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EH Bildu se planta y rechaza la reforma fiscal pactada por el PNV y el PSE-EE a finales del año pasado y que ahora ... tocaba debatir y ratificar en las tres Juntas Generales. La posición de la coalición soberanista es clave porque jeltzales y socialistas no cuentan con los votos suficientes en Álava y Gipuzkoa para sacarla adelante. La decisión sitúa al PP como el socio más probable para avalar una propuesta que, según EH Bildu, «debilita los servicios públicos». Los de Andoni Ortuzar tendrían que apoyarse en los populares justo en el momento en el que los puentes entre las dos formaciones están prácticamente rotos tras la polémica por el palacete de París.
El acuerdo entre los dos socios de gobierno se alcanzó en octubre y ponía fin a más de un año de negociaciones. Se trataba de un pacto de enorme calado porque la anterior reforma databa de finales de 2017, cuando también el PNV y el PSE consensuaron con el PP, entre otras cuestiones, una rebaja del tipo de Sociedades del 28% al 24% para las grandes empresas.
El texto tiene garantizada su aprobación en Bizkaia, pero no así en los otros dos territorios. Tanto EH Bildu como el PP habían evitado pronunciarse de forma definitiva, aunque habían lanzado varias pistas. Ambos han criticado diversos aspectos de la propuesta, pero sin llegar a romper del todo. Hasta que este viernes, EH Bildu, por boca de su responsable de Política Institucional, Unai Urruzuno, se encargó de dar el portazo final.
El dirigente soberanista argumentó en rueda de prensa que el objetivo de cualquier reforma tiene que ser «aumentar la recaudación» y «repartir la riqueza», algo que, en su opinión, no lograría el documento del PNV y PSE, que calificó como un simple «compendio de deducciones». Para Urruzuno, «el debate no se debe centrar ahí, sino en por qué las rentas del capital y las grandes fortunas quedan exentas de este debate y de las responsabilidades que deben de adoptar en materia fiscal».
Urruzuno rechazó que su formación esté en posiciones «maximalistas» y aludió a un preacuerdo firmado en julio en Gipuzkoa con el PNV y el PSE, del que ahora se habrían «caído» algunos aspectos. El dirigente abertzale lanzó toda una andanada de críticas. Habló de elevar la «presión fiscal» para «garantizar unos servicios públicos eficientes», de subir los tipos de la rentas de capital para «aproximarlos» a las de trabajo, revisar el Impuesto de Sociedades... «Se puede optar por el modelo danés o el de Ayuso. EH Bildu mira para arriba y ellos para abajo», explicó de forma gráfica Urruzuno, quien añadió: «Si es una reforma hecha mirando hacia la derecha, lo lógico es que se apruebe con la derecha».
Posibles alternativas
El escenario que se abre ahora presenta varias opciones. La primera, que PNV y PSE traten de atraer al PP como sucedió en 2017. Los populares llevan tiempo demostrando que quieren ser relevantes en Euskadi. El último ejemplo se vivió a finales del año pasado, cuando apoyaron los Presupuestos de Gipuzkoa y un paquete de medidas tributarias en Álava. El propio Javier de Andrés, en una entrevista en EL CORREO, recalcaba a mediados de diciembre que si las medidas incluidas en la reforma apuestan «por detraer menos dinero de las familias vascas y si hay una bajada de impuestos, estaremos en disposición de llegar a acuerdos».
El problema es que desde entonces las relaciones entre el PNV y el PP han entrado en barrena. La tormenta alrededor del palacete de París ha elevado la tensión al máximo con un cruce de descalificaciones en el que se han utilizado términos como «miserable», «asqueroso», «aprovechateguis», «torpe» y «sinvergüenza», entre otros. Cualquier acercamiento sobre fiscalidad en Euskadi tendría que pasar por encima de ese barro y PNV y PP estarían obligados a hacer de la necesidad virtud.
Además, tanto jeltzales como socialistas –que hubiesen preferido un acuerdo con EH Bildu para reforzar su posición de izquierdas– han puesto dos condiciones a sus potenciales socios. Que aunque están dispuestos a incorporar algunas modificaciones, éstas deberán ser mínimas porque no tienen intención de dar un revolcón al texto que han tardado un año en pactar, y que el modelo fiscal debe ser homogéneo en los tres territorios, más allá también de algunas particularidades.
La otra opción es Elkarrekin Podemos. La formación no tiene representación en el Parlamento, pero sí en las Juntas Generales. Y en el caso de Álava y Gipuzkoa sus escaños pueden ser claves porque darían la mayoría a PNV y PSE. Se trata de una alternativa en todo caso remota porque la formación morada ha sido también muy crítica con el texto. Y queda el tercer escenario: que jeltzales y socialistas no consigan más apoyos y la reforma solo pueda aprobarse en Bizkaia.
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