¿Y si lo que no existe es España (en Euskadi)?
Resulta que el próximo Parlamento vasco va a dar cabida a la representación más alta del nacionalismo de su historia
En los días previos a las elecciones vascas, y como ejercicio dialéctico, se planteaba en estas páginas si realmente «existe Euskadi», trayendo a debate la ... condición comunitaria vasca a ras de ciudadano. Se ponían sobre la mesa las diferencias que subyacen entre alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos, y se abundaba en una eventual incomunicación entre los habitantes de los tres territorios de la Comunidad Autónoma Vasca y en un alejamiento en sus intereses comunes. La discusión podía ser, por qué no, entretenida, lúdica, sin mayor trascendencia sociológica, que seguramente sedujera en especial a quien no haría ascos a una real falta de cohesión interna, interterritorial y/o interciudadana, germen y premisa necesaria, normalmente la más sustancial, para colapsar, de raíz, incómodas reivindicaciones conjuntas hacia el exterior. Creo que nos entendemos.
Publicidad
Pues he aquí que se nos presentan de sopetón los resultados de los últimos comicios en las tres provincias, esas supuestamente desestructuradas y que se darían la espalda, y observamos cómo han traído un dibujo actualizado que vendría a defraudar a los voluntariosos del arabesco. Unos datos electorales recién salidos del horno que quizás den para plantear la cuestión existencial de marras, no ya en los términos del susodicho divertimento, ni siquiera para negar la mayor y quedarse ahí, sino para abrir una vía abiertamente contraria.
Resulta que el próximo Parlamento vasco va a dar cabida a la representación más alta del nacionalismo de su historia. Del nacionalismo vasco, se entiende, de esa corriente política que tiene en común, más allá de sus formulaciones partidarias y antagonismos en otros ámbitos, el situar sus fines y el alcance de su actuación en una realidad geográfica que vincula a alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos en una comunidad de intereses, y que incluso propugna la conformación de una entidad cultural mayor, con otros vascos ajenos a la CAV. Resulta que nada menos que el 72% de los representantes de los tres territorios de la autonomía van a pertenecer a las dos formaciones abertzales, aquellas que tienen por norte (y sur) la idea de la nación vasca.
Se esgrimirá que ambos partidos no están ahora mismo por la labor de exacerbar sus pretensiones identitarias, y también que encuestas, sondeos y tomas de temperatura sostienen que el sentir de la población está a día de hoy en otras prioridades, aunque curiosamente quienes suelen parapetarse en la virtualidad de esas consultas demoscópicas (también sucede con Cataluña), luego son del todo reacios a que se pregunte lo mismo de forma, digamos, oficial, es decir, se niegan a comprobar «porque lo prohíbe la ley» si esa voluntad es la real, no vaya a ser (podría decirse) que aquello que queremos dar por bueno luego no concuerde con la expresión explícita de los verdaderos deseos de la ciudadanía cuestionada.
Publicidad
Volviendo a los resultados de las recientes autonómicas, el hecho de que casi tres cuartos del total de representantes populares estén por esa Euskadi (incluso por otra ampliada) que supuestamente «no existiría» puede traer una duda existencial, sí, pero otra bien distinta, otra situada en las antípodas. A la vista de lo que votamos vascas y vascos de los tres territorios de la comunidad autónoma, igual lo que cada vez tiene menos visos de existir es…. ¿España? En Euskadi. Mira que si el movimiento es el contrario, y lo que se está diluyendo como un azucarillo es la idea de España para una mayoría 'in crescendo' de votantes de la cuestionada comunidad triprovincial. Sean de Santurtzi, de Tolosa, de Durango o de Oyón. Vivan en Gernika, Llodio, Irún o Sestao. Voten en Donostia, Gasteiz o Bilbao. Ahí va otro ejercicio de reflexión. En esta ocasión, con perdón, con alguna base objetiva, esa molesta hipoteca de escuchar a los ciudadanos.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión