El PNV, dispuesto a ir a las europeas sin Puigdemont y sellar una alianza con canarios, gallegos y baleares
Los jeltzales evitarán una ruptura traumática con el PDeCAT pese al choque con el expresident
El PNV evitará una ruptura formal con el PDeCAT pese a que en la práctica lo que quedaba del nacionalismo exconvergente de raíz ... institucional, pactista y moderada se ha diluido en la Crida de Carles Puigdemont, que ha logrado imponer su ley y a sus candidatos en una durísima pugna interna. No obstante, los lazos históricos que le unen a lo que un día fue Convergència, la posible remodelación del tablero político tras las elecciones y, sobre todo, la identificación de un sector significativo de sus bases y de la organización guipuzcoana comandada por Joseba Egibar con el expresident fugado en Waterloo están detrás de la 'entente cordiale' que escenifican estos días Andoni Ortuzar y el líder (sobre el papel) del PDeCAT, David Bonvehí.
Pese a que la entente de ambas fuerzas para las elecciones europeas está ya prácticamente descartada, ambos confían en mantener «viva» su colaboración «estratégica» en todas las instituciones. De hecho, han usado el mismo argumento para justificar la inviabilidad de una alianza histórica que hunde sus raíces en la Declaración de Barcelona de 1998, el de las circunstancias excepcionales que vive Cataluña en pleno juicio del 'procés', que obligaría a los neoconvergentes a plantear su candidatura europea en clave «exclusivamente» catalana y de «denuncia».
La realidad, en cambio, es que el choque es antológico y deja al PNV como única referencia del nacionalismo con vocación de 'bisagra' en Madrid. Puigdemont tiene el timón. Anunció su candidatura diez minutos después de que terminara el consejo nacional del PDeCAT, donde ni se había hablado del asunto. Y ni Puigdemont quiere ir a Europa de la mano del PNV ni Sabin Etxea quiere ir a ningún lado con Puigdemont. La relación no es que sea gélida, es que está rota desde hace meses. Si quedaba algún resquicio, el propio expresident lo taponó al insinuar que el lehendakari mintió en su declaración como testigo en el juicio del 'procés'.
El PNV ha evitado una respuesta airada al exalcalde de Girona convencido de que sería hacerle el juego. Los derrotados en la pugna interna por el espacio posconvergente –agrupados en torno a la excoordinadora general Marta Pascal y los todavía diputados Carles Campuzano y Jordi Xuclà– han recibido con «enorme disgusto» el rejón al lehendakari, que han interpretado como una maniobra para impedir cualquier posibilidad de reeditar la coalición. Tanto, que no se pueden descartar en los próximos días nuevos movimientos de ese sector, enfrentado a Puigdemont desde dentro.
A Bonvehí y Ortuzar, que han mantenido una relación telefónica constante estos días, solo les quedaba pactar una salida digna que preparara el terreno al final de una colaboración electoral que duraba ya varios lustros. Una confluencia larga y exitosa pese a las turbulencias –ya existían por ejemplo entre Jordi Pujol y Xabier Arzalluz– que siempre han planeado en esa relación no tan idílica de hermandad política. El EBB se carga ya de razones para justificar una decisión que, al afectar a las coaliciones electorales, deberá ser ratificada por la asamblea nacional del partido, convocada para finales de marzo. Estricto gestor de los tiempos, no quiere precipitarse porque el plazo para formalizar alianzas al Parlamento europeo no se abre hasta el 2 de abril.
Telón de fondo
Los jeltzales están convencidos de que las posibilidades de amarrar el escaño de Izaskun Bilbao son incluso mayores en la alianza con Coalición Canaria, Compromiso por Galicia y los nacionalistas baleares de Proposta per las Illas (PI) que yendo de la mano con el PDeCAT. El listón para garantizarse representación está en no menos de 300.000 votos, que creen en la saca gracias al impulso extra de las municipales y forales y a las buenas perspectivas que anuncian las encuestas. Una alianza con Puigdemont, alertan, no les garantizaría la segunda plaza de la plancha (porque el cabeza de lista no será eurodiputado: sería detenido si se desplaza a Madrid a recoger su acta). Y además, inciden, la ley D'Hont encarece el segundo escaño por el reparto de los restos, con el mundo neoconvergente en durísima pugna con Esquerra.
Ese es el otro gran telón de fondo de la reubicación estratégica de los nacionalismos periféricos. La izquierda abertzale y Puigdemont, antes cercanos, se ignoran ahora de forma ostentosa. En su última videoconferencia con el consell nacional del PDeCAT desde Waterloo, Puigdemont, en su momento partidario de la alianza de «todos los soberanistas del Estado» que proponía Otegi, cargó contra Junqueras por aliarse «con la extrema izquierda vasca». Los jeltzales no dan crédito a la posibilidad de que ERC acceda a formar un único grupo con Bildu en Madrid y a repartirse los tiempos y la financiación. Piensan que seguirán siendo decisivos, incluso más que ahora, por la estrategia de tierra quemada del resto.
Las claves
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Nuevo escenario. El choque deja al PNV como única referencia del nacionalismo con vocación de 'bisagra' en Madrid.
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Críticas desde Waterloo. El último resquicio de salvar la alianza lo enterró Puigdemont al cargar contra el lehendakari.
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Solución. A Ortuzar y Bonvehí, en contacto telefónico estos días, sólo les quedaba pactar una salida digna.
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