El fin de semana con temperaturas bajo cero nos ha dejado dos movilizaciones de miles de personas en Bilbao. El sábado, una convocatoria mundial del ... espacio que originalmente representaban los antivacunas contra las restricciones y el uso del pasaporte covid. El domingo, una convocatoria sectorial del personal sanitario de Osakidetza denunciando el deterioro de sus condiciones laborales y la falta de recursos. Ambas movilizaciones están relacionadas con una problemática global generada por la larga duración de la pandemia en la calidad de la democracia y en el estado tradicional de bienestar.
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A los que trabajamos habitualmente con datos de encuestas nos cuesta trabajo reconocer la representatividad de lo que vemos en nuestro entorno habitual y de los que dicen que hablan por el pueblo a partir de sus propias experiencias o de su grupo social de pertenencia. La complejidad de la sociedad no suele estar a nuestro alcance visual y por eso necesitamos una muestra representativa para conocer el pulso social, político o económico de un país. Pero a veces la realidad aparece por todos los espacios sociales y la sexta ola nos ha traído a todos ejemplos en nuestro entorno relacionados con las dos manifestaciones masivas del fin de semana.
El discurso de los antivacunas es un peligro para nuestra salud y su aislamiento en nuestro país no estaba siendo difícil. En cambio, la sexta ola ha generalizado la sensación de que las normas y restricciones no tienen por qué ser obedecidas con la misma disciplina que las olas anteriores. Las quejas contra los políticos van en aumento y la ciudadanía responsable ha dejado de defender en público las medidas de los gobiernos. Que los antivacunas que apenas lograban reunir en sus concentraciones de las olas anteriores a un centenar de personas hayan logrado visibilizar su espacio con miles en las calles solo se puede explicar con este cabreo de ciudadanos vacunados con los políticos que gestionan la lucha contra la covid.
Por el lado bueno de los cuidados, el personal sanitario de Osakidetza se encontró con el apoyo de la ciudadanía a las reclamaciones laborales por las que se movilizaron el domingo. La mayoría hemos tenido la experiencia en nuestra propia piel o en nuestro entorno del pase a la autogestión de la pandemia debido al desborde que padece el personal sanitario. Sabemos que la atención primaria no ha podido atendernos directamente durante la sexta ola y ha calado la sensación de la necesidad estructural de más recursos para Osakidetza.
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Estas movilizaciones que evidencian un malestar social con varios frentes abiertos se producen en el momento en el que las Cuentas vascas cuentan con el mayor apoyo parlamentario de los últimos años y con un Gobierno de coalición estable. Esa solidez política debería ser empleada para recuperar la confianza de los que ya no se sienten incómodos coincidiendo en los mismos espacios que los antivacunas y, sobre todo, para recuperar la sensación de que Osakidetza funciona.
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