Decía quien fue primer ministro italiano, el democristiano Giulio Andreotti, que «en la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido». En la ... misma línea, Konrad Adenauer, uno de los padres de la Europa actual y también primer ministro de su país, Alemania, afirmó que existen «enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido».
Publicidad
Pablo Iglesias y Yolanda Díaz no son compañeros de partido, sí de coalición. Pero al exlíder de Podemos y exvicepresidente segundo del Gobierno bien podría aplicársele cualquiera de las dos definiciones precedentes respecto a Yolanda Díaz.
Iglesias se retiró de la primera línea política tras estrellarse en las elecciones madrileñas contra el vendaval Ayuso. Desde entonces se dedica a mover los hilos de la menguante formación morada y a tertuliar. Antes de irse hizo como José María Aznar con Mariano Rajoy en el PP: tiró de dedazo y situó a Yolanda Díaz al frente del sector podemita del Ejecutivo y la nominó candidata a La Moncloa.
Díaz ha cumplido. Es la integrante del Gobierno Sánchez más popular. Y ultima los detalles para que la izquierda de la izquierda concurra unida a las generales de 2023 bajo unas nuevas siglas: Sumar.
Pues bien, Iglesias acaba de cargar contra ella con inusitada dureza por pretender volar libre, sin ataduras y sin tener que obedecer a Podemos. No sólo. Le ha amenazado con no acompañarle en la aventura y que por tanto la izquierda de la izquierda tenga que concurrir dividida a las urnas.
Publicidad
Lejos de amilanarse, Díaz avisaba el martes en Pamplona: «Sumar no es el complemento de nadie. Voy a dar un paso adelante. Sumar es imparable».
El riesgo de que la operación salte por los aires está ahí. Y basta con observar lo que ocurrió en Andalucía, donde las izquierdas fueron divididas y se estrellaron, para intuir lo que podría suceder.
La continuidad de Pedro Sánchez en La Moncloa parece que pasará sí o sí porque la izquierda de su izquierda logre un buen puñado de escaños. Si no, Alberto Núñez Feijóo estará tocando el poder con las yemas de los dedos.
Publicidad
Ese Feijóo que cuando llegó a la calle Génova aún no hace un año declaró que no venía para ser un 'influencer' sino para hacer política adulta. Pues bien, en el reciente episodio del CGPJ se plegó a las presiones de Ayuso y del potente lobby mediático conservador madrileño y rompió peras con Sánchez. Un grave error.
Ayuso necesitaba y necesita tapar la fenomenal bronca que ha organizado con su nueva vuelta de tuerca a la sanidad pública madrileña en beneficio de la privada. Qué mejor que marcar de cerca al líder popular y decir auténticas burradas políticas contra Sánchez.
Publicidad
Feijóo precisa preservar su imagen de político serio y captar todos los votos que pueda de la derecha extrema para ganar. Si no mide bien sus pasos e insiste en debilitar su imagen, como ha hecho, se arriesga a estrellarse… Salvo que Iglesias le arregle el desaguisado. No me digan que no sería curioso.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión