vasca y marcaron un antes y un después en la Ertzaintza. «Llevo años en el Cuerpo. Me han lanzado decenas de cócteles como el que sufrió Jon. Si no tengo quemaduras en la piel es gracias a él, a su sacrificio. Porque no fue hasta después de aquel ataque cuando aceptaron ponernos buzos ignífugos», explica Isi Aguayo.
«Me han lanzado muchos cócteles molotov. Si hoy no tengo quemaduras es por el sacrificio de Sagarna»
asociación 'mila esker'
Isi y Julio decidieron organizar el homenaje privado en la sede de Brigada Móvil al considerar que existe un vacío, una deuda pendiente que llevaba años sin saldarse. Arropado por decenas de compañeros vestidos de uniforme, le entregaron un sable y le enmarcaron un poema que habían escrito para él, para agradecer su sacrificio. Jon, que poco antes de sufrir la emboscada había aprobado las pruebas para entrar en Brigada Móvil, acudió a Iurreta pensando que iba a una simple visita, sin saber lo que le esperaba. Le encantó la sorpresa, según explican los organizadores.
Lo que Julio (más conocido internamente como Yiyi) e Isi no esperaban era la repercusión que iba a tener el acto. Muchos ertzainas de distintas unidades les escribieron para decirles que les hubiese gustado participar en el homenaje. Fue entonces cuando se reafirmaron en su idea. Y fue ahí cuando se convencieron de que debían organizarse para extender este tipo de actos. La Ertzaintza tiene una deuda pendiente con «los compañeros que se jugaron la vida», insisten. No se trata sólo de destacar las actuaciones en acto de servicio que se valoran en eventos oficiales, sino también de «arropar a todos aquellos que se pusieron en riesgo por el simple hecho de ser ertzainas». «Somos ertzainas, somos policías. Tenemos sentimiento de orgullo de pertenencia a un grupo y queremos agradecer a nuestros compañeros lo que hicieron», proclaman.
Muestra su «respeto» ala iniciativa y dice que las víctimas tienen un espacio permanente de recuerdo
Gobierno vasco
Su idea es extender de forma organizada este tipo de reconocimientos. Tienen numerosos proyectos en mente. Y ahora deben localizar a muchas de las víctimas, algunas ya jubiladas, «que jamás recibieron ningún tipo de muestra de afecto colectiva». Piensan, por ejemplo, en los dos agentes que sufrieron graves heridas en la emboscada del Puerto de Herrera, en 2003. Uno de ellos perdió la visión de un ojo. También en «los dos compañeros» heridos cuando fueron a retirar una pancarta en el parque Etxebarria de Bilbao que escondía una bomba trampa. En realidad, «hay decenas de historias» como estas.
Los organizadores no quieren polemizar con las instituciones e invitan a todo el mundo a sumarse a pesar de que el propio germen de la asociación es la -a su juicio- falta de reconocimiento público que han sufrido sus compañeros. En este sentido, fuentes del Departamento de Seguridad del Gobierno vasco mostraron su «respeto total» a «cualquier iniciativa» en este sentido.
En todo caso, insistieron en que una de las primeras decisiones que adoptó Josu Erkoreka cuando tomó el mando de la consejería fue pedir un calendario con todos los asesinados por la banda para recordarles en sus redes sociales. Además, apuntaron que «los agentes víctimas de ETA tienen un espacio de homenaje y recuerdo permanente en el Museo de la Ertzaintza. Hay un pebetero encendido siempre y les recordamos siempre», recalcaron.
Atentados que marcaron un antes y un después en la ertzaintza
Iñaki Totorika, asesinado con un coche bomba en 2001.
Vehículos blindados
A raíz del atentado que sufrió Totorika las patrullas empezaron a usar coches blindados.
Ana Arostegui y Javier Mijangos, asesinados en Beasain.
Regulaban el tráfico en una rotonda
A partir de su muerte empezaron a extenderse los chalecos antibalas.
Emboscada en el Puerto de Herrera en 2003.
Un accidente de tráfico como trampa
Dos ertzainas sufrieron graves heridas tras ser tiroteados.
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