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EH Bildu protagonizó este jueves una foto histórica al pisar por primera vez La Moncloa, al menos oficialmente. Una imagen de enorme carga simbólica con la que la izquierda abertzale consuma el giro sistémico diseñado hace años para normalizarse en la vida política española como un partido más sin verse obligado a condenar los asesinatos y atentados de la banda terrorista ETA. La presencia de Mertxe Aizpurua en la sede de la Presidencia del Gobierno supone el último capítulo de un viaje paulatino en el que se han ido subiendo diferentes escalones. Cada uno de ellos con un profundo significado político.
Han sido imágenes que solo con observar el rostro de los protagonistas se comprueba cómo ha evolucionado la relación. La primera data de diciembre de 2019. Pedro Sánchez buscaba apoyos para lograr la investidura y abrió una ronda de contactos con todos los grupos del Congreso. Y ahí, en un despacho anodino, se encontraron las dos delegaciones. Mientras Aizpurua, Oskar Matute y Gorka Elejabarrieta sonreían, Rafael Simancas y Adriana Lastra no podían ocultar su incomodidad.
Porque esa reunión suponía dar un salto cualitativo. Por primera vez, de forma oficial y pública, representantes socialistas se entrevistaban con miembros de la izquierda abertzale en Madrid. Lo que era habitual y no generaba demasiado ruido en Euskadi y Navarra cruzaba el Rubicón y llegaba al Congreso. En el PSOE sabían que se trataba de una jugada de alto riesgo que chirriaba incluso dentro de sus propias filas.
Pero aquella desconfianza se ha transformado en una sintonía máxima. De hecho, EH Bildu se ha convertido en uno de los socios más fiables del Gobierno. Sánchez ha encontrado en ellos un aliado que le garantiza mucho más que media docena de escaños. También le ayuda a 'retener' a ERC, ya que ambas formaciones mantienen una alianza estratégica en el Congreso. A cambio, los de Arnaldo Otegi logran normalizar su situación política trece años después del fin de la violencia.
El siguiente paso se dio en octubre de 2023. El contexto era similar: el líder del PSOE buscaba apoyos para la investidura. Pero hubo, al menos, dos diferencias. En esa cita estaba el propio Sánchez –la primera vez que un presidente de Gobierno se veía cara a cara con la izquierda abertzale– y el ambiente aparentaba una mayor cordialidad, que este jueves se evidenció todavía más.
«Marco de diálogo»
Sánchez cumplió el protocolo y recibió a Aizpurua en la escalinata de Moncloa para luego pasar al interior. Pero lo que certifica en qué punto están las relaciones entre ambas partes es la nota en la que EH Bildu valoraba una cita convocada para debatir una cuestión que toca puntos sensibles para la izquierda abertzale: aumento del gasto militar, OTAN, Ejército español...
El texto, sin embargo, apostaba por un lenguaje medido al máximo. Frente a las duras críticas lanzadas por Podemos o incluso desde miembros de Sumar, EH Bildu hablaba de «ambiente constructivo, cordial y de respeto» que permite «dar continuidad a un marco de diálogo para continuar el desarrollo de la legislatura y los avances pendientes en ella».
Bildu recordó el rechazo a la OTANde la sociedad vasca en el referéndum de 1986, recalcó que hay que apostar por la «diplomacia, la negociación y el acuerdo como mejor fórmula para garantizar la paz», habló de analizar «con profundidad y seriedad el nuevo escenario» y se comprometió a «tomar una posición integral desde nuestra propia visión y escala nacional vasca». Pero, sin embargo, evitó expresar un rechazo explícito al aumento de la partida de defensa que plantea Sánchez y que le piden la UniónEuropea y la OTAN.
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