Pedro Sánchez EFE

Prietas las filas para salvar a Sánchez

Miércoles, 6 de marzo 2024, 00:04

Puede que Pedro Sánchez esté viviendo sus horas más bajas, pero no está solo en medio de sus tribulaciones. Sabe que cuenta con una fiel ... guardia pretoriana de opinadores que estos días se afana en expandir 'urbi et orbi' la palabra monclovita (un argumentario exculpatorio algo pasivo-agresivo que consiste en acusar en lugar de defenderse) y que dispone de unos socios extremadamente comprensivos que, aunque hubieran preferido no tener que verse en semejante tesitura, han dado muestras de estar dispuestos a comprar pulpo como animal de compañía, por la cuenta que les tiene.

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«Si cae este Gobierno, vamos a unas elecciones. Lo que sinceramente no creo que vaya a deparar un futuro mejor para Euskadi. Así que no vamos a ser agentes activos para precipitar ese escenario. Que nadie espere del PNV ese comportamiento», anunciaba en EL CORREO Andoni Ortuzar, a quien sólo le faltó añadir «que el PP pierda toda esperanza» y un emotivo «Pedro, sé fuerte», tras explicar que esto no es comparable a la sentencia de la Gürtel. «Aquí hay un comportamiento presuntamente delictivo de una trama de personas, allí era la sigla la que estaba en cuestión».

Nacionalistas y socialistas se necesitan mutuamente para retener el poder, tanto en Madrid, como en Euskadi, donde a los jeltzales (a quienes las encuestas de intención de voto siguen sin conceder la remontada) no les conviene que el pelotazo de las mascarillas acabe afectando al resultado del PSE-EE en las elecciones autonómicas, si quieren alcanzar entre ambos la ansiada mayoría absoluta.

Lo que el miedo a un gobierno de la derecha y la extrema derecha (o a uno de EH Bildu) ha unido que no lo separe un tal Koldo.

En cuanto a Pedro Sánchez, por más que la gravedad de lo que se va sabiendo de este feo asunto le haya forzado a sacrificar a quien fuera su mano derecha y ponga ahora también en cuestión la decencia y honestidad de la socialista Francina Armengol, tercera autoridad del Estado, y de alguna otra destacada ministra o ministro, mermando su principal capital político (el que lo llevó al poder a lomos de una moción de censura a Mariano Rajoy) y perjudicando la imagen de imbatibilidad del sanchismo, ello no significa que esté políticamente amortizado. Seriamente tocado sí, pero no hundido, mientras sus socios de investidura estén dispuestos a darle respiración asistida.

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De momento, ni los más incondicionales (EH Bildu, ERC o BNG) ni los más exigentes (PNV y Junts) se han mostrado especialmente beligerantes con las responsabilidades políticas que para Sánchez y los suyos pudieran derivarse de las fechorías y astracanadas de Koldo, Ábalos & Cía. Lo que explicaría tanto su diligencia en el traspaso en debido tiempo y forma de las transferencias autonómicas prometidas a los jeltzales, como su prisa por cerrar un acuerdo con Puigdemont sobre la ley de amnistía que, salvo sorpresa, se aprobará mañana en sesión parlamentaria y en el que no se sabe ya quién amnistía a quién. Un escándalo para tapar otro escándalo, confiando en el viejo proverbio oriental que dice que el necio mira el dedo, cuando el sabio señala la luna.

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