Una cabeza de una niña de dimensiones colosales emergió en la ría de Bilbao hace unos días alterando el paseo cotidiano y rutinario de muchos ... ciudadanos. Era una escultura hiperrealista de Rubén Orozco que formaba parte de una campaña de la Fundación BBK para llamar la atención sobre el mañana y cómo el futuro dependerá en gran parte de las decisiones individuales que vayamos tomando en nuestras vidas. De ellas dependería que la niña emergente se hunda o que salga a flote. Se trataría de trasladar que también está en nuestras manos el futuro de la generación de esa niña gigante que emerge de forma inquietante para agitar nuestra conciencia.
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Lo bueno de la campaña es que nos coloca ante situaciones indeseables que pueden convertirse en realidades irreversibles si no cambiamos de hábitos y prioridades. Creo que es muy necesario y oportuno este mensaje tras un año de pandemia que nos ha demostrado que nuestras decisiones individuales y el cumplimiento generalizado de las normas también han ayudado a salvar muchas vidas y muchos puestos de trabajo.
El cambio de hábitos individuales fue el más radical de nuestras vidas para la mayoría. Y ese futuro inesperado que llegó en forma de pandemia nos dio la oportunidad de ver cómo los seres humanos nos adaptamos con gran velocidad a hábitos y acciones que rompen con nuestras inercias de las que pensábamos que no íbamos a salir nunca.
Me interesa en este artículo más la parte de reflexión sobre la responsabilidad individual de cada uno como miembros de la comunidad que los retos del futuro que tenemos que enfrentar. Que hablemos o no euskera en el futuro también depende de decisiones individuales que tomamos o dejamos de tomar. Que tengamos o no hijos también implica una reflexión personal más allá de la necesaria acción política. La desaparición del plástico de nuestras vidas la podemos ir adelantando antes de que lleguen las leyes y las prohibiciones. Que la cultura se convierta en una industria también depende de cambios en nuestras prioridades en el manejo de nuestro tiempo libre. Que el consumo masivo de alcohol deje de ser un problema social también está relacionado con cambios en los hábitos en todos los grupos de edad. Que desparezcan los coches del centro de las ciudades necesita de la colaboración y el interés ciudadano. Que paremos la guerra generacional dependerá también de la generosidad de la generación tapón que impide la redistribución de los espacios de poder y los trabajos de calidad entre los jóvenes.
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No siempre vamos a señalar a los políticos, a las políticas y a la perversidad de los intereses de las grandes empresas como únicos responsables de nuestro futuro. El comportamiento ciudadano también forma parte del espacio político que determina el futuro de una comunidad.
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