Cuéntame del PP
No consta en la carta del restaurante vasco de Madrid en el que almorzó ayer Pablo Casado con varios exministros de la época de Rajoy algún tipo de plato que pueda evocar a Soraya Sáenz de Santamaría, pero es evidente la voracidad de los convocados contra la que fue todopoderosa exvicepresidenta del Gobierno. Se la quieren comer con patatas.
El debate sobre las primarias del PP ha puesto de manifiesto una enorme división interna, un bronco enfrentamiento no solo personal, también político. Antes larvado, ahora cainitamente explícito. Casado dice que el gobierno se perdió por culpa de Soraya y su plan de diálogo en Cataluña. Soraya dice que del PP huyeron tres millones de votantes en 2015 por culpa de la corrupción, de la que no se siente en absoluto responsable, y que achaca en diagonal a sus contrincantes.
Entre los comensales que apoyan a Casado, especialmente García Margallo, se mastica un odio visceral a Saénz de Santamaría, con un punto machista. Rechazo que comparte José María Aznar, fundador del PP, que no ha sido convocado al congreso de su partido. Otro dato que refleja la dimensión abisal del enfrentamiento.
Luego están las mochilas. Sáenz de Santamaría es una mujer suficientemente preparada y con experiencia de gobierno y gestión; ha tenido más poder que ninguna otra vicepresidenta. Casado es muy joven y muy conservador, y su mochila tiene la pesada carga de las irregularidades de un master universitario y unas convalidaciones, puestas en cuestión, que podían estallarle después de ser elegido, si es que esto ocurre.
Las primarias del PP han demolido la imagen de partido con más militantes de Europa. Queda por saber cómo se depurará el censo del PP, claramente inflado y que hasta ahora ha servido para decidir qué compromisarios se enviaban a los congresos. De este fin de semana debería salir la voluntad de hacer un censo ajustado a la realidad.
Casado piensa, como Aznar, que es necesaria una refundación de la derecha -aunque no emplee ese término-, que permita que en el PP esté todo lo que se ubica a la derecha del PSOE, se entiende que Ciudadanos incluido.
Gane quien gane, el PP queda oficialmente fracturado y con una digestión de boa pendiente tras haber perdido el gobierno de forma inesperada para ellos.
El PP está policontusionado y tiene por delante un periodo, tirando a largo, hasta encontrar al líder que pueda presentarse a unas elecciones con posibilidad de victoria, que no parece que sea ninguno de los dos actuales contendientes.
Las heridas que se han abierto pueden eternizarse en la oposición o resolverse taumatúrgicamente cuando el PP vuelva a La Moncloa. Ocurre en todos los partidos, la oposición desgasta más. ¿Qué habrán comido?